Capítulo 3

2585 Palabras
Las semanas han pasado. Salí del hospital con una pierna rota, una prescripción y el número de una psiquiatra a la que quizá no llame nunca. Tío Daniel y el abuelo estuvieron conmigo desde que regresé del hospital, ahora solo estoy con el abuelo en mi casa. La noticia de que había sufrido un accidente de tránsito recorrió el pueblo a gran velocidad, no había puesto ni un pie en mi casa cuando los vecinos vinieron a deleitarse con la desgracia ajena, dándome sus condolencias y palabras de aliento. Un conductor ebrio en un tráiler, un maldito conductor ebrio en un tráiler impactó el auto de mi familia y se llevó la vida de mis padres ¿Cuál es mi consuelo? Ninguno, ni aunque ese hombre se pudra en la cárcel, nada me traerá de vuelta a mis padres ¿Qué se supone que haga ahora? No sé qué hacer, no sé qué voy a hacer ¿Cómo puedo continuar con esto? ¿Cómo puedo seguir? ¿Por qué yo estoy viva? No puedo con esto, lo único que quiero es llorar contra la almohada. No puedo continuar, los necesito, los quiero de vuelta ¡Los quiero de vuelta! ¡¿Por qué me los quitaron?! ¡¿Por qué?! Es que no lo entiendo, no puedo con esto, no puedo…   - Lizzy… - quito la mirada de la ventana, últimamente desperdicio mis días frente a la ventana – Una amiga tuya está al teléfono… - Que deje el recado… - pido, sosteniéndome con fuerza de mis muletas – No quiero hablar con nadie – me recuesto en mi cama – Por favor… - Lizzy… - miro a mi abuelo – Tienes que hablar con alguien, salir de la casa, ver a tus amigos… - se sienta en la orilla de mi cama – Ir a la escuela… - El tío Daniel ya se encargó de eso – le recuerdo, conteniendo las lágrimas – Acabaré el semestre a la distancia… - le miro – Estoy bien… - respiro hondo – En serio… - Tus tíos y yo estamos preocupados… - miro a otro lado, no quiero hablar de esto de nuevo – Y Daniel llamó hoy para ver cómo estabas… - Abuelo… - Él dice que puede hacerse cargo del gasto de la psicoterapeuta – abrazo mi almohada, respiro hondo, no quiero que me vea llorar – Lizzy… - ¡Estoy bien! – respiro hondo – En serio abuelo, estoy bien… - le miro, presiono con fuerza los labios – Abuelo… - Lizzy… - me abraza con fuerza, me largo a llorar – Está bien Lizzy… - acaricia mi espalda – Suelta todo… - chillo – Suéltalo todo, está bien sentir dolor… - ¡Los quiero de vuelta! – las lágrimas no me dejan ver - ¡Los quiero de vuelta! - Lo sé… - nos separamos, veo tristeza en su rostro – Lo sé Lizzy, pero tú estás aquí… - niego con la cabeza – Tú debes de continuar… - sigo negando con la cabeza – Todos estamos aquí para ti… - Los quiero de vuelta… Susurro, dejándome caer sobre la cama. - Iré a preparar la cena… - asiento – Lizzy… debes de tomarte la medicación… - ¿Para qué…? – tomo mi copia de mi libro favorito de Mily Wu – No me deja de doler… - Tal vez la pierna te dejaría de doler si tomaras la medicación - No la quiero… - abro mi libro – Quiero estar sola… gracias… - le miro – Y lo siento… El abuelo asiente con la cabeza y sale de mi habitación, cerrando la puerta. Dejo mi libro a un lado, abrazo mi almohada y la presiono contra mi rostro. Grito, grito y derramo lágrimas ¡¿Por qué a mí?! ¡¿Por qué, entre todas las personas en el mundo, tuvo que pasarme?! ¡No quiero estar sola! ¡No quiero estar sin mis padres! ¡No quiero! ¡Los quiero de vuelta! ¡Los necesito! ¡En serio los necesito! ¡No sé qué hacer sin ellos! ¡¿Cómo puedo continuar sin ellos?! Tomo mis muletas y me levanto de la cama. Camino de nuevo a la ventana y me siento, abro mi libro y comienzo a leer. Por ahora esto es lo único que me mantiene entretenida, no quiero hacer nada que no sea leer y mirar el techo, ni siquiera quiero iniciar mis clases a distancia por las que el tío Daniel movió cielo y tierra, esto arruinará mis planes a futuro, pero… ¿Qué importa? Ya nada importa, nada me importa. Mi teléfono comienza a sonar, es un mensaje de Grace. - “Para que te alegres: Mi último semestre acaba de mejorar con semejante visita” Abro la imagen que me ha mandado, es una foto de ella y el mismísimo príncipe de América, ambos sonriendo a la cámara. Sonrío, no sé cómo me puede alegrar eso, pero es bueno verla contenta. Recuerdo las palabras de mi padre y sonrío. Grace podría ser la persona más afortunada o desdichada del planeta, todo depende de la persona que está a su lado en esa imagen. La vuelvo a ver, ella se ve feliz con él, el príncipe se ve feliz con ella. Creo que hacen una linda pareja, sería interesante ser la prima política del príncipe heredero a la corona. Sigo leyendo mi libro, está entretenido, es sobre una niña que está secuestrada e inventa una inteligencia artificial para que sea su amiga y no volverse loca. Mily Wu es definitivamente mi escritora favorita, es una de las razones por las que quiero estudiar literatura en la universidad ¡Y no es muy vieja! Apenas está en sus treinta, es sumamente talentosa. Quisiera ser como ella… pero no lo soy… soy solo la pobre niña que acaba de quedar huérfana… miro mi libro, mejor lo cierro, yo no sé de computadoras y ciencia como para traer a mis padres en forma de inteligencias artificiales, mejor dejo de leer sobre fantasías que me hacen más daño que bien. Tomo mis muletas, lo mejor será estirarme un poco, despejar la mente. Llego a la cocina, mi abuelo cocina rico, aunque solo se sabe tres platos, y dos de ellos son comida frita. Salgo por la puerta, el aire de enero me da de lleno en la cara. Miro todo lo que me rodea, las plantas se ven grises desde donde estoy parada, me gusta el paisaje nocturno. Me siento triste al ver que, ese medio año bueno que soñaba papá, nunca va a existir. - Lizzy… - me giro hacia mi abuelo – Eh… tu tío Daniel llamó hace como media hora - Oh… Es lo único que se me ocurre decir. Tío Daniel tiene buenas intenciones, pagarme el psiquiatra, pagar las deudas médicas, pagar cualquier tratamiento que me cure pronto, incluso quiere que nos mudemos a Manhattan con él, pero no quiero. Me gusta aquí, sé que hay muchas deudas que pagar y que será casi imposible para mí con un sueldo de mesera el poder hacerlo, además de que no tenemos personal en la granja, siempre hemos sido mi familia y yo, ahora estoy sola ¡Pero el terreno no es muy grande! Y puedo continuar con el puesto en el mercado que tenía mi mamá, donde vendía los productos de la granja. Quizá pueda pedirle a tío Daniel que me ayude a pagar las deudas… No… eso sería algo que mi padre no hubiera aceptado, él hubiera querido que nuestras deudas se mantuvieran “Nuestras”. Bueno… espero que no me quiten la casa…   - Insistió en el tema de… - Ya sé… - camino hacia la pequeña mesa de madera – Pero abuelo… puedo hacerme cargo… - Yo te podría ayudar, pero es mucho trabajo para un anciano y una jovencita - Abuelo… Le miro suplicante. - Además… ¿Y la universidad? – el abuelo apaga la estufa, ha preparado macarrones con queso - ¿No planeabas ir a la universidad? - Sí… - contesto, haciendo círculos con mi dedo sobre la madera – Pero… podría quedarme… hacer de esto un lugar más rentable… - No, me niego – miro a mi abuelo – Philippe quería que fueras a la universidad, que fueras alguien en la vida… - contengo las lágrimas – No puedes derrumbarte así Elizabeth - ¡¿Cómo quieres que no lo haga?! – exploto, golpeando la mesa, mi abuelo solo me mira - ¡Mis padres murieron! ¡Están muertos! – lloro, cubriéndome el rostro, es la segunda vez en el día que estallo en llanto - ¡¿Cómo quieren que esté?! – respiro hondo y me tomo la cabeza con ambas manos – Dios… siento que estoy en un hoyo… - Tal vez sea bueno que aceptemos la oferta de Daniel – niego con la cabeza, intentando no sollozar – Lizzy, te vendría bien un nuevo comienzo… alejarte de los malos recuerdos… - sigo negando con la cabeza, presionando fuertemente los labios – Lizzy… solo piénsalo… volver a empezar sin ninguna preocupación - ¡Este es mi hogar! – chillo – Es la casa de mi mamá… - lloro – Es lo único que me queda de ellos… - Lo sé… lo sé… - el abuelo se ve triste – Pero Lizzy… no puedes estar así eternamente… ya va a pasar un mes… y no sé cómo ayudarte… - le miro – Porque tú misma no quieres ayudarte… - me quedo callada – Bueno… mejor comamos… - Sí… Acepto, mi teléfono vuelve a sonar. - ¿Es tu tío? Niego con la cabeza. - Es Grace – contesto – Me ha mandado otra foto de ella en Suiza – el abuelo deja en mi delante un tazón con macarrones con queso – Al parecer el príncipe ha ido a visitarla - ¿A sí se gastan el dinero de los contribuyentes? – el abuelo suelta una risita sarcástica - ¿Y qué demonios hace en Suiza cuando debería de estar aquí…? – niega con la cabeza – Ese chico… - Bueno, tu nieta está feliz… - me encojo de hombros, se siente bien y a la vez extraño, tener una conversación normal después de la que hemos tenido hace unos segundos atrás - ¿No te parece increíble que quizá tu nieta pueda ser la reina de Norte América? - ¡Bendita sea América, tierra de libertad! – el abuelo abre al máximo los ojos – Un país reinado por tu prima, incluso si la monarquía es pura imagen, ni en mis peores pesadillas lo hubiera imaginado - Papá también decía lo mismo… Sonrío, viendo la foto. Mi prima es hermosa. Es bajita, tiene buen cuerpo por toda la dieta y ejercicio que el ballet le exige. Sus ojos son azules y su cabello castaño cae en ondas por su espalda. Además, tiene los dientes más blancos que el dinero puede comprar, al igual que la piel más sana que el dinero puede pagar. Creo que envidio un poco a Grace… - Amo a mi nieta – ríe el abuelo, comiendo una cucharada de macarrones – Pero no la creo capaz de asumir semejante puesto - Ummm… A veces creo que critican mucho a Grace o que la subestiman. - Quizá dirigir una escuela de baile, eso sí, incluso la creo incapaz de algún día hacerse cargo de la empresa de Daniel… - hago una mueca – Ella no es la persona más inteligente del planeta, además – rueda los ojos – Un día me enteré que mi hijo, mi propio hijo que estudiaba con una vela al lado cuando no teníamos para pagar la electricidad, el mismo que se hacía de dinero enseñando matemáticas a todos en el pueblo, le pague al dichoso internado ese para aprobar a Grace en sus materias ¡Qué barbaridad! – me río, hace mucho que no me reía - ¿De qué sirve que digas que vienes de un colegio prestigioso al otro lado del mundo, si el resultado no es fruto de tu esfuerzo? - No sé, pero al menos se ha hecho de muy buenos contactos – me encojo de hombros – Y quizá una corona - Patrañas… - me mira y sonríe – Tú puedes lograr tener lo mismo que ella y valdrá mucho más porque será hecho con tu esfuerzo – sonrío – Ahora come, esta vez sí quiero verte comer - De acuerdo… - Salud – chocamos vasos – Eh… - miramos hacia arriba, el foco se acaba de apagar – Oh no… ¿Nos olvidamos de pagar la luz? - Iré por velas… Es lo único que digo, levantándome y caminando hacia los cajones de las encimeras. - Creí que Daniel había pagado las cuentas… - Encontré una… - digo, regresando a la mesa con una caja de cerillos – Pues… no sé qué hacer ahora…   - Ummm… Es lo único que dice el abuelo. - Podríamos llamar al tío Daniel y preguntarle qué pasó con la factura de la electricidad… - Daniel no se hará cargo por la eternidad de las cuentas de esta casa… - me recuerda el abuelo, bajo la cabeza – Y además están las dos hipotecas que hay sobre la propiedad… - asiento con la cabeza – Además, Anne no lo dejará hacerlo… - Pero no tendría que ser para siempre, puedo conseguir un trabajo de… - ¿De qué? – pregunta el abuelo - ¿De mesera en el restaurante del pueblo? ¿Y después qué? ¿Le darás la razón a Anne sobre lo que viene diciendo por años? - No tiene por qué ser así, puedo… conseguir un mejor trabajo - Un mejor trabajo se consigue con estudios – aparto la mirada – Daniel tiene lo que tiene porque estudió - Tiene lo que tiene porque tú y mi padre trabajaron hasta el cansancio para darle educación – intervengo con enfado – Si no, ¡No tendría nada! - ¡Y mira cómo le fue en la vida por esa decisión! – bajo la mirada – Philippe era inteligente… - el abuelo se calma – No tanto como Daniel… pero pudo haber llegado lejos… - deja su cubierto a un lado – Pero cuando a su hermano le llegó su carta de aceptación a la Royal… - me miró – Los ricachones que dirigen ese lugar le negaron la beca a mi hijo – suelta un bufido – No sé qué hay que hacer para merecer una beca en ese lugar… - rueda los ojos – A menos que seas bueno en deportes, pero el único deporte que hace Daniel es correr a su oficina… - se ríe – Daniel pudo haber ido a cualquier otra universidad… a cualquiera… pero Philippe se negó… y sacrificó tontamente su propia vida por darle una vida a Daniel… - niega con la cabeza – No digo que haya sido una mala decisión del todo, fue con una buena intensión, pero a lo que voy es que… - frunce el entrecejo – Era mi deber el darle una educación a mi hijo, no la de Philippe, él no debió de sacrificar su vida para ayudarme a pagar una universidad llena de gente estirada… - alza su vaso de agua – Que América sea grande… - deja el vaso y me mira – Y ahora él está muerto…   - Abuelo… - no dice nada, mira la mesa y niega con la cabeza – No fue tu culpa… - No, pero contribuí que ahora tú estés aquí… así… - me mira – Soy la carga de tu tío y lo fui de tu padre… - ahora se ve triste – Un viejo inútil que solo servía para reparar chatarra… - respira hondo – A lo que voy, Elizabeth, es que no puedes avanzar en la vida si tienes una carga, y este lugar es la tuya… - Abuelo… - Por favor… piénsalo, no quiero que mi nieta sea un don nadie solo porque no quería separarse de una casa que se venía abajo sobre ella… - no digo nada, solo miro la mesa – Philippe no hubiera querido eso… - Lo sé… - ¿Entonces…? – no lo miro - ¿Qué harás? - Llamaré al tío Daniel…
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR