Alteza Estoy Embarazada

Desde pequeña he sabido que no soy una simple persona. Padre y madre habían tenido una hermosa relación y de esta había dado como resultado lo común de casi todas las uniones; un hijo, había nacido yo. Creo que la mayoría de la gente está en la espera de - en algún momento venidero - crear vida. No lo sé. Según historias de madre, padre estuvo con nosotras algunos años hasta que tuvo que retirarse por el deber, aún así nunca nos abandonó. Soy fiel testigo del amor que se profesaban. Padre amaba a madre. Padre tampoco era normal. Porta un magnífico legado que no puede ser dejado ni por lo que más pudo querer en la vida: nosotras, su familia. Mi padre, es tan importantes que los demás inclinan la cabeza en su presencia. De esos cargos que te hacían tener amigo de la taza de vino. Padre es un duque. Duque de Liechtenstein. Y, como su hija, su única hija, tengo el derecho de ser la duquesa. La duquesa de Liechtenstein. Había renunciado al puesto por un tiempo, al igual que hizo madre. Había evitado ser presentada en sociedad. Incluso me veía menos con padre últimamente. Mi estilo de vista que, aunque simple, me hacía sentir bien. En paz, sin ser señalada por nadie u ofendida por no tener tantos modales o haber sido concebida fuera de lo que se estipulaba correcto: el matrimonio. El matrimonio, que para mí es una opción y debe depender de ti, no de un grupo de personas sentadas frente a un sillón elegante eligiendo tu futuro. Y precisamente eso pasó. Me alegra saber que su relación era sana, no como algunas de las que he escuchado. De esas en las que los hijos quieren abandonar el hogar debido a la inestabilidad. Pero, el punto no se dirige hacia ahí... Cierto individuo humano e inoportuno, vino a arrasar con mi tranquilidad. Y, de una forma u otra a aceptar los nuevos cambios de mi vida. A su lado.