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Pacto de luna roja

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venganza
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tragedia
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Descripción

A los 48 años, tras la traición definitiva de su esposo, Clara huye al bosque bajo una luna roja. Allí guiada por la desesperación, sella sin saberlo un pacto con las sombras. Ahora tiene poder para vengarse, pero cada deseo cumplido devora su humanidad. Entre secretos prohibidos y un linaje oscuro que despierta en su sangre, Clara deberá elegir, alimentarse de la oscuridad o enfrentar la verdad sobre lo que realmente es.

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El ultimo engaño
La lluvia repiqueteaba con furia contra los ventanales, como si la misma noche intentara advertirle algo, Clara sostenía entre sus dedos una copa de vino, pero no la bebía. Observaba el reloj colgado en la pared del comedor, escuchando como sus manecillas marcaban cada segundo con una precisión angustiante. 23:46 Otra noche más. Otra mentira más. Había pasado veintiocho años desde que se casó con Esteban, veintiocho años de lealtad, de rutinas, de sonrisas fingidas y promesas que nunca se cumplieron. Desde hacía un año, ella sabía la verdad, no por confesiones, no por arrepentimientos, sino por pequeñas señales que solo los corazones traicionados pueden leer. El perfume desconocido en la ropa, las llamadas a medianoche que él no contestaba frente a ella, los cambios de humor, los viajes de ´´negocios.´´ Pero esta noche no sería una más, Clara se levantó de su silla y camino hasta el vestíbulo, en el espejo de la entrada, su reflejo la observó como si se tratara de otra mujer, una con los ojos más oscuros, más cansados. Su rostro conservaba aún cierta belleza madura, pero la tristeza la había erosionado lentamente, tenía el cabello suelto, revuelto con mechones grises que se negaba a teñir. Su piel, pálida y tirante, parecía temblar bajo la luz tenue de la lámpara. Afuera un trueno desgarro el cielo, la lluvia se intensificó, entonces lo oyó, el clic de la cerradura, la puerta abriéndose lentamente. Clara contuvo el aliento, se quedó inmóvil mientras Esteban entraba, empapado, con su abrigo en la mano y la corbata torcida, su rostro mastaba una mezcla de sorpresa y fastidio al verla despierta. --- Clara... ¿Sigues levantada?,--- pregunto Esteban --- ¿Dónde estuviste?,--- pregunto Clara, sin rodeos, sin palabras decoradas. El parpadeo, colgó el abrigo con una calma estudiada, --- te lo dije, amor, reunión con el cliente en la ciudad, se alargó, --- Clara se acercó, sus pasos lentos, pero decididos, lo miro directamente a los ojos, había algo en su voz esa noche, una calma que no venía en la resignación, sino del abandono total del miedo. --- ¿Me tomas por estúpida, Esteban? ¿Crees que no sé con quién estás?,--- susurro Clara Él entrecerró los ojos, exasperado, --- ¿otra vez con lo mismo? Siempre imaginando cosas... Esto se está volviendo enfermizo. --- --- Vi las fotos, --- respondió Clara Silencio... por primera vez en mucho tiempo Esteban no supo qué decir. Clara saco su celular y le mostró la pantalla, una imagen tomada por un investigador privado, él saliendo de un hotel con una mujer veinte años menor, abrazándola como lo hacía con ella hace mucho tiempo. La mano en su cintura, la sonrisa tonta, la pasión visible en cada gesto. ---¿Qué quieres que diga?,--- murmuro finalmente Esteban --- Nada, ya lo dijiste todo con tus actos, --- respondió Clara Él soltó un bufido, se giró hacia la puerta. ---¿Te vas con ella?,--- pregunto Clara --- Sí, me hace sentir vivo, tú ya no... tú eres solo una sombra en esta casa, Clara, --- dijo Esteban, y se fue sin mirar tras, sin remordimientos. Clara no lloro, se quedó allí de pie, hasta que el sonido del motor del auto se desvaneció, luego camino lentamente hacia la ventana del salón. El cielo estaba rojo, un rojo extraño, como si la luna hubiera sangrado sobre las nubes, brillaba con intensidad, pero su luz no era blanca, era carmesí, una luna roja. Fue entonces cuando lo sintió, un llamado, un susurro que no venía del viento, sino de algo más antiguo, más oscuro, Clara abrió la puerta y salió sin abrigo, sin paraguas, sin pensar. La lluvia empapó su vestido y su cabello al instante, pero no se detuvo, sus pies descalzos pisaban la tierra mojada del jardín, cruzo el portón, la carretera y se adentró en el bosque detrás de su casa. El bosque que todos evitaban, el bosque del que los ancianos hablaban en voz baja, el bosque maldito. Los árboles parecían respirar, sus ramas crujían como si la observaban, como si supieran que ella venía herida, con cada paso que daba, el aire se volvía más espeso, más frío. La luna roja se filtraba entre las hojas como un faro de sangre y el susurro crecía, voces sin lenguas, ecos de nombres que no recordaba haber oído nunca, avanzo sin miedo, como si algo dentro de ella supiera que debía seguir. Tras lo que parecía una eternidad, llego a un claro donde el silencio era absoluto, allí en el centro, se alzaba una piedra negra, cubierta de símbolos antiguos, tallados con violencia y frente a ella una figura negra, alta, encapuchada, inmóvil. No tenía rostro, solo un vacío oscuro donde deberían estar sus ojos, pero cuando hablo, su voz se sintió como si hablara directamente dentro del cráneo de Clara. --- Has venido por voluntad propia, --- dijo la figura --- sí... Me lo han quitado todo, --- dijo Clara, sin entender por qué no sentía temor. --- No todo... todavía tienes tu alma, --- dijo la figura ---¿Para qué me sirve si está rota?,--- respondió Clara La figura alzó una mano, larga, demasiado larga, con dedos delgados y afilados, --- Podría dártelo todo, fuerza, belleza, poder... venganza, solo debes entregarte, --- Clara dio un paso hacia él, ---- ¿qué debo dar a cambio?,--- --- Tú, solo tú, lo que eres ahora, lo que fuiste, lo que podrías ser, --- respondió la figura La luna brilló aún más fuerte, el cielo rugió, la piedra negra comenzó a humear, un aroma a hierro y tierra mojada lleno el aire. Clara cerro los ojos, --- Acepto, --- Entonces todo cambio... Un dolor intenso la atravesó como una lanza, su cuerpo se arqueó, sus huesos crujieron, cayó de rodillas gritando, sus uñas se alargaron, su piel se volvió grisácea por un instante, luego blanca como ceniza, su cabello se volvió más oscuro, más espeso. Las venas de sus brazos se iluminaron como líneas incandescentes, sus ojos se abrieron y ya no eran humanos, eran negros, vacíos, eternos. Cuando termino, ya no era Clara, al menos no como antes, la mujer débil, la traicionada, la olvidada... había muerto en ese claro, la figura se inclinó hacia ella. --- El pacto esta hecho, las sombras te reconocen, la luna roja te ampara, --- dijo la figura y desapareció. Clara se levantó, quedo de pie bajo la lluvia, con un nuevo corazón latiendo dentro de ella, uno que no sentía amor, ni dolor, ni culpa, solo hambre, fuego y propósito, regreso a casa caminando como si el bosque mismo se abriera a su paso, no temía a la oscuridad, ella era la oscuridad ahora. Cuando entro, la casa estaba en silencio, pero algo en los espejos se había alterado, su reflejo no era su reflejo, en cada superficie veía algo moverse con un segundo de retraso, un parpadeo tarde, una sonrisa torcida, una sombra en su hombro que no estaba allí. Camino hasta el dormitorio matrimonial y se sentó en la cama, acaricio las sábanas con una suavidad perturbadora. ---- No te mataré Esteban, eso sería demasiado fácil, --- susurro al vacío Clara Y entonces las luces parpadearon, la radio de la habitación se encendió sola, una canción antigua comenzó a sonar, como sacada de otro siglo, y Clara, sonrío por primera vez en años. Porque esa noche, bajo la luna roja, la mujer rota había muerto, y algo más... algo inhumano... había nacido en su lugar.

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