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Solo en sueños

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drama
misterio
spiritual
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Descripción

Mitzy, solo ella podrá volver real este amor, solo ella tiene el poder de cambiar su destino, pero no sabe que puede, no sabe que debe.

Él simplemente misterioso, poderoso, pero aun así temeroso. Sabe que ella es su destino, pero no se atreve a forzarlo, solo lo deja fluir.

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1. Sueños/realidades
Me despierto agitada, mi cuerpo tiembla por la emoción del momento. ¿Estaré loca? ¿Es posible sufrir un orgasmo tan intenso en un sueño? No sé qué me pasa, pero ya desde hace más de cuatro meses llevo acostándome con el mismo hombre, lo raro es que solo sucede en mis sueños. Creo que se debe a que mi cuerpo reclama atención, hoy se cumple año y medio que termine con Marcus, desde ese tiempo no he tenido relaciones con nadie, quizá esa sea la razón. Observo la hora y tengo el tiempo justo para ir a la casa de la que dice ser mi madre y como cada seis meses, debo llevar los recibos de su arriendo y servicios pagos, esos que el dueño del pequeño apartamento que ella ocupa solicita todos los primeros días del mes de enero y Julio. Hoy ya es 3 de julio, sé que el señor Martin estará pronto en la ciudad, así que no deseo inconvenientes con Francisca Hernández, nombre de mi progenitora, a la que por cierto no debo nada, solo el hecho de hoy vivir en el planeta tierra. Me baño y tomo lo primero que me enseña el ropero. Una camisa tipo polo rosa, un pantalón de dril, y unas converse negras, recojo mi cabello con una coleta, aplico algo de base en mi rostro, pinto mis pestañas, y aplico el labial palo de rosa que compré en el local de rebajas ¡amo este labial! Camino hasta la estación del bus, observo como se detiene y subo. Saludo al conductor, pago mi pasaje y me ubico en las sillas del fondo. No me gusta escuchar las conversaciones que las personas suelen tener en el transporte, por esa razón mis audífonos, mis gafas y un buen libro, no pueden faltar. Busco en mi celular la carpeta con los temas de mi cantante favorito del momento, es un tailandés que canta como se ve, o sea como un ángel. Dejo que Mew Suppasit me deleite con el tema Season of you, me coloco los lentes e inicio a leer un libro de ángeles y demonios que encontré abandonado en un parque al que fui para distraer la mente, creo que se día estuve de suerte, no es fácil encontrar un tesoro de estos en un lugar público y lo mejor es que su dueño desapareciera como por arte de magia. Despego la mirada solo para observar en qué lugar de la ciudad voy y cuanto más puedo seguir disfrutando de mi lectura, una que no puede continuar ya que mi destino está en la siguiente parada. Creo que la lectura y el tiempo son aliados maléficos, solo es sacar un libro y los minutos se vuelven segundos. Bajo del bus luego de estar en este por 40 minutos, los 40 minutos más cortos cuando de leer y escucha la voz de mi adorado se trata. Suspiro para llenarme de valor, siempre que vengo donde Francisca, terminamos envueltas en una discusión por sus absurdas ideas de la redención de los pecados para obtener la salvación, una de la que ella no debería ser parte, pero, en fin, solo el ser al que llaman Dios tiene la última palabra. Golpeo y espero que ella abra o lo haga una de sus hermanas. Creo que hoy no hay nadie más en casa, ya que es mi progenitora la que me recibe con la misma emoción de siempre.  ─ Hola, pensé que era Sonia, pero siga. ─ En su rostro puedo ver el amor de madre que me tiene, uno que no trata de disimular, es algo así como ser obligado a comer la peor de las cenas. ─ Lamento desilusionarla, madre. ─ Contesto con un deje de burla en la última palabra. ─ Espero que su visita sea breve, no deseo que mis amigas vean la clase de hija que tengo. ─ No me haga reír, que no estoy para chistes. ─ Agrego dejando el sobre con los documentos en la mesa y en espera de sus palabras cargadas de odio, unas que retumban en el lugar. ─ No se trata de un chiste, se trata que estoy cansada de ver cómo vas por la vida siendo una vil mujerzuela. ─ Pero como disfrutas de la plata de esta mujerzuela. ─ Odio que ella siempre me llame así, llevo tanto tiempo aguantando sus insultos que hoy les pondré fin. Dejo que todo lo que mi boca ha callado salga sin filtro alguno. ─ Crees que por cargar con esa biblia bajo el brazo ¿serás perdonada? Es tan irónico creer que los pecados se borran con decir unas cuantas oraciones y ya. Acaso se te olvido las muchas veces que me vendiste por alcohol, espera. ─ Cruzo mis brazos, hago la que piensa, sonrió y continuo. ─ No digas que con esa biblia borras todas las cicatrices de mi espalda provocadas por los latigazos que me dabas por escapar en las noches de las garras de tus amantes y no dejarme violar. ─ Cállate. ─ Su grito es acompañado por una bofetada, bofetada que no logra más que mi ira. ─ Crees que esto me detendrá Francisca. ─ Digo sobando mi mejilla y regalándole una sonrisa ladeada. ─ Eres tan patética fingiendo ante tus hermanos de la iglesia orar por el alma perdida de tu hija la prostituta, cuando los que me recen ir al su supuesto infierno son ustedes por falsos e hipócritas. ─ No blasfemes, acá la única que ira al infierno por su comportamiento y no hacer nada por salvar su alma eres tú.  ─ Escuchar las sandeces que mi madre dice, solo logra que mi respuesta sea la más sincera de este mundo. ─ ¡Alma! ─ Digo sorprendida. ─ Si mal no recuerdo esta alma ha vivido en el mismo infierno desde que tiene memoria, así que no hablemos de salvar algo que tu dañaste.  ─ ¿Por qué no te largas? Ya dejaste lo que es importante, así que no tienes nada más que hacer acá. ─ Con gusto madre ─ Antes de salir y sin girar agrego en todo de burla. ─ Pero recuerda que pese a ser una pecadora como me llamas. Cada noche puedo dormir tranquilamente, ya que no tengo culpas que me agobien, pero la verdadera pregunta es ¿Puedes hacer lo mismo? No dejo que conteste, solo salgo y agito la puerta tan fuerte que, fue una fortuna que esta no se desprendiera de su lugar. Cada día me pregunto lo mismo ¿Cómo un ser como ella pudo ser madre? Algo que sin duda nadie me contestará. Para apaciguar en algo el mal momento, decido caminar e ir a la nueva tienda de lencería.  No lo pienso mucho, ingreso, escojo un conjunto muy sexy en encaje y de color rojo ¡Si! Soy una pervertida, pero no me puedo contener. Tengo claro que mis encuentros sexuales son solo en mis sueños, pero eso no evita que me quiera ver provocativa, de hecho, es curioso pero la lencería que utilizo cada noche, es la misma que aparece en mis sueños, razón por la cual me esmero en comprar siempre la más atrevida. Así sea un invento de mi imaginación, pero debo complacer a mi hombre, ese que me hace vivir un paraíso sin límite. Antes de llegar a mi lugar de trabajo, decido guardar muy bien mi compra, no deseo que Paula descubra mi adquisición y termine por robarla como la vez pasada. Mi lugar de trabajo es todo para mí, es mi refugio y mi hogar. Recuerdo que llegue al Table dance club las conejitas, un sábado 12 de noviembre, ese fatídico día cumplí mis 15 años, también culmine mi año escolar. Jamás pensé que el regalo de mi madre por mi cumpleaños, fuera entregarme a un anciano de 50 años, cuyo placer era comprar la virginidad de muchachitas sin un buen cuidador, tal como era mi caso. Me negué a ir con ese cerdo asqueroso. Pensé que mi madre había cambiado de opinión, ya que no me obligo a ir con él, solo le pidió al tipo que me diera tiempo, un tiempo que yo no estaba dispuesta a contemplar. Que tonta fui al creer en las palabras de Francisca… Cuando salí ese día del colegio eran las 9:30 de la noche, sé que es raro, pero me tocaba trabajar en un restaurante lavando trastes para poder asistir al colegió, es así como terminé en el horario de la noche. Sebastián un compañero me llevaba todas las noches a mi casa, pero ese día su madre enfermó y le toco salir de clase. Como lamenté que él no me acompañara, pues ese día unos tipos estaban esperando por mí a las afueras del plantel. No sé cuánto corrí. Correr era lo único que podía hacer para salvar mi virginidad, pues era más que ovio que había sido entregada a mi comprador. Trepé el muro que da al cementerio, esa noche no tuve miedo de ese lugar, quizá, estar entre los muertos era más seguro que estar en la calle con personas ebrias que me ignoraban por más que pedí su ayuda. Cruce todo el camposanto hasta salir a la vía principal. Observe hacia ambos lados y lo único que divise fue un puente con personas habitantes de calle que se drogaban o descansaban bajo el. Algo me empujó hacia ese lugar. Caminé con temor, unos me miraron con incertidumbre, otros me ignoraron y algunos me ofrecieron droga, quizá pensaron que fui a comprar o a pedir una prueba gratis. Una anciana me llamo, me ofreció un lugar a su lado, no pensé mucho, ya no tenía a donde ir y menos a quien acudir. Me acurruque a su lado, tome mis piernas y me abracé a ellas, no pude evitar que mis lagrimas salieran cual cascadas, con un suspiro dije: Feliz Cumpleaños Mitzy, felices y maldecidos 15 años. Le conté parte de mi historia a Judith, ese es el nombre de la anciana de más de 70 años que me brindo lo que mi madre me negó… un refugio, una palabra de consuelo y una salida a este infierno. Le pedí que me ayudara a deshacerme de lo que mi madre tanto deseaba, ¡así es! Mi virginidad, sin ella ya no tendría motivo para venderme, no digo que quererme porque nunca lo ha hecho, así que eso no es lo que buscó, solo quería un poco de paz y vivir una vida algo tranquila. Aunque me miro algo sorprendida, me ayudo, dijo que faltaba poco para las 11 de la noche, que, si nos dábamos prisa, llegaríamos antes de que se iniciara el show y la dueña no nos pudiera atender.  No sé de qué show hablaba o a donde nos dirigíamos, solo sé que a mi casa no volvería nunca más y que vivir debajo de un puente era mejor opción que, ese lugar que supuestamente era mi hogar, pero que en realidad era mi infierno. Cuando llegamos ella me pidió que la esperara un momento. Las luces del letrero me indicaron que se trataba de un Club donde muchos hombres o mujeres buscan más que tomar un par de copas. Luego de un par de minutos salió Judith con la dueña del lugar, Hanna fue como dijo que se llamaba. Hanna es la fundadora del Club y ahora mi jefe, es una mujer hermosa y de un sentido del humor único. La anciana le relato lo que yo le había contado minutos antes, pero Hanna no dijo nada, solo me miro, sonrió de manera fraternal y me pidió que ingresara. Pasadas las tres de la mañana, Hanna ingresó al cuarto donde me quede, era su lugar de descanso de cada show, me dijo que la acompañara al tercer piso. En ese piso ella vivía junto a algunas de las chicas del club. No preguntó o indagó si era verdad o mentira lo que Judith había dicho, solo agrego que había tenido suerte en hallar a su vieja amiga y protectora, que ella tuvo una niñez similar, pero que no logro escapar de su verdugo, así que entendía por lo que estaba pasando, que no me preocupara, que perder mi virginidad no era la mejor de la salidas, pero que podía cambiar y dejar todo en el pasado si yo lo deseaba, que este podía ser mi nuevo hogar y que no tenía por qué ser o hacer lo que ellas para ganarme la vida. Las palabras de Hanna me sorprendieron, nunca antes había sentido o tenido un gesto de compasión por mí, no sin pedir algo a cambio. Pero todo lo que me pidió fue que ayudará con la limpieza del lugar y las cosas de las demás chicas. Todas son realmente hermosas, cuidan demasiado de sus cuerpos ya que se dedican a deleitar con ellos a los hombres de la ciudad, pero no a cualquier tipo de hombres, a este lugar llegan extranjeros que adoran pasar el rato con latinas despampanantes como lo son ellas. Algunas solo bailan, pero otras ofrecen sus servicios de acompañamiento s****l. La verdad enterarme de lo que ellas hacían, no me asombro en lo absoluto, tengo claridad de lo que es este mundo desde que tengo uso de razón y un claro ejemplo en casa, solo que mi madre no fue astuta y solo por una botella de alcohol ofrecía su cuerpo. Cabe aclarar que yo no trabajo en ninguna de las dos actividades que ofrece el Club, yo soy contadora en el día y en la noche la al capone ¡sí! La que pone la música o la DJ. Hanna jamás dejó que nadie me tocará o acercara, ella me ha protegido junto a las demás muchachas. Hace un año me marché a mi pequeño pero cómodo aparta estudio, creo que era justo irme sola después de convivir con ellas por más de 10 años. Regresé a la casa de Francisca cuando cumplí 20 años, ella estaba en la pobreza absoluta, pero con la convicción de entregar su vida a cristo y ni se a que más seres religiosos. Ofrezco disculpas si ofendo a algún creyente, pero mi vida no es precisamente un ejemplo de milagros o vivencias con protección divina, por el contrario, crecí rodeada por el mal y la desgracia, desgracia que se esfumo gracias a Judith y a Hanna. Lamentablemente mi bella abuela salvadora murió hace más de dos años, pero visito su tumba cada mes para dejarle las margaritas que tanto le gustaban, nunca acepto mi ayuda o vivir en un mejor lugar, ella decía que era un ángel protector y que su deber era estar en las calles para salvar a pequeñas como yo de su destino cruel. Algo que en su momento me puso a dudar de si ella era o no humana, pues en mi libro se habla de parcas o ángeles de la muerte, esos que influyen en el destino de muchos. Pero fue algo que ella no tuvo tiempo de explicar ni yo de preguntar, pues su muerte fue tan repentina que nadie se despidió de nadie. Pero como decía, volví a la casa de Francisca y decidí ayudarla, le conseguí donde vivir y me hice cargo de sus gastos. No estaba buscando su amor ni nada parecido, solo que, por más que vea lo malo, ella es y seguirá siendo mi madre, una que me dijo que era lo mínimo que podía hacer para redimir mis pecados, desde ese día es la misma terapia, ella cree que soy una mujer que vende servicios corporales y yo no deseo desmentir su teoría, total, su percepción no me interesa, como le dije ese día, hasta el diablo merece compasión y ella es la representación de uno, por lo menos para mí, eso fue algo que aprendí de Judith. Ella siempre decía que ni el diablo es del todo malo, ni Dios un completo santo, que cada ser es digno de bondad u odio dependiendo de los ojos con los que se les mire. Es por eso que comprendí que ayudar a mi progenitora, era más una obra de caridad que una retribución   a sus cuidados.  He pasado por tantas cosas, que no me extraña que mi locura me haya llevado a tener un amante imaginario, uno con el que paso las mejores noches. Ese amante que, aunque no hable, sabe lo que tiene que hacer sin que yo emita una palabra. Muchas veces he querido preguntar qué es o quién es, pero no me atrevo, es como si el temor de que se aleje, sea más grande que la curiosidad que tengo por descubrir al amante tras mi sueño. Ingreso a mi apartamento, tomo un ligero baño y me pongo la lencería nueva, me miro al espejo y realmente me veo bien. Me aplico una crema hidratante, maquillo mi rostro de manera suave, no me gusta que, vea a una mujer cargada de maquillaje, por eso para él deseo estar lo más natural posible. Miro la hora y ya son pasadas las 10 de la noche, hora en la que inicio a buscar los brazos de mi amante. Cierro los ojos y lentamente el sueño se apodera de mi Siento como las sabanas se resbalan por mis piernas, el sonido tenue del colchón al hundirse, me indican que él se está ubicando sobre mi cuerpo. No me da tregua, se apodera de mi boca con una desesperación tan frenética que descontrola mis sentidos, sentidos que logran que, hasta la última fibra de mi cuerpo gima ante sus besos húmedos. Tomo fuerte la sabana entre mis manos, ante la impotencia de la ruptura de sus besos. Siento su mirada penetrante sobre mi cuerpo, sé que le complace lo que ve. Tomo el valor para abrir los ojos ¡Demonios! Es lo único que puedo decir al ver ante mí, el más perfecto de los rostros varoniles. Mi respiración se torna torpe, jamás pensé que mi sueño se diera en plena luz del día. Por lo regular nuestros encuentros son bajo la oscuridad de la noche, esta es la primera vez que logro contemplar las facciones tan enigmáticas que adornan su rostro. Me observa complacido, dibujando una curvatura en su boca con un deje de placer y sensualidad, una que logra cerrar mis parpados para entregarme al más maravilloso placer. No recuerdo en qué momento mis manos se atrevieron a tocar de manera lenta todo su largo y firme torso. Acaricio con parsimonia grabándome cada detalle de esos músculos que forman sus pectorales, esos que bajo la noche lamí como si de un manjar se tratase. Me perdí en esa mirada fija que, por un instante se ocultó por culpa de algunos mechones rebeldes que enaltecieron aún más su encantador aspecto, ese que me llevo a hundir mis dedos en lo profundo de su sedosa cabellera y apretar con sutil brusquedad la base de su cuello. De lo único que me di cuenta fue de que mis labios se abrieron para corresponder con la misma fiereza, con la misma desesperación y el mismo deseo que los suyos me tomaron. Jadee estremecida ante el retiro de mi sujetador, y seguido por el tacto de su mano derecha masajeando mi seno con necesidad, con anhelo, con pasión. Sentí que iba a colapsar cuando su boca tomo mi pecho y lo succiono con delicadeza en lo que mordía el pezón con una maldita destreza que me dejo perdida, completamente perdida en el destello delirante de su ronco gemir. Hoy no es solo sexo, sus caricias tienen un toque diferente, un toque que me inquieta, es una sensación tan estremecedora que por un instante me dejó congelada, temblorosa, confundida… ¿Estaré enamorada de este hombre? ¿Podría alguien enamorarse de un fantasma? Algo trato de romperse en mi interior ante ese cuestionamiento, sé que él no es real, pero el miedo de no volver a tener su compañía y no sentir sus caricias me hace creer que, en verdad me enamore de un fantasma, me enamore de la nada. Una exhalación corta sobre la base de mi cuello hace que mis miedos se detengan, solo me queda disfrutar el momento, ese que tendrá fin cuando el despertador así lo indique. Él sabe que me descontrola, que me droga con su toque, no logro entender que me pasa. ─ ¿Qué o quién eres? ─ Sin pensar mis palabras salen con dificultad por sus caricias. ─ No creo que te guste saber, preciosa. ─ Su voz jadeante es tan malditamente angelical y sensual. Estoy por creer que todo en este hombre es perfecto. ─ ¿Por qué estás tan seguro? ¿No crees que es algo que debo decidir? ─ Mis preguntas salen entrecortadas ante la fuerza que ejerzo para controlar mi respiración. Una de sus cejas se eleva solo un instante sobre esos orbes diabólicos de color platinado, un gesto que me hizo saber que mis preguntas no eran la respuesta que él esperaba. ─ Puedo ser tu salvación o ─ Pauso. Ver esa risa ladeada y sentir como sus manos suben de manera tortuosa por mi espalda, me hacen gemir en un gesto de pacer, arqueando mi espalda al mismo tiempo que mi mano voló de su pecho para tomar su antebrazo, quise apartarlo, en verdad que sí. Pero no puede. ─ Tu perdición. ─ Terminó soltando entre dientes. Pestañeé una y otra vez, tenía la necesidad de salir del shock en el que sus ojos me envolvían. Pero se equivocaba si creía que sus palabras me harían retroceder a lo que tanto he deseado saber. ─ En esta vida he estado perdida, más de lo que te puedas imaginar. ─ Conteste. Lo vi ladear ligeramente su rostro con esa severidad que resaltaba más sus perfectas facciones masculinas. ─ Y para ser salvada, no creo que esta sea la forma más adecuada de purificar un alma. ─ Le recalqué. ─ Suenas tan segura, preciosa, pero te equivocas. ─ Su espesa voz desvaneció mi razonamiento, solo podía prestar atención a la intensidad de su mirada y la sonrisa tan hipnótica que me está regalando. ─ No tengo permitido revelar mi identidad, pero no soy ni lo uno ni lo otro. ─ No me permitió emitir palabra alguna, me dio un beso casto, se levantó, incorporando su escultural figura frente a mí. ─ Lo único que debes saber, es que soy real, tan real como tus sueños. ─ ¿Cómo? ─ Aventé, hundiendo mi entrecejo, dejando ver mi conmoción ante sus palabras. Me levante de la cama, tome un cigarro de la mesa y lo encendí. Error que lamenté, pues con la primera calada me desperté con las hormonas completamente alborotadas y sin más solución que un baño de agua fría a las 3 de la mañana. En momentos es que odio tener una boca que habla sin control, si tan solo me hubiese quedado callada, si no hubiese lanzado esas preguntas, él estaría aun en mi lecho, aun en mis brazos…

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