Maggie Lawson no podía creer que estuviera en la cochera de Noah Carter. O, más específicamente, en la cochera contigua a la casa de Lola, que resultaba ser la residencia de Jayden, su hermano. La sesión de estudio en la biblioteca había terminado en una tregua incómoda, pero el acuerdo de Noah de "ser normal" había sido un compromiso peligroso. Ahora, la "normalidad" significaba que él la había invitado a "compartir un café y ver cómo se ganan unos dólares de verdad".
La cochera era un santuario de la adolescencia masculina: pesas, un balón de baloncesto firmado y, en el centro, el reluciente coche deportivo de Noah. Maggie, con sus jeans y una sudadera con capucha, se sentía visiblemente fuera de lugar.
"A ver, Carter", dijo Maggie, ajustándose las gafas y bebiendo de su vaso de café. "¿Me trajiste aquí para que te lave el coche, o es una metáfora de tu vida emocional? Porque dudo que el champú solucione el desorden interno."
Noah, que estaba en pantalones de chándal y sin camisa, con un físico que la distraía muchísimo, se rió, su cuerpo tenso y atlético, brillando bajo el sol de la mañana.
"Es parte de mi plan para 'ser normal', Lawson. Los chicos normales ganan su propio dinero para salir los fines de semana. Y el coche no se lava solo. Además", añadió, su voz bajando a un murmullo juguetón, "es una oportunidad para admirar mi duro trabajo en el gimnasio".
Maggie rodó los ojos, pero sintió un ligero rubor. "Tu duro trabajo” está muy documentado en cada póster de la escuela, Carter. Concéntrate. ¿Qué se supone que debo hacer?"
"Necesito ayuda con el aspirado interior. Mi coche es un templo, Maggie. Un templo a la velocidad y la eficiencia. Necesito una sacerdotisa de la limpieza ."
"Soy una física, no una aspiradora. Pero de acuerdo", dijo, agarrando el tubo del aspirador. "Solo porque tengo un alto cociente intelectual, no significa que no pueda manejar un tubo de succión".
El trabajo comenzó con una tensión palpable. Cada vez que Maggie se inclinaba o se estiraba para alcanzar un rincón del coche, Noah se movía cerca, su presencia un campo de calor. Él la miraba. Ella lo ignoraba. El aire entre ellos estaba saturado.
De repente, la puerta del garaje de al lado se abrió con un estrépito. Era Lola , con el pelo aún alborotado y una bata de seda.
"¡Noah! ¿puedes dejar de ser un capu—Oh, Maggie. ¡Hola! ¿Por qué estás aspirando el coche de mi vecino?"
"Es una sesión de estudio avanzado en termodinámica", respondió Maggie con secuencia. "El aire caliente tiende a subir y el polvo tiende a acumularse".
Lola se acercó, mirando a Noah de arriba abajo. "No estás vestido para estudiar termodinámica, Ice. Estás vestido para una portada de calendario. ¿Estás coqueteando con trabajos manuales?"
Antes de que alguien pudiera responder, un rugido de motor interrumpió la conversación. Troy llegó en su Mustang rojo convertible, frenando bruscamente frente a la cochera.
"¡Ice! ¡Tío, estoy aburrido! ¿Por qué no vamos a buscar hamburguesas? ¡Oh, hola, cerebrito!" Troy saludó a Maggie con su habitual falta de tacto. "¿Me vas a cobrar por la limpieza?"
Noah suspiro, su mano cubriendo su rostro. "Troy, juro que tienes un GPS interno para interrumpir mis momentos. Estamos trabajando. Vete."
"¿Trabajando? ¿Es una metáfora s****l? ¿Estamos en ese nivel con Maggie ya?" Troy preguntó en voz alta, guiñándole un ojo a Lola.
Lola le dio un golpe en el brazo. "¡Cállate, Troy! Y no, no es s****l. Es un intento de Ice de demostrar que tiene una vida normal. Que claramente fracasa cuando estás tú cerca."
La escena era ridícula: Lola en bata, Troy gritando sobre sexo y hamburguesas, y Noah, sin camisa, tratando desesperadamente de mantener una fachada de normalidad frente a la chica que más le interesaba en la vida. Maggie se echó a reír. No una risa burlona, sino una risa real, liberadora.
"Esto", dijo Maggie, señalando a Lola y Troy, "es lo que llamo 'El Teorema del Caos Inevitable' . No importa cuánto intentes imponer orden, la entropía del universo siempre aumenta en presencia de idiotas".
Noah sonrio, y esta vez, fue una sonrisa de complicidad total. "Bien, voy a tener que llevarte a lugares donde mis amigos no puedan encontrarnos. Gracias por ilustrar mi punto, Lola, Troy. Ahora, fuera."
Una vez que el caos se hubo retirado, el silencio volvió, más denso que antes. La risa de Maggie se extinguió, y solo quedó la conciencia de la cercanía de Noah. Él se acercó, la luz del sol brillando en sus ojos azules.
"Lo siento por eso", susurró Noah, su voz grave. "son... mis variables no deseadas."
"Son divertidos", admitió Maggie. "Pero lo siento por la molestia. Realmente no tienes que pasar por todo esto".
Noah se detuvo, su mirada fija en ella. Había una nueva seriedad en sus ojos, la misma intensidad que mostraba cuando se preparaba para un tiro libre. "Sí tengo que hacerlo, Maggie. Si quiero un 'nosotros', tengo que ganármelo. Y tienes razón. El beso en la biblioteca fue un movimiento de idiota. Quiero arreglarlo".
Se acercó lentamente, su mano, cubierta de burbujas y jabón, se levantó. En lugar de tocarla, se detuvo, su palma extendida hacia su rostro, esperando.
"¿Puedo... puedo borrar esa impresión, Lawson?" preguntó, con una vulnerabilidad que derritió el hielo de su apodo.
Maggie sintió que todo su sarcasmo y su defensa se desmoronaban. La verdad era que, a pesar de su mente gritando cautela, su cuerpo anhelaba su contacto desde el momento en que se había ido.
"Sí," susurró ella.
Noah cerró la distancia. Esta vez no fue un robo. Fue una entrega silenciosa y mutua. Sus labios se encontraron. El beso fue lento al principio, una pregunta silenciosa. Noah frotó suavemente su barbilla áspera contra la suave piel de su mejilla antes de profundizar. Su sabor era a menta y café fuerte, una mezcla embriagadora.
Maggie se rindió al instante. Sus manos, que habían estado agarrando el tubo del aspirador, se deslizaron hacia su espalda desnuda y musculosa, sintiendo el calor crudo de su piel bajo sus dedos. Era como si la fórmula de Coulomb se hubiera activado, la fuerza de atracción era ahora máxima .
Noah gruñó en su boca, sus brazos rodeándola y levantándola del suelo. La colocó suavemente sobre el capó del coche deportivo, sus cuerpos presionados uno contra el otro. El beso se hizo más exigente, más sensual. Noah movió sus labios con una urgencia que hizo que Maggie gimiera en su boca, un sonido de pura necesidad.
MAGGIE
Su boca era experta y caliente, reclamando la mía con una pasión que era todo lo que él era en la cancha: intenso, enfocado, ganador. Mi cuerpo se arqueó instintivamente, presionando mis senos contra su pecho duro. Sentí la erección incipiente bajo su pantalón de chándal, una prueba innegable de la química que había entre nosotros. Era una conexión eléctrica, un choque de cargas que no podía ser detenido por la lógica. Él era el caos, y yo era la científica que quería estudiar cada centímetro de su disfunción. Uno de sus dedos se deslizó bajo la sudadera y rozó la piel de mi vientre, y el contacto hizo que un fuego se encendiera en lo más bajo de mi abdomen. Era un explorador, y yo, su territorio virgen.
Noah se separó ligeramente, con el aliento agitado, su frente apoyada contra la mia. Sus ojos azules estaban oscuros, llenos de un deseo tan intenso que me hizo jadear.
"Esto... es real, Maggie", jadeó él, sus labios rozando los mios. "Esto no es un juego. No es Tatiana. Eres tú. Y yo. Y esta jodida... fuerza explosiva ".
"Sí", respondí, con mi voz temblando. "Es real. Y no tienes idea de en qué te acabas de meter, Carter".
Él sonrio, su arrogancia volvió, pero esta vez, estaba teñida de un respeto nuevo y peligroso. "Me gusta el riesgo, Lawson. Enséñame."