El chico de mis sueños húmedos.
—Ábrete preciosa— demandó con tanta lujuria que mis piernas se abrieron solas.
Mi cuerpo tenso pero dispuesto a recibir todo lo que ese hombre tenía planeado hacer ansiaba por el siguiente paso. Mi respiración estaba totalmente agitada sintiendo la necesidad de que él se apresurara y calmara la calentura que quemaba mi cuerpo.
—Tu solo disfruta —pidió con voz ronca y sexy.
Yo solo sentí como su respiración chocó en mi centro y rápidamente lo invadió con sus labios y lenguas haciendo que suelte un gemido de placer.
Su lengua acarició mi clítoris, mandando una gran ola de calor a mi centro, un fuerte gemido salió de mi boca, mis manos acariciaban su cabello medio largo. Cada caricia era más profunda, hasta que se volvieron lamidas lujuriosas, sabía lo que me hacía, estaba tan extasiada cuando sentía que su lengua me penetraba sin parar, hasta que tuve mi orgasmo.
Eso provocó que mis movimientos en la cama se tornaran desesperados, el sudor recorría por todo mi cuerpo, mojando la fina sábana de seda con la que me cubría.
De golpe me desperté, bañada en sudor y con mi v****a llena de mis fluidos.
Agitada y aturdida, giré la cabeza para ver el reloj que reposaba sobre la mesa de noche, eran las 2 de la madrugada, me sentí mal, frustrada, aquí estoy con unas ganas inmensas de que alguien apague este fuego que arde dentro de mí. Aunque si lo pienso, solo deseo que ese chico, el cual se apodera de mí en cada sueño, sea quien me quite estas ganas inmensas.
Dicen que los sueños se hacen realidad, pero no sé si el mío es solo una fantasía que desearía se vuelva realidad o es un aviso de que podré cumplir este sueño húmedo con ese chico de piel bronceada, ojos negros, cabello desordenado y labios semi gruesos, suspiré profundamente,
«¡Increíble!» pensé.
«¡Hasta su rostro lo tengo grabado en mi mente», agregué en mi cabeza atormentada, mientras miraba el techo de mi habitación en medio de la oscuridad.
«¿Está mal tener un sueño donde te besas con alguien que no conoces? Peor aún, ¿Qué nunca has visto? ¿Qué no sabes si existe?» cuestioné realmente perturbada.
Mal o no, yo los tengo cada noche, es tan guapo, que pienso que no existe tan perfecto príncipe.
Media hora después de tanto pensar, vuelvo a conciliar el sueño, hasta que la alarma de mi teléfono me recuerda que debo ir a clases.
Una hora después estando en la universidad.
—Tienes cara de no dormir —me dice mi amiga que me conoce como a la palma de su mano.
—Otra vez ese maldito sueño, estoy, o casi parezco loca —respondí molesta conmigo misma.
—Eso es porque estás falta de sexo —alegó mi amiga descaradamente.
—Estás completamente loca —repliqué volteando mis ojos.
Siempre me he considerado una chica que sabe lo que quiere y entre ello no está pasar el tiempo con uno y otro hombre. Aunque me muera por saber lo que se siente ser tocada y besada con tanta pasión como lo hace ese chico en mis sueños.
Mis pensamientos fueron interrumpidos por mi loca amiga.
—Mira ese hombre tan guapo, ¿será nuevo? —me dijo ella viendo a otra dirección, decidí levantar la mirada de mi teléfono y ver a quién se refería, justo en ese instante mi cerebro se detuvo.
«!No podía ser!» dijo mi mente casi en una convulsión.
Estaba muy segura de que era él, el chico de mis sueños.
—¡Por Dios, es él!— musité muy nerviosa.
—¿Él?, ¿Quién? —indagó mi loca amiga.
—Es el chico de mi fantasía, el que aparece en mis sueños húmedos —aseguré mucho más nerviosa cuando su mirada se posó en nosotras y fue peor cuando se quiso acercar.
—Me voy, nos vemos luego —fue lo único que le dije a mi amiga antes de salir corriendo.
—¡Oye!, ¿Por qué corres? —escuché que me gritaba, pero no me detuve hasta llegar a un lugar donde me pudiera ocultar y verlo al mismo tiempo.
Y ahí estaba él, salió de mis sueños, y es tan perfecto.
«¿¡Cómo mi fantasía se volvió realidad!?ۘ» pregunté en mi cabeza atormentada pro la fuerte impresión.
Lo observé mientras hablaba con mi amiga, quien sonreía buscándome, estaba segura que hablaban de mí.
Pasaron alrededor de quince minutos y ya no me pude ocultar de él. La directora me llamó para indicarme que ayudará al joven a llegar al comedor.
Mis nervios estaban a flote, su sola presencia bastaba para que mi cuerpo sintiera una ola de calor y mi centro se humedeciera al instante.
—¿Me conoces? —me pregunta el sueño hecho carne a mi lado después de cinco minutos caminando juntos.
—¿Yoo? eh ¡No! —respondí nerviosa.
Claro que lo conocía, pero en mis sueños más húmedos, ¿Cómo le digo que lo conozco a la perfección? Sobre todo en muchas posiciones.
—¿Segura? —me susurró muy cerca.
—¿Por qué lo preguntas? —Interrogué calmando mis nervios, Aunque aumentaron al verlo directamente a esos ojos oscuros que desnudaban mi cuerpo.
«¿Será posible que fuera una especie de vampiro que lee la mente?» Me pregunté a mí misma.
—No lo soy —sus palabras me hicieron abrir los ojos muy grandes al responder como si leyera mis pensamientos.
—Me ves como si fuera un acosador, o algo raro, y no lo soy —explicó y sentí como mi cuerpo volvía a la normalidad al aclarar en su respuesta anterior.
—¡Ah! no para nada —le dije ocultando mis nervios nuevamente.
Él solo asintió y el silencio reinó hasta llegar al comedor, de lejos pude ver a mi querida amiga haciéndome ojitos, pero no le presté atención.
Así pasó un mes donde mis sueños con él aumentaban a tal grado de casi satisfacerme, no lo he podido ver a la cara, ya que solo verlo me sonrojo.
—Nena, estoy loca, antes no sabía que existía, ahora sí sé que existe y no paro de fantasear con él, en sueños, si él se entera me diría que soy una pervertida — le conté con mucho pesar.
—Dile, tal vez te haga el favor —se atrevió a insinuar mi querida amiga.
En ese momento supe que ella no me ayudaría en lo absoluto, sus palabras solo eran que debía aprovechar a ese chico tan guapo que con su mirada me desvestía.
Una semana después:
—¿Quieres que me detenga? —me susurraba al oído al mismo tiempo que me penetraba.
—¡Aah!, no por favor —supliqué, necesitaba que continuará con sus caricias en mis pechos y su vaivén.
Eso no era suficiente para él, me tiró a la cama y abrió mis piernas, las coloco en sus hombros y entro de una sola estocada, sentí dolor pero uno muy placentero al sentir como entraba y salía hasta que nuevamente la alarma me despertó.
Mis fluidos estaban dispersos en toda la cama, no lo podía creer, estaba pensando en que eso no era normal.
Llegué a la universidad y él me miraba como si me quisiera decir tantas cosas, y eso me ponía nerviosa.
—¿Por qué no me dices tus fantasías conmigo? —me susurró en el oído, pegado a mi cuerpo.
De la impresión quedé totalmente paralizada, la interrogante inesperada, su cercanía, el roce de su cuerpo con el mío, me transportó a uno de esos tantos sueños.
—¿De qué hablas? —pregunté tartamudeando.
— Escuché lo que le decías a tu amiga, ¿Por qué no me dices lo que sueñas? —me pidió pasando su lengua por mi oreja.
Yo estaba completamente extasiada de lo que ocasionaban sus actos en mi cuerpo.
—Me tengo que ir... —dije tartamudeando.
Estaba por marcharme y correr hasta perderlo de vista, pero me detuvo pegándome a la pared, se aseguró que nadie me estaba viendo y metió su mano en mi centro, soltó un gruñido delicioso para mí, acompañado de un gemido mío.
Saco sus dedos y los chupo, una ola de calor incontrolable se posó en mi cuerpo.
—¿Quiero saber desde cuándo fantaseas conmigo? —preguntó sin dejar de verme a los ojos.
—Eh…, eh…, 6 meses —tartamudeé con mi respiración agitada.
—¿Fantaseas conmigo desde hace 6 meses? No nos conocíamos para entonces —indaga muy curioso.
—Creía que solo existías en mis sueños y mira, vaya sorpresa. Eres de carne y hueso —le aclaré muy segura.
—Eso es bueno, ¿no?, podemos hacer realidad eso que sueñas —fue directo, me dijo esto con seguridad, viéndome a los ojos, al tiempo que tocó mi cuello con sus largos dedos.
Mi cuerpo temblaba, pero aún más mis piernas, mis ojos se cerraban sintiendo un placer tremendo ser tocada y un poco apretada por mi cuello por el chico de mis fantasías.
—¿No me digas que no has estado con nadie en la vida real? —indagó casi incrédulo.
—Me tengo que ir —quise escapar, pero no me dejó.
—Tu eres mi fantasía y una que quiero volver realidad —me susurró chupando el óvulo de mi oreja.
—¿Qué? —pregunté sin entender.
—Tú también estás en mis sueños, al mismo tiempo, así que volveremos realidad está fantasía —me tomó de la mano y salimos corriendo.
En el parqueadero de la universidad abordamos un auto, que ni pregunté si era de él. Estaba tan extasiada que la sola idea de dar ese pasó me nubló la razón. Llegamos a un apartamento pequeño, me tomó de la mano y nos adentramos a él.
No me permitió ver nada, de una vez reclamó mis labios, con tanta pasión que robaba mi aire, se detuvo para quitar mi suéter y besar mi cuello, lamiendo y bajando hasta mis pechos, con su mirada fija en mí, pasó su lengua sacándome un suspiro, los lamía y mordisqueaba sin compasión, bajo a mi abdomen, me despojó del resto de la ropa y fue dejando besos húmedos. Me puse nerviosa al ver que abriría mis piernas y recordando el sueño las abrí para él.
—¡Buena chica! —celebró con voz de triunfo—. Quiero escucharte, no te limites —me dijo y en segundos sentí su tibia lengua en mi centro, no pude contenerme y cerré las piernas.
—Estas castigadas —me advirtió y sentí su lengua penetrarme, ya no tenía voz, de las veces que gemí tan fuerte.
Se subió sobre mí, reclamando mis labios, distrayéndome para penetrarme delicadamente hasta asegurarse de que estuviese bien adentro.
—Sentirás placer en poco minutos —me dijo mientras se movía lentamente, hasta que sintió que mi caderas cobraban vida, no medimos el tiempo, pero en un solo encuentro fueron muchas las fantasías de mis sueños las que se volvieron realidad.
FIN