Capítulo 6 Deseo pasional

1644 Palabras
—Yo le llamo sexo rudo en libros, la nueva ola de entretenimiento. —Nick dice de manera graciosa. Me alegra mucho que tomen a broma el tema, pero para mí no lo es. El libro que estaría por escribir me catapultaría al éxito o muy probable al fracaso. —Yo los llamo libros educativos. —La voz de una mujer se escucha detrás de Guillermo. Todos se giran para verla. —Paulet, que bueno que estés aquí. —Guillermo la saluda con un beso en la mejilla. La mujer es joven y bella. Elegante con un vestido liso azul turquesa y con un broche adornando su hombro. —Ya conoces a Nick, ¿verdad? —Ella asiente y le dedica una sonrisa picara, con sus ojos coquetos mientras se acerca a él y le da un sutil beso en la mejilla. Siento una complicidad tasita, o algo que no se como explicar, que me hace sentir extraña. Supongo que es por el efecto que Nick provoca en las mujeres. Guillermo luego me señala. —Y la chica es Addison Carter, una promesa de las letras. —Me mira. Su sonrisa es amplia, y también se acerca dándome un beso en la mejilla. Parece muy alegre. O algo le pareció gracioso, no lo sé. —Hombres como ustedes no aprecian la buena lectura. Algunas personas los llaman pornografía en libros. —Paulet vuelve a retomar el tema de los libros eróticos. —Las personas tienden a ser un poco moralistas, Paulet. La nueva literatura erótica es un género que se relaciona, directa o indirectamente, con el erotismo y el sexo, y que ahora es catalogada pornográfica por su forma explícita de detallar las cosas. —Nick explica mientras todos mantienen atención en él. Parece que es algo que siempre hace y sea un deleite cada vez que lo escuchan. Lo que sí tengo que admitir es que habla como todo un profesional. Está más que claro que sabe del tema. —Te he entendido perfectamente, igual pueden llamarlos como quieran, pero yo estoy completamente enamorada del Señor Black y su precioso látigo de siete puntas. —Paulet no tiene miedo a decir lo que le gusta mientras mira directamente a Nick y bebe sutilmente de la copa en su mano. —Por qué no mejor Addison nos cuenta de sus recientes libros. ¿Qué has escrito? —Guillermo habla y desvío la mirada de aquella interacción entre los dos. Me parece desagradable. Lombardi toma mi mano y me sonríe. Debo estar roja por su cercanía, pero que justamente él me pregunte por mis libros es una total locura. —Pues, “Intercambio amoroso” es mi más reciente libro y es mi… —“Intercambio amoroso” es la historia de dos parejas que buscan divertirse entre sí, pero terminan enamorandose. —Nick habla interrumpiéndome—. ¿Addison, cómo hiciste para escribir una escena s****l entre cuatro? —Su pregunta suena a crítica. —Bueno, no fue realmente asi. Mia, la protagonista es una mujer que no tiene… —Tu libro “Tentación”, habla del amor entre dos hermanos, ¿Cómo escribiendo romance tan marcado piensas saltar a la rama del erotismo? —Nick me interrumpe nuevamente. ¿Qué está haciendo? Al parecer ha investigado muy bien mis antecedentes, el muy maldito. —Nick, la literatura tiene ramas… —Yo escribo literatura, no folletos que enseñen cómo tener sexo. Para eso existen las personas profesionales. Guillermo pretende interferir, pero le voy a demostrar que no necesito a nadie para que me salve. —¿Entonces por qué ahora escribirás erotismo? Oh sí, lo recuerdo. No es algo que tú decidieras. —Se equivoca, para mí esto es un reto. La vida se basa en eso, sin contar que un escritor puede variar sus temas siempre y cuando tenga la manera de buscar la información e investigar correctamente. Quiero matarlo. Si ese engreído, “Todo sé del sexo”, trata de dejarme en ridículo delante de Guillermo y esta gente, no va a poder. —Tus anteriores escenas sexuales son insípidas, tienden a caer en la mojigatería estúpida de una persona a la que el sexo le parece algo impúdico. »¿Por qué tengo la impresión que lo tuyo no es escribir escenas de sexo duro y erótico? Y si es así, ¿cómo piensas escribir un libro donde el personaje principal es el sexo? Nick me sonríe después de darme sus respuestas. Sabe muy bien lo que hace, y busca ponerme nerviosa. ¡No Addison! No puedo dejar que él gane esto. Me pongo más tensa, con mis ojos feroces antes de que sea mi turno de contraatacar. —La escritura radica en ser hábil y creativa con las palabras. Eso es literatura, pero entiendo que no lo comprenda, usted es un… ¿Cómo podría decirlo?… ¿Informador? »Sí, difunde información, es de las personas que aprenden y repiten. —Arqueo una ceja desafiante—. Y no está mal, si hasta su apodo es fácil y directo: Mr. Sexo. »Un sexólogo, dueño de un hotel, me parece muy bien que se llame así, no tiene por qué ser ingenioso ni creativo. La estúpida sonrisa de Nick desaparece y está bien. Estoy tan enojada que puedo sentir como la sangre recorre las venas de mi frente. El momento se sumerge en un silencio incómodo. Pero la risa de Guillermo reanima el ambiente atrayendo a Nick hacia él, mientras trata de darle un abrazo. —Ustedes estarían fantásticos en un debate, me encantaron. —Nick sigue mirándome fijamente. No entiendo su mirada y en realidad no entiendo nada de él, pero aunque sea un maldito Dios Adonis, era también un cretino, engreído y arrogante. ¡Putooo! Tomo el último sorbo de mi copa y me disculpo alejándome de ellos. Voy a los servicios y me inclino sobre el lavamanos como lo hice esta mañana. No pienso quedarme en esa fiesta de gente engreída como Nick. Ocupo un cubículo y luego salgo a toda prisa hacia el ascensor. Desvió la mirada hacia donde se encuentra Guillermo, pero ni Nick ni Paulet estan con él. No me importa. Estoy por tomar el ascensor directo a mi piso cuando me doy cuenta de que no llevo mi bolso. Maldigo y hago un recuento rápido en mi memoria, deduciendo que al único lugar que fui, fue al servicio. Regreso y entro al mismo cubículo que usé. En ese momento alguien cierra mi puerta con un sonoro golpe, asustándome. Estoy a punto de hablar cuando escucho sonidos extraños que toman posición dentro del cubículo continuo. —¿Estás seguro de que no hay nadie? —escucho la voz de una mujer, parece familiar. Mis ojos se agrandan al comprender lo que pasa. Tengo la oportunidad de irme en ese momento, pero mis pies se detienen cuando lo escucho. —Todos están en la fiesta, tranquila. ¿Te pusiste este vestido para mí? —Es la voz del maldito Nick. ¿Por qué su voz es tan sexy? No logro contener mi curiosidad y tomo el espejo que llevo en el bolso, lo alzo sobre mi cabeza para que pueda reflejar todo lo que está pasando en el otro cubículo. Sé que está mal, pero no puedo detenerme. —¿Claro que pensé en ti al ponérmelo, pero pensé más en como me lo quitarias? —contesta la mujer. Me quedo atónita cuando veo la fuerte espalda de Nick mientras tiene a la mujer montada sobre la baldosa del servicio. ¡Oh, Dios, iban a hacerlo ahí! Retiro el espejo y lo siguiente que escucho es un festín de gemidos, jadeos y maldiciones. No quiero ver más; sin embargo, no es necesario hacerlo para suponer lo que están haciendo. Al parecer y por las frases de la chica, Nick no lo hacía nada mal. Mi respiración se vuelve errática y quedo como idiota, escuchando cada frase discordante. Y entonces un dolor aparece en mi abdomen. Nunca en mis veintitrés años vi una película porno, pero estoy más que segura que se le asemeja mucho a lo que está pasando a lado mío. Meto mi mano debajo del vestido hasta mi parte íntima, siento como mis bragas están mojadas y comienzo a rozarme por encima cuando lo escucho maldecir y dar un grito salvaje. Luego de unos minutos dejan de escucharse ruidos. Abren la puerta del cubículo y salen sin decir ninguna otra palabra. Mi corazón late como mil caballos en una carrera. Sigo sintiendo la extraña sensación en mi vientre y la incomodidad de mis bragas mojadas. Nina me había comentado que, después que uno probaba el sexo, el cuerpo te lo pedirá con más frecuencia. Siento un deseo palpable en mi interior. ¿Es a esto a lo que se refiere Nina? Niego con la cabeza. Acomodo mi vestido y después salgo, aparentando que nada ha pasado. Me dirijo hacia la salida y me encuentro con Nick. Observa detrás de mí, notando de donde he salido y frunce el ceño extraño. Espero que no sospeche nada. —Creo que te debo una disculpa por lo de hace rato. —Él dice. No soy capaz de mirarlo a la cara y no recordar sus gemidos, así que no levanto la mirada. —Ten. —Extiende un paquete de libros hacia mí al no darle respuesta y los miro. “Señor Black” ¿Qué es esto? —Por mi profesión me han regalado muchos libros, supongo que podrían servirte más a ti que a mí. No sé qué decirle, después de su actuación con aquella mujer y luego su disculpa con obsequios, es una montaña rusa de cómo lo empiezo a percibir. —Gracias. —Me limito a decirle y tomo los libros antes de alejarme de él. Es mejor hacerlo o algo peligroso podría pasar.
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