Estoy con Lucía y Marcus en casa, preparándonos para ir donde Fabricio. Desde que la pequeña llegó a nuestras vidas, todo ha cambiado. Su risa llena los rincones de nuestro hogar, su presencia ilumina incluso los días más grises. Nunca imaginé que algo tan puro y hermoso podría surgir después de todo lo que hemos vivido. Fabricio, al igual que Marcus, ama a Lucía con todo su corazón. No me sorprende; es imposible no hacerlo. Ella tiene esa energía especial, esa luz que atrae a todos a su alrededor. Es increíble cómo su existencia ha traído tanto amor, cómo ha unido aún más a las personas que me rodean. Es un recordatorio constante de que, incluso después de las tormentas más devastadoras, siempre hay un amanecer esperándonos al otro lado. A veces me sorprendo observándola, maravillándome

