17 LA LEY DE LACONEXION ELECTRICA

1025 Palabras
La atmósfera después del desayuno con mis padres era una mezcla de tensión y triunfo. La Doctora Lawson era una leyenda, lo que le había dado a Maggie un pase de estatus, pero mi madre había sembrado la duda sutil sobre su enfoque. Yo necesitaba disipar esa duda con hechos, y el hecho más innegable era la química que teníamos. "Bueno, hijo, tu madre y yo vamos al club," anunció mi padre, el Dr. Carter, recogiendo sus llaves y su maletín. "Margaret, fue un placer. Noah, recuerda: disciplina." Mi madre se despidió con su beso pulcro. Justo cuando se iban, Maggie recibió una llamada. "Es mi madre," susurró. Ella se alejó unos pasos para responder, su voz baja y rápida. "Hola, mamá. Sí, ya terminé de desayunar. Estoy con Noah. ¿Qué pasa?... ¿Una emergencia? ¿Tienes que cubrir otro turno? ¿En la clínica del hospital? Oh... entiendo. Sí, por supuesto. No te preocupes por mí. Me quedaré en casa de Lola, ya sabes, la pijamada de estudio de última hora. Sí. Estaré bien. No, no tienes que venir. Te quiero, cuídate." Maggie colgó, y una sonrisa de satisfacción se extendió por su rostro. La adrenalina de la mañana se combinó con la travesura. "Regla de la física: la emergencia médica de mi madre y la coartada de Lola son directamente proporcionales a nuestra falta de inhibición," dijo, acercándose a mí. "Coartada de Lola asegurada. La casa es nuestra hasta la noche." "La Ley de la Urgencia Desesperada acaba de recibir un impulso de energía," respondí, sintiendo cómo la tensión de la mañana se transformaba en deseo. Eran las diez de la mañana. Mi casa estaba vacía. No había mejor momento. La tomé de la mano, y corrimos hacia las escaleras, riéndonos como dos adolescentes que acababan de salirse con la suya. Subir las escaleras a mi habitación nunca se había sentido tan crucial. No era solo un acto físico; era la declaración de que el mundo exterior, el drama de Tatiana, mi futuro, la presión de mis padres, todo, podía esperar. Solo existía la puerta cerrada con llave de mi dormitorio y Maggie. La tomé por la cintura y la empujé suavemente contra la puerta, sellando la habitación. El sol de la mañana entraba por las persianas, iluminando el polvo en el aire y la urgencia en sus ojos. La besé con una ferocidad que me hizo temblar. No había palabras, solo el lenguaje de los labios, la piel y el deseo. Ella me besó de vuelta con la misma intensidad, sus manos se deslizaron a mi nuca, profundizando la conexión. Rompí el beso solo para jadear. "No... no voy a ir despacio, Lawson. No puedo. No después de esa semana." Ella sonrió. "La Ley de la Urgencia Desesperada, Carter. Yo tampoco. Pero quiero que sepas que esto es... es real. No una distracción." "Es más que real," respondí, y me deshice de mi camiseta. Ella sonrió y se deshizo de su propia ropa con una rapidez que delató su propia urgencia. Los jeans cayeron al suelo, y luego el sujetador. Ella era la cosa más preciosa que había visto. Ella se sentó sobre mis muslos, desnuda. La fricción de su piel fue suficiente para encender todo el potencial que habíamos estado acumulando. Sus labios encontraron los míos de nuevo. Mis manos se deslizaron hacia su cintura, levantándola para que mi boca pudiera encontrar la curva de su cuello y, finalmente, la suavidad de sus senos. Me posicioné entre sus piernas. La urgencia me estaba consumiendo. Me desnudé por completo. El contraste de nuestros cuerpos, el mío grande y duro, el de ella suave y receptivo, era la fórmula perfecta. "Tenemos... tenemos que..." jadeé, buscando el condón en la mesita de noche. "Lo sé. Sé la regla," me interrumpió, su mano suave pero firme guiándome. Sus ojos se clavaron en los míos, una conexión intensa que me ancló. Cuando entré, la sensación fue una descarga eléctrica tan intensa que mi visión se llenó de manchas doradas. Era la cosa más apretada, más cálida, más perfecta que jamás había sentido. Ella me envolvió. Era más que sexo; era el punto de equilibrio de mi caos. Me moví lentamente al principio, observando la reacción en su rostro. Ella tomó el control. Sus caderas se movieron, ajustando el ritmo, acelerándolo, pidiéndome más. Sus manos se deslizaron a mi espalda, sus uñas rasgando mi piel. Vi el momento en que se rompió. Sus ojos se abrieron, llenos de lágrimas de placer, y gritó mi nombre, un grito ahogado y primitivo. Su cuerpo se tensó a mi alrededor, contrayéndose en espasmos. Su clímax me arrastró. El placer se convirtió en dolor, y luego en una liberación explosiva que me hizo gritar. Me solté en ella, el potencial acumulado se liberó con una fuerza que me dejó temblando y exhausto. Nos quedamos allí, respirando el mismo aire, los cuerpos sudorosos y entrelazados. Estaba demasiado pesado para moverme. "Eso... no fue un simple lanzamiento, Carter. Fue una supernova," susurró, su voz era profunda y contenta. "Tú eres la razón por la que mi física se volvió interesante, Lawson," respondí, mi voz era un susurro ronco. Me giré, rodándola a mi lado, y la abracé, cubriéndonos con las sábanas. Ella se acurrucó contra mí. La calidez era abrumadora. "No es solo sexo, ¿verdad, Noah?" preguntó ella. "No. Es la única vez que no me siento como 'Ice' Carter, la estrella. Siento que soy solo yo. Contigo," le dije. Y allí, en medio de las sábanas desordenadas de mi cama, mientras la adrenalina se calmaba, un miedo nuevo y frío me invadió. Me sentía demasiado expuesto, demasiado vulnerable, demasiado dependiente de esta chica. El recuerdo de la duda sembrada por mi madre y la advertencia de Jayden sobre Tatiana se filtraron en mi mente. ¿Y si este sentimiento increíble era lo que iba a arruinar mi futuro? Miré a Maggie, dormida a mi lado. No. Yo iba a tenerlo todo: a Maggie y mi futuro. Pero la certeza de que algo malo se acercaba, algo que Tatiana estaba tramando en las sombras, me impidió volver a conciliar el sueño.
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