Sonia.
Meses después.
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Repongo los estantes contenta, es el cumpleaños de Emma y pude comprar todo para hacer un asadito para nosotros y una tortita que le pude comprar a la pastelera del pueblo, los invité a Federico y Antonella, me dijo enseguida que si, que muchísimas gracias que iban a ir, que le mandé los talles de Emma y que lleva unas tartas dulce, no me gustó porque los invito sin que lleven nada aunque sigo feliz de poder hacerle algo a mi niño, poder tener trabajo, solventar mi casa, mandarlos al colegio que les gusta ir y tener una vida tranquila, sin golpes ni abusos, soy feliz.
—Bien, ya terminé con reponer.
—Ven a tomar mates. —voy con Jazmín que esta haciendo unos trabajos, me toca con ella o con Sabrina debes en cuando—. Me comentó Lucia que es el cumpleaños de tu pequeño.
—Si, justo le iba a decir que están invitados.
—¿Lo dices de verdad o por compromiso?, —cuando veo que lo dice divertida me calmo.
—No tengo su número.
—Es verdad, que tonta, anótalo.
—Si, no quería decirle a Antonella quemelo pase, me parecía desubicado. —lo anoto enseguida y le mando un dedito—. Bueno, están invitados con su esposo y sus hijos.
—¿Hoy es?.
—Mañana al mediodía, le voy a hacer un asadito y la torta.
—Bien, llevamos carne y una tarta de gelatina... Seguro Anto te dijo un lemon pie.
—Si, me dijo enseguida, aunque no quiero que lleven nada, yo los estoy invitando.
—Na nena, llevamos, sabemos lo que comen nuestros hombres, hablando de angurrientos. —miro a la entrada cuando su hijo viene, siempre viene a comprar, hasta caramelos viene a buscar, pero siempre viene—. Hola precioso.
—Hola mami. —le da un abrazo a su mamá viéndome con esa seriedad tremenda que tiene—. ¿Cómo estás?.
—Bien, aca Sonia nos invitó al cumpleaños de su pequeñito.
—¿Cuándo es?. —Jazmín me mira asi hablo yo.
—Bueno... Mañana al mediodía planeo hacerle un asadito y una tortita.
—Genial, llego temprano asi comienzo a hacerlo.
—Nahuel hace unos asados tremendos.
—Ah bien, bueno... Gracias.
—Ahora le digo a Li que me aparte carne, ¿Cuántos somos?.
—Son ustedes, Federico y Sabrina con sus familias.
—Bien, ya le encargo carne, no te preocupes por eso Sonia.
—Ah, yo había comprado un poco.
—Guárdala mujer. —Jazmín vuelve a sentarse, Nahuel se agacha cargándose en las piernas de su mamá—. Nosotros te regalamos eso y las bebidas cómpralas tu.
—Bien, ¿qué gaseosas les gusta?.
—Cualquiera mujer, no te preocupes.
—Es el primer cumpleaños de mis hijos que lo festejo, quiero algo lindo.
—Bueno, ¿vas a buscarlos al jardín?.
—Si, ahora salgo y voy.
—Bien, vamos a buscar gaseosas, las cargamos a la camioneta, vamos a buscarlos y vamos a tu casa.
—Ay si, aprovecha nena.
—Bueno, gracias Nahuel, estaba pensando como llevar gaseosas caminando.
—Vamos, vamos a elegir.
—Si, permiso Jazmín.
—No anda nadie, compra y vayan tranquilos.
—Aaaahhh, podemos llevarla y ahi voy por mis niños que les gusta que pasemos a la plaza cuando salen de la escuela.
—Dale, hacemos eso mejor. —lo sigo a Nahuel hacia las heladeras—. Bueno, no soy de comprar gaseosas, tu dime.
—Llevemos estas... Yo las pago no te preocupes.
—Nooojjj, no no no, ya la carne me parece demasiado, peor las gaseosas.
—Bien bien, renegada. —lo veo revisar las gaseosas y saca dos de lima—. Llevemos estas así no mas para tomar ahora y ahi le pido a mi mamá pag cerrado.
—La heladera no es muy grande, pero voy a poner hielo.
—Esta bueno eso también.
—Bien, a penas llegue pongo para hacer hielo.
—Mami, decidimos llevar gaseosa de pag.
—Me esperaba eso. —parada al lado de la puerta veo como Nahuel carga cuatro pags de gaseosas de diferentes sabores en la camioneta—. Listo chicos, vayan no mas.
—¿Te vengo a buscar mami?.
—De aca me voy a la escuela hijo... Voy con Lucas que también va por la tia.
—Ah bien, me voy tranquilo a trabajar entonces.
—Si, ve hijo, saludos a Raymi si lo vez y a los chicos.
—Papá seguro te viene a buscar porque el papi dijo que quería comer ñoquis con todos.
—Ahora le escribo a la abuela. —me abre la puerta donde subo sonriendo, me siento contenta, mas de lo que estaba.
—Bien, vamos a dejar eso y quiero ver como tienes la parrilla.
—No tengo parrilla.
—¿Y cómo pensabas hacer asado?.
—Pensaba decirle a tu papá o a Federico si me pasaran una.
—Ah, hago una asi ya te queda.
—¿Haces para vender?.
—No, le hago a la gente que creo que necesita.
—Pues véndemela, no necesito en realidad, no sé hacer asado y si hago es al horno, con lo que comen mis hijos no hace falta gastar leña por un poco de carne.
—Bueno. —en casa bajamos los dos los pag, y sin decir nada va al patio trasero, lo sigo diciéndome que es un pibe raro—. ¿Aca planeas hacerlo?.
—Si, estuve limpiando toda la semana.
—Te vi hacerlo. —vuelvo a verlo cuando se gira—. Bien, le digo a mis papás y tíos que traigamos pelota asi los chicos juegan y bueno, obvio sillas y loza.
—Eso no lo pensé, ¡que tonta!.
—Dijiste que era el primer cumpleaños, hay cosas que se te van a pasar.
—Voy a avisar a tu mamá enseguida. —mi celular suena con la alarma avisando que debo ir por mis hijos—. Ya tengo que ir por mis hijos.
—Vamos entonces. —de nuevo en un silencio incómodo me lleva a la escuela.
—Muchas gracias por todo Nahuel.
—Mañana a las diez estoy en tu casa.
—Genial.
—Espera, ¿tienes torta?. —me bajo de la camioneta asintiendo.
—Si, me recomendaron a una chica que se llama Lucia.
—¿Lucia Rebian?.
—Si, ¿la conoces?.
—Si, es la mujer de mi primo, ¿quieres que la busque antes de venir?.
—¿Puedes hacerlo o es mucho?.
—Puedo, la voy a buscar y ahi voy a tu casa.
—Bien, gracias, nos vemos. —voy a la entrada a esperarlos, Emma no debería venir pero al estar trabajando me lo aceptan, no tengo a nadie a quien dejárselo y de la escuela misma me ofrecieron que venga asi puedo generar ingresos.
—Holaaaa. —me acerco sonriendo cuando salen, Ian con una bandeja en las manos y Emma viene con una bolsa con dibujitos y la miro a la seño Sofia—. Hola, ¿un regalito?.
—Asi es, y aca hay tortita que quedó.
—¡Ay gracias seño, muy amable!. —le doy un besito a Ian que contento viene con la torta y unos cupcake.
—Espero le guste el regalo mamá.
—Gracias, nos va a encantar... —la seño sonriendo le da un beso a cada uno—. Vamos chicos, vamos a tener que ir a casa enseguida. —agarro la torta, el regalo y caminamos a casa, cuando llego veo la camioneta de Nahuel en la esquina, cuando abro la puerta se va.
—¿Podemos comer torta mami?.
—Hagamos esto... Comemos comidita, nos damos un baño y antes de la siesta comemos.
—¿Comemos si?.
—Siii, porque yo también quiero probar.
—Esta bien.
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Me levanto temprano buscando la ropa que le voy a poner a los nenes, hay una tiendita aca en el pueblo donde compré dos pantalones de un jean livianito, remerita y les pude comprar zapatillas, la seño Sofia le regaló una campera de abrigo a mi hijo que un poco mas salté de alegría porque nos re sirve, me queda comprarle a Ian y me es mucho mas liviano ahora, y super agradecida con la seño, espero poder regalarle algo en su día como agradecimiento. Reviso toda la casa a ver si esta en orden, porque obvio que vamos a entrar y van a usar el baño, asi que controlo que este todo limpio, que mis niños no hallan dejado cosas tiradas y la verdad que bastante ordenados son para las edades que tienen, siempre dejan los juguetes en las cajas de banana que me traje y voy a buscar unas de madera que planeo pintarlas asi quedan mas lindas.
—Mamiiii. —voy a la habitación viéndolos ya despiertos, dormimos en la misma cama los tres por mi miedo a no sentirlos—. Hola mami.
—Hola hijo, que bueno que despertaron.
—Queremos jugar con los chicos.
—¡Van a poder jugar un montón, que alegriaaaa!.
—Siiii. —Ian se arrodilla en la cama aplaudiendo, Emma se estira medio adormilado pero si su hermano se despierta él también, si se duerme él tambien—. ¡Que alegriaaaa, contento estoy mami!.
—¡Yo también hijoooo!. —me siento en la cama abrazándolo y dándole besos haciendo que se ría—. Vamos a ponernos ropita comoda y de la casa asi ordenamos y limpiamos, cuando lleguen los invitados nos ponemos la ropa nueva.
—Si mami.
—Bien, vamos a tomar la leche entonces. —los cambio a los dos, Ian duerme con bóxer y remera, Emma con pañal y remera, no hay caso que le pueda sacar el pañal en las noches, va al baño solo, toda ropita que se pueda bajar solito pero en la noches no puede aguantar el pobre, se hace encima, y como dormimos los tres tuve que volver a los pañales—. ¿Qué dicen si tomamos leche o yogur con cereal?.
—Mmmm, vamos a pensar bien.
—Genial, vamos a lavarnos los dientes y la cara. —los peino a los dos, los tengo que llevar al peluquero, les corto yo y unos machetazos les hago—. Bien, yooo, quiero leche con budincito.
—Bien, leche con budincito. —abro la heladera asi saco la leche cuando veo por la ventana entrar la camioneta de Nahuel—. Esperen aca, llegó un invitado muy temprano. —salgo sorprendida porque baja con una caja—. Eh, hola Nahuel.
—Buen día, perdón por venir tan temprano, es que quería traer algo para desayunar con los nenes.
—Ah bien, gracias, ¿la torta?.
—Aca la traigo, ya la bajo. —me da un beso en la mejilla y va por la torta.
—Esa no es la torta.
—Es la que Luci me dio, dijo Sonia y aca dice Emma.
—Si, lo veo... Y es el color y la temática, pero no pedí una asi de grande.
—¿Pasamos asi la guardas?, ya estoy aca. —voy a la puerta abriendo con el codo.
—Pasa.
—Permiso, hola chicos. —Ian se baja de la silla yendo por Emma, lo baja de la silla abrazándolo y se me llenan de lágrimas los ojos— Hola, soy Nahuel, soy amigo de su mamá. —deja la torta en la mesa y lo veo sonreír, una sonrisa hermosa, de diente blancos y parejos, si no estoy mal, es por un regimen estricto de dentista y brackets—. ¿Les gusta la tortita?.
—Si, nos gusta tortita.
—Traje una para que le cantemos feliz cumpleaños a tu hermanito. —abre la caja pequeña que trajo, se agacha en la punta de la mesa abriendo la caja—. Miren, ¿qué dicen que hagamos?.
—¿Cómo hacemos?.
—Si la cortamos, si la guardamos. —Ian me mira y yo alzo los hombros—. Lo que ustedes quieran hacer eso hacemos.
—Mmmm, cortamos.
—¿Con una leche?.
—Con cocholate.
—Bien, vamos a cortarla entonces. —me mira sonriendo y yo quedo parada mirándolo—. ¿Mamá, cortamos la tortita y tomamos leche?.
—Si, ¿caliente o fría?.
—Yo caliente.
—Nosotros también mami.
—Bien.
—Te ayudo. —veo como los sube a los dos a sus sillas—. ¿En qué te ayudo?.
—En ese estante están los platos y las tazas.
—Bien, —saca los platos y va por las tazas—. La vas llevando linda la casa.
—Hago lo que puedo la verdad.
—¿Cuánto ganas en el mercado?.
—No mucho, pero me refería a que no hay muchas tiendas en el pueblo.
—Ah, eso también. —uso una caja entera de leche ya que no sé si toma realmente pero con mis hijos una taza cada uno tomamos, y a veces no nos queda porque repetimos—. Y dime, ¿Cuánto te pagan en el mercado?.
—Cuatrocientos cincuenta.
—Nada. —lo dice totalmente serio—. ¿Cómo puede ser que te paguen eso?.
—Es que tampoco hago mucho, estoy menos de cuatro horas porque voy en los horarios del jardín, y repongo, ahora tu mamá me esta enseñando lo de la caja porque me ofrecieron los fines de semana todo el día y que puedo llevar a los nenes, cada finde me los pagan cien, me re sirve.
—Bueno, una miseria, te admiro la verdad.
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