Samanta Fernández
9 de marzo de 2009, 06:30 am.
Me desperté en el sofá, bajo los fuertes brazos de Ignacio quien nos habíamos dormido en la sala de mi departamento. Me pareció romántico la noche de ayer, Ignacio supo cómo volver especial el encuentro y yo me rendí completamente ante él, después de la cena llegamos a tomar de un buen vino blanco, no estuvimos embriagados pero supimos cómo controlarnos. Trato de separarme de sus brazos quitándomelos de encima, pero no evite despertarlo, me sonrío cuando me vio muy cerca de él, pareciendo ser el mejor cómplice.
-Menuda forma de despertarme, ¿Cómo has amanecido?
-Pues, algo incomoda, tú cuerpo no me sirve de colchón.
-Ah, bueno, creo que la próxima vez seré más cómodo.
Me levanto del sofá y me dirijo a la cocina para tomarme un vaso de agua, tengo un poco de resaca y quisiera tomarme una pastilla.
-¿Qué piensas hacer hoy? – me abraza por detrás.
-Bueno, quisiera ir a una entrevista de trabajo, tenía que ir hacia unas cuantas semanas, pero estaba enferma, así que, voy a ver si tengo una oportunidad.
-Ah, me llamas cuando termines…
-¿Qué vas a hacer hoy?
-Bueno, quiero organizar algo en la clínica, antes de irnos a Inglaterra.
-Ah, sí, ¿Te he preguntado cuanto tiempo duraremos por allá?
-No recuerdo, sólo un mes y después nos regresamos – da la media vuelta – me iré entonces.
-Está bien, te llamaré cuando termine todo, como acordamos.
Me quede ahora sola en mi departamento, junto con mis miedos y preocupaciones sobre mi vida con Ignacio, es normal en todo relación de pareja, pero siempre llega a surgir de todas formas. Sacudí mi cabeza y trate de sacar esos pensamientos no convenientes.
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***
Me encuentro en la entrada de la editorial, caminando con mi libro en mi maletín, teniendo la esperanza de que mi obra sea publicada o que quizás sea considerada como una historia “interesante”
-Buenos días, tenía una entrevista con el señor…
-¿Usted como quién es? – me dice la recepcionista.
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-Me llamo Samanta Fernández, soy la jefa de redacción de distintas editoriales en Suiza. Tenía una previa entrevista con el director de esta misma agencia editorial…
-Señorita – se quita los anteojos – el señor Robinson es un director que todo el tiempo está de mal humor, no creo que pueda entrevistar hoy, además, este mes no estamos realizando ninguna, fue hace unas semanas que lo hicimos. El próximo proceso será dentro de un mes – vuelve a teclear en su computador.
Di la media vuelta para retirarme del sitio, ¿Qué podía hacer? No podía quejarme o protestar por ello, aunque, me esforzaba en tener una fuente de esperanza y no llegar a decaerme, pero no lo evite, después de tantos rechazos que he recibido como escritora, pero hay una luz que sigue brillando en mí, mientras que siga iluminando no me rendiré… Eso espero.
-¿Por qué tan triste muñeca? – me sonríe.
Observo un hombre pasar por mi lado cuando iba a salir por la puerta, simplemente lo ignoré y seguí mi camino.
-¡Señor Robinson! Tengo su informe bien redactado para su conferencia de esta tarde – le dice su recepcionista.
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Me devolví para poder hablar con el señor Robinson y observe a la recepcionista mirarme de forma arrogante, pero no me importo en lo absoluto, sólo quería hacer lo que me proponía al entrar, en verdad hablaba cuando decía que no me rendiré fácilmente.
-Señor Robinson – me acerco hacia él en recepción.
-Ah, dime preciosa, ¿En qué te puedo ayudar? – posa sus manos en sus caderas.
-Iba a tener una entrevista hace unas semanas con usted, pero estuve muy enferma y por eso no asiste a la debida fecha que me habían acordado… ¿Podrá ser ahora mismo? Necesito a que me entreviste.
-Ah, no hay problema, ¿Para qué es la entrevista?
-Soy escritora y la entrevista era para que conociese mi obra, quizás le llegué a llamar la atención.
-Sí, vamos a ver que traes consigo – estira los labios – ven conmigo, iremos a la oficina.
Nos dirigimos a la oficina, pensé en los posibles riesgos de estar con él a solas, entiendo que sólo es una entrevista, pero he escuchado muchas de mis compañeras de trabajo que han sido víctimas de abusos de esta forma, pero por lo menos tengo mi gas pimienta guardado en mi bolso.
-Primero las damas – se aparta a un lado para subirme al ascensor.
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Al subirnos al ascensor, estaba muy clara que él no tiene intenciones de ayudarme con mi obra, se supone que es agencia editorial, pero creo que el director no se está tomando las cosas en serio.
-¿Quién gano la entrevista pasada? – me atrevo en ser informal con él.
-Fue una obra de un escritor brasilero, se trataba de una mujer con epilepsia y tenía la meta de lograr adaptarse a la sociedad, es algo conmovedor y eso es lo que le gusta los lectores – me dice.
-¿Qué hay de una romántica?
-Bueno, también se puede considerarse, pero vamos a ver que talento tienes.
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Nos ubicamos en su oficina, es moderna y con la decoración adecuada de una editorial, con varios estantes llenos de libros y cuadros de la época contemporánea.
-Siéntase, hablemos por un rato – me indica la silla.
-Tengo mi libro en físico, he pagado para que sea empastado, sólo uno, pero lo que necesito es su patrocinio – coloco su libro en el escritorio.
Él empezó a evaluar detalladamente la portada, había pedido que fuese diseñado de forma clásica y sencilla, simplemente una imagen de dos manos entrelazadas entre sí, me pareció la indicada para mi obra.
-No está nada mal el diseño, pero vamos a ver su contenido.
Me quedé esperando por un momento mientras evaluaba el libro, supongo que para él no es necesario a que lo lea completamente, ya que, la sinopsis, el prefacio, los subtítulos y entre otros métodos para diagnosticar el interés o potencial que puede tener una obra, todo fue en una lectura rápida. A veces me llegaba intimidar su forma de evaluar mi obra, colocaba su dedo pulgar en su mandíbula cada vez que llegaba a una página nueva.
-Bueno, seré sincero – se quita los lentes – lo siento, tú libro no cumple con mis estereotipos, ni mucho menos cumplió con lo que esperaba – me devuelve el libro.
Me decepcione completamente, me estaba yendo muy pésimo este día, ya mi estado de ánimo se derrumbó rápidamente.
-Ah, ¿Por qué no le agrado mi obra? – junto las manos.
-En realidad, simplemente no cumples con lo requerido, es bonita la trama pero no creo que llame la atención de los lectores… Quizás cambiando un poco el desarrollo…
-Eh, gracias por querer darme un consejo – lo interrumpo – pero no pienso cambiar nada, quiero que triunfe de ese modo, como le he escrito, me complacería esa parte.
Me observa de forma absorbente, pero sé que diría algo como “pero que idiota”, aunque, prefiero seguir con lo que he terminado hace mucho.
-Es tú decisión, es bueno a que tengas fe, pero mi sugerencia es lo ideal, si quieres ver tú obra terminada.
-Muchas gracias por atenderme hoy, que tenga un buen día – me levanto de la silla.
Me dirigí hacia la puerta, rumbo de nuevo hacia mi hogar para poder acostarme en mi cama y llorar pasivamente, la razón todavía me hace doler en el pecho, recordé que debo de tranquilizarme, pero decidí respirar profundamente, de tristeza no puedo llegar a morirme. Sin embargo, estar constantemente soportando ver el rechazo de mi obra, me hace pensar que nunca será patrocinada por una buena editorial, pero llegaré a pensar de esa forma hasta recorrer la última agencia editorial de mundo.