Capitulo #3

1109 Palabras
Tu vida puede cambiar tanto de una día para otro? Yo creo que si. Un día normal, mi jefe, el más estúpido de todos los jefes, fue a mi oficina a pedirme que... No, no, no, pedirme no, a exigirme que me casara con él. ¿Creen eso normal? Yo no. Después de 3 años en los que solo hubo: 1º- Discusiones. 2º-Malos tratos... Por parte de ambos. 3º-... No tengo un tercero, pero a decir verdad nunca nos soportamos, ¿Por qué yo? ¿Por qué a mí? ¿Tan mísera es mi vida? De todas las mujeres hermosas con las que ha follado, perdón por la palabra, tuvo que venir a elegirme a mi... A la tonta secretaria, sin dejarme otra opción. Personas como él deberían de llevárselos los camiones por delante. Ok no, pero es que me llena de rabia saber que todo mi trabajo no sirvió de nada, que tengo que acoplarme a una estúpida dictadura. Hace una semana mi vida era de lo más normal, de mi casa al trabajo, del trabajo a casa. Tomaba el autobús, charlaba animadamente con el señor Mario, almorzaba con mis compañeros, dormía tranquila y estaba bien. Todo cambio, ahora en vez de dormir cuando llegó, tengo que salir a cenar con el Señor Miller por apariencias, ahora me busca a mi casa y me lleva, todo es incomodo, almuerzo con el, ya casi no duermo, mi mente no procesa todo y no estoy bien, los paparazzis me asechan como León a un siervo, todo por ser la nueva acompañante del famoso Klaus Miller. Misterioso empresario con pasado que es desconocido por muchos, viudo desde hace cinco o cuatro años, poco antes de mi entrada en la imponente empresa, padre de una pequeña de cinco años, llamada Maddison, multimillonario y de buena familia, frío y calculador... E imponente y egocéntrico. No nos podemos olvidar de que es uno de los hombre más codiciando de toda América, por su exótica belleza. ¿Algo más? Lo dudo. Mientras yo, una muchacha de familia humilde, graduada con honores hace 3 años y medio, estudie en la universidad gracias a una beca por mis excelentes calificaciones, y su propósito en la vida es poder ver su pequeño hermano de 10 años caminar. Mis padres siempre han tratado de darnos todo, aunque no tuvimos lujos eso no importa, nos teníamos unos a otros... Teníamos amor y eso es lo importante ¿no?    A veces desearía que todo hubiese sido diferente, me pase mi juventud estudiando, no salía con chicos como solían hacerlo mis amigas, no andaba en fiestas y mucho menos era muy social.   Desearía haber hecho más, haberme divertido... Salir, vivir mi vida antes de entrar a este calvario en el que vivo en este preciso momento. Tenerme que casar en estas circunstancias no es nada lindo.    Pensar en cómo pasa el tiempo... En tu pasado, en el día de ayer, en lo que hiciste hace unas horas, en lo que estás haciendo ahora mismo.   Nos comemos los segundos, los minutos, las horas, los días, las semanas, los meses, los años... Te das cuenta de que no realizaste nada de provecho en esta vida, que dejaste sueños sin cumplir, metas sin lograr.    Y lo peor de todo es que el tiempo no se puede ni comprar, ni vender, ni prestar, ni robar, ni compartir... Tan solo se puede perder, para siempre.    Y aquí estoy yo, apunto de unir mi vida con un hombre que no amo... Cabe mencionar que él tampoco lo hace. Claramente cuando pensaba en el matrimonio, era ese de los cuentos de hadas, donde se enamoraban a primera vista y eran felices por siempre.    Sin previo aviso una carcajada llena de ironía salió de lo profundo de mi ser al darme cuenta de lo estúpido que se escuchaba lo que acababa de pensar.   Haciendo que mi jefe me mirara de reojo, apartando la mirada de la carretera por una milésima de segundo. -¿Qué es tan gracioso? -dijo esta vez, sin mirarme. -Algo que a usted no le incumbe. - dije y rápidamente lo vi de reojo como apretaba los puños y fruncía su ceño, yo volví mi vista a la ventana. Donde se podían apreciar las gotas de lluvia resbalando.   Al parecer octubre había entrado con fuertes tormentas. -¡Oh vamos! Nos vamos a casar, debemos llevarnos bien... Harrintong. -Yo con usted nunca me llevaré bien. -Puedes por una vez en la vida dejar de estar a la defensiva. - ¿sonrío? Creo que era una de las pocas veces que lo veía hacerlo. Al menos sinceramente y se veía estúpidamente hermoso. - te queda muy mal tu plan Harrintong. Te haré tragar tus palabras. -Ya lo veremos. - dije entre dientes. -Por cierto hoy almorzaremos en mi casa, Maddie llega hoy, quiero que te vallas familiarizando mejor con ella.    Esa pequeña diablilla era todo un caso. -Claro. -dije distraída, hasta que algo llego a mi. - ¿Maddie no llegaba dentro de 2 semanas? -Si, pero la extrañaba. - dijo algo ¿nervioso? - Antes de todo. - se quedó pensando en si hablar o no, lo vi dudar. Abrió su boca, pero volvió a cerrarla. ¿Qué se traerá este?  -Dígame. - demande.  -¿Quién era ese con el que estabas la otra noche? - dijo ahora enfadado. ¿Y a este que? -¿Me estaba espiando?- no lo podía creer. -Eh... Yo, ¡claro que no! Solo fui a llevarle unos papeles que olvido en el auto... Ps pensé que serían importantes. -¿Y no se pudo esperar al día siguiente? -Ya le dije, pensé que eran importantes. -¿Y porque no me los entrego? Que yo recuerde nunca deje ningunos papeles en su auto. -¡Podrías dejar de hacer tantas preguntas! j***r mujer. Me sacas de quicio... ¿Qué será de mí en un futuro? -Dijo lo último más para el mismo. -¿Disculpe? -Oh disculpada cariño, ¿Ahora sí me responderás?   Puse los ojos en blanco, el que me sacaba de quicios era el a mi. -Era un primo. ¿contento? -Bastante, aunque no creo que los primos se traten tan cariñosamente. -Dijo con un deje de enojo en su voz. -¿Está celoso? Porque eso sería el colmo. -¿Celoso de usted? Por Dios, Harrintong, solo preguntaba.   Dios dame paciencia, soy muy joven para cometer un asesinato y estar en prisión. Aunque si seguía así, iba a tener que acostumbrarme a la idea.   No le respondí, no tenía ganas de hacerlo... Solo que este viaje se había hecho más largo de lo normal.
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