Eva —Lo siento, pero no puedo atenderle en este momento, le agradezco que se retire —vociferó, mientras veo que Leo se coloca de pie, para después tomar su ropa, mientras yo siento mi alma desfallecer. —No me pienso mover de aquí, sé que usted está jugando conmigo, y yo también quiero empezar jugar su juego, además recuerde que me debe mi noche y no voy a descansar hasta hacerla mía. —Si supiera que ya lo hizo, y fui suya, se iría de espaldas. —¿A dónde vas? —pregunto al ver Leo caminar hacia la puerta, mi corazón salió e ingresó de mi pecho en una milésima de segundos. —Quiero dejarle en claro que Eva es mía, y que no estoy dispuesto a que se vuelva acercar a ti —dice decido quitando el seguro de la puerta. —¡Espera!, no lo hagas, no quiero que él sepa quién soy. —Tomo de su brazo y

