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La amante de mi esposo

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matrimonio bajo contrato
drama
ciudad
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Descripción

Ginebra Anderson encuentra el amor, la pasión y el deseo, cuando se involucra con dos hombres completamente distintos. Y debe tomar una decisión después de verse obligada a casarse con el hombre que odia por naturaleza.

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De luto
Mis tacones negros hacen un estruendo en la mansión, mientras camino por el recibidor principal hasta la entrada, tomo la manija dorada, y abro la enorme puerta color crema, con cristales en forma de arco, me detengo un segundo para ajustar mi vestido, es del mismo color que mis tacones, que pronuncia el escote en mi espalda, justo tan cerca de aquel tatuaje que me hice un par de años atrás, me coloco una mascada que cuelga de mi brazo para cubrir mi piel desnuda y con mi celular y un pequeño bolso n***o en mi mano me apoyo para cerra la enorme puerta. Bajo uno a uno los peldaños hasta enontrarme con el convertible n***o que mi padre me regaló, dejo la bolsa y el celular en el asiento del copiloto, doy la vuelta y entro en el auto, miro a traves del retrovisor mi cabello castaño, —”al parecer el tiempo que le dedique a las ondas de mi cabello dio resultado” —pienso, y busco el labial dentro de mi pequeño “Armani” n***o, retoco mis labios, formo un circulo con ellos y al final limpio mis comisuras, enciendo el auto, y recorro el jardin de la mansion hasta llegar a la entrada principal. La reja electrica, se abre de par en par, y al fin logro salir, un mensaje de audio llega a mi celular. —”Hija, ¿dónde estás? las ceremonia de tu madre está a punto de comenzar” —dice el audio, lo reproduzco un par de veces y lanzo mi teléfono al asiento de atrás. Recuerdo que han pasado diez años desde la muerte de mi madre, y recuerdo también que, desde el día de su muerte me juré nunca pisar un lugar igual, mis ojos se humedecen al recordar a mi madre, pero de inmediato se secan a causa del viento que golpea mi rostro. Vesti completamente de n***o por que es uno de mis colores favoritos, sin embargo, esta ocasión lo hice por algo especial, hoy se cumplen diez años desde la muerte de mi madre, y le quise rendir luto, acelero tanto cómo puedo hasta llegar aquel lugar, donde Ariana, mi mejor amiga me espera. Detengo el automóvil, al fin he llegado, un hombre regordete toma las llaves de mi auto y me observa con lascivia, tan solo con ver su mirada se que es detestable, me acomodo las gafas de sol, muevo un poco mi cabello y voy hasta la entrada de la mansión donde es la cita, al parecer un loco con muchos millones disfruta de hacer fiestas, para la “élite” y por fortuna mi apellido y el de Ariana, son parte de ese círculo. —Pensé que nunca llegarías —dice Ariana mientras se acerca hacia mí, con un caminar espectacular, tan espectacular como ella, su cabellera rubia y sus ojos tan azules como el cielo de esta ciudad, son tan bellos como su figura. —Solo vine por tú insistencia —replico con mi rostro serio, pues ella sabe bien que no me agrada salir de fiesta y menos a un lugar tan exotico como en el que me encuentro esperando a que revise nuestros nombres en la lista de invitados. —¡Ariana Carrington! —cuestiona la mujer de la entrada. —Sí. Soy yo —responde Ariana, esbozando una sonrisa. —¡Ginebra Anderson! —asiento con la cabeza y caminó junto a Ariana. Entramos al lugar y aunque parece un lugar espectacular, el exceso de detalles y el dinero mal invertido lo hacen ver de mal gusto, aprieto los labios para después ladear una mueca, Ariana me observa y me pide que cambie mi actitud, giro los ojos con desagrado y después asiento con la mirada. —Espera, estamos olvidando lo más importante —dice Ariana mientras me toma de los brazos. —”No entiendo de que habla espero no sea alguna de sus locas ideas en la que busca envolverme” —pienso. Me toma de la mano y caminamos hasta un pequeño cuarto oscuro con luces rojas justo a un lado de la entrada un hombre vestido de traje n***o nos observa con una sonrisa tétrica, su rostro es agradable pero el lugar lo hace parecer aterrador, me quito las gafas y las guardo en mi bolso, es inútil utilizarlas dentro de este lugar. —Bienvenidas —, dice. Ariana saluda y el hombre de labios carnosos abre una puerta de madera corrediza y mis ojos se abren al observar, lo que hay postrado en el muro, son varias mascaras. —Tenemos que… —menciono. —Si. Ese es el tema de esta fiesta —dice Ariana sin que siquiera pueda terminar mi pregunta. Me toma de la mano y aunque pongo resistencia, me lleva hasta el muro, ella toma un antifaz blanco que en realidad no oculta su rostro, aprieto los labios y doy un par de golpes sobre el suelo con mi tacón, ella me mira como un cachorro y se que esa mirada me está diciendo qué no puedo rechazar su idea. Giro los ojos miró aquellas estúpidas máscaras y una de ellas toma toda mi atención, el color n***o brillante y el diseño tejido me parece una maravilla, la pongo en mi rostro y observó a través del cristal detrás de mi como en verdad oculta mi rostro, tan solo mis labios rojos sobresalen y quizá la punta de mi nariz. Siento algo extraño al ver mi rostro cubierto con aquella máscara, siento como si en este instante pudiera ser otra mujer, pudiera cambiar hasta mi nombre y nadie lo sabría. Ariana me toma del brazo mientras observó los ojos del hombre de labios carnosos, me lleva hasta la salida y observó el lugar. Ahora parece distinto, la tarde se aleja y aquellas luces qué decoran las palmeras indicando la entrada, me sumergen en un ambiente de seducción, incluso el aire que respiro parece distinto. Camino despacio aún lado de Ariana, reafirmo mis pasos y al fin entramos al lugar, es un lugar de muros de doble altura, con luces rojas y ámbar, hombre y mujeres merodean en el lugar ocultando sus rostros, unas escaleras están frente a nosotros bajamos cada peldaño, y las miradas se postran sobre nosotros. Se que Ariana es muy hermosa y se que tiene un cuerpo espectacular, pero no soy ninguna loca, tengo lo mío y sé que soy capaz de robar tantos suspiros como mi amiga, ella me sonríe y juntas tomadas de la mano, llegamos hasta el centro de la pista miramos para todos lados y un hombre con el torso desnudo nos aborda. —Señoritas, ¿una copa? —dice el hombre con una charola, en la palma de su mano, este no lleva máscara, al parecer indica su posición de mesero. Ariana toma un par de copas y ladeando una mueca, le indica al mesero que se aleje. —Amiga, brindemos —Ariana levanta su copa —¿Porque? —cuestiono. —Por mi tía, tu madre —levanto mi copa y de pronto recuerdo que su madre es mi tía, aunque llevamos apellidos diferentes la sangre de familia corre por nuestras venas. Sonrío por un momento y levantó mi copa, el sonido del cristal retumba en mis oídos a pesar del ruido que hay en la mansión. . Llevo varias copas de champán, estoy segura de que mis mejillas se enrojecieron, pero el antifaz las cubre a la perfección, Ariana ha conseguido bailar con un apuesto hombre que se ha quitado el antifaz, al igual que ella, al parecer es una regla implícita; si encuentras la pareja correcta te deshaces de las máscaras, dando una señal al resto de los hombres y mujeres hambrientos en este lugar. Camino hasta la barra, en realidad estoy harta de esta fiesta, pienso irme, después de todo, han pasado un par de horas, un hombre detrás de esta me ofrece una copa y acepto, tomó la base con los dedos, la llevó hasta mis labios y percibo el aroma del champán, las burbujas tocan mis labios, humedeciendolos. —Jamás hubiera imaginado, ver a una mujer tan espectacular en este sitio —la voz de un hombre me susurra en el cuello. Giro mi cuerpo enseguida, y por algunos segundos aspiro su aroma, se que su perfume es exclusivo, con tan solo olerlo, y no es que me importe la marca del perfume, lo que en verdad me importa es que un hombre cuide de su cuerpo. Levanto la mirada, muy despacio, y puedo ver cómo su rostro está cubierto por una fina barba, su mandíbula es afilada y sus labios son tan rojos qué hacen un contraste perfecto con el color de su piel, su nariz es respingada y algo que en mi ocasiona un problema de inmediato, sus ojos son grandes y tan verdes, que me hacen perder el aliento. Es mucho más alto que yo, es tan grande y siento que no puedo controlar mis movimientos, —”tal vez deba alejarme” —me digo para mis adentros. —No dices nada, tal vez es un cumplido muy estupido, seguro que lo escuchas cada cinco minutos —replica a sus propias pretensiones. —Son tus palabras no las mías —respondo mientras bebo de mi copa. —¿Necesitas que sea más original? —pregunta y su voz es enigmática, es grave y al mismo tiempo encuentro una dulzura irónica, no puedo ver su rostro, su máscara cubre el resto de su rostro, lo que me impide saber si en verdad es atractivo. —Inténtalo —musito. —Vamos a mi habitación, desnudame y déjame desnudarte y después de que te haga mía, me dices tu nombre —dice él maldito hombre que ha mojado mis bragas sin siquiera tocarme

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