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LA AMANTE DE MI MARIDO

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Descripción

Felicity Clifford tenía todo lo que siempre soñó: una fortuna heredada y el amor de Carson, el hombre que creía perfecto. Pero su mundo se derrumba al descubrir que su vida perfecta era solo una ilusión. La traición vino de quien menos esperaba, y escuchar de los propios labios de Carson su deseo de convertirse en el único dueño de Clifford Logistics & Transport la destrozó.

La traición la llevó al borde de la muerte, pero la vida le dio una segunda oportunidad. Doce meses después, Felicity regresa, dispuesta a recuperar lo que le pertenece. No le importa asumir el papel de amante de su propio marido, todo con un único propósito: vengarse y reclamar el imperio que le fue robado.

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00. Prólogo
Traición. Emocionada, camino por los pasillos de Clifford Logistics & Transport. No le dije a Carson que vendría, y menos que he elegido su oficina para celebrar nuestro aniversario de bodas. Tres años suenan como si fueran pocos, pero han sido una verdadera montaña rusa de situaciones que solo ha servido para fortalecer nuestro amor. Los negocios nos han mantenido separados durante los últimos dos días. Esta mañana salió muy temprano sin despedirse; me emociona imaginar que también él está preparando alguna sorpresa. Los nervios corren a toda velocidad por mis venas, creando un vacío en la boca de mi estómago. No todos los días me visto con una gabardina y nada debajo de ella. Es una locura, pero hay momentos de locura que realmente valen la pena. Carson lo vale todo. Sonrío al ver el escritorio de la asistente vacío; imagino que ya se ha retirado. El horario de trabajo ha terminado, así que no tengo que preocuparme de que seamos un poco ruidosos. Me detengo con la mano sobre el picaporte al escuchar la voz de Susan, la asistente de Carson. El corazón me da un vuelco al pensar que la sorpresa se ha echado a perder; sin embargo, la sorprendida soy yo al escuchar las palabras de la mujer. —Entonces, ¿estás decidido a terminar con lo que empezaste? Me sorprende la familiaridad con la que trata a Carson. En mi presencia, Susan siempre se ha dirigido a él con respeto, pero en mi ausencia parece que son muy cercanos. —Ya te lo he dicho, Susan, siempre consigo lo que quiero. Mis planes ya están en marcha y parecen ir de maravilla. La tonta de Felicity ni siquiera se dio cuenta de los papeles que firmó. Confía ciegamente, y eso será su perdición. Ahogo el grito que sube a mi garganta y me muerdo el labio para no distraerme y no perderme ningún detalle de su conversación. Esta mañana, confiada, le firmé un documento que no me molesté en leer. ¿Era de eso de lo que hablaba? Carson no podía estar hablando en serio; una parte de mí deseaba que todo fuera una broma, pero su tono de voz carecía de humor y emoción. —Pobre mujer, siento tanta pena. Sufrirá mucho cuando descubra la verdad. —Para cuando eso suceda, no habrá nada que pueda hacer. Seré el único dueño de Clifford Logistics & Transport. La risa de Susan es la gota que colma el vaso. La razón me grita que escape y busque un abogado, pero la rabia que arde en mi interior, el dolor de la traición, no me dejan pensar con claridad. Giro el pomo de la puerta y entro a la oficina solo para ver cómo Carson, el amor de mi vida, y Susan se besan. El dolor es como un relámpago fulminante que quema cada rincón de mi alma. Me doy cuenta de que a Carson no le basta con robarme la empresa y mi fortuna, sino que también me traiciona con esa mujer. ¿Cómo llegamos a esto? ¿Había estado ciega para no darme cuenta de las verdaderas intenciones de mi marido? —¿Cómo has sido capaz? —murmuro, sintiendo que la voz se me quiebra por el deseo de llorar. Aun así, contengo mis lágrimas. No estoy dispuesta a mostrarme débil ante ese par de miserables, arribistas y traidores. —Lo siento, Felicity, pero esto es lo que es. Lamento que hayas tenido que enterarte escuchando detrás de la puerta. La burla en la voz de Carson es otro golpe para mi herido corazón; ni siquiera le tiembla la voz para pronunciar cada palabra. Todo parece tan premeditado, como si hubiera ensayado sus palabras todos los días. Doy un paso atrás cuando suelta la cintura de Susan y se me acerca con una sonrisa que jamás le había visto. Ese hombre no es el mismo del que me enamoré locamente. ¡No podía ser el mismo hombre a quien me entregué en cuerpo y alma! —Solo has sido un medio para conseguir mi objetivo, Felicity —pronuncia con fría crueldad. Doy otro paso atrás cuando intenta acariciarme la mejilla. —No me vuelvas a tocar, Carson —le advierto, tratando de llevar aire a mis pulmones. El aire quema cada vez que entra por mi nariz, y, aun así, sigo intentándolo. —¡Eres mi esposa y puedo hacer contigo lo que se me plazca! —grita, tomando mis hombros con brusquedad y golpeando mi espalda contra la dura madera de la puerta. Suelto un gemido cuando sus dedos se clavan en mi piel, presionando mis huesos. Intento liberarme, pero su fuerza es superior. —Tres años —murmuro, apretando los dientes—. He perdido tres años de mi vida con un hombre que no vale nada. Carson se encoge de hombros. —Me tiene sin cuidado lo que pienses de mí, Felicity —susurra, acercando su rostro al mío. Su aliento jamás me ha provocado tanta repulsión como en ese momento. —Eres un miserable, pero estás muy equivocado si piensas que te quedarás con lo que es mío. ¡Voy a divorciarme de ti! —le grito, empujándolo lejos de mí—. ¡Voy a denunciarte por abuso de confianza! Tengo tanta rabia que ni siquiera pienso en lo que digo; solo quiero desahogarme, deshacerme de este sentimiento que me destroza el corazón. —¡No puedes hacer nada, Felicity! No te daré la maldita oportunidad de arruinar mis planes —asegura, acercándose de nuevo. Sus ojos son dos pozos oscuros y sin vida que me erizan los vellos de la nuca. Tengo que salir de allí si quiero conseguir revertir los documentos que le firmé esta mañana. Debo contactar con mi abogado y ponerlo al tanto de todo. —¿A dónde crees que vas? —gruñe junto a mi oído, atrapándome entre sus brazos. —Suéltame, Carson —le exijo, moviéndome para alejarme de él, pero su agarre es como un grillete que se cierra cada vez más, robándome el aliento. —No quería llegar a este extremo, Felicity, pero no me has dejado otra opción. Tengo que borrarte del mapa para poder disfrutar de tu fortuna sin ningún impedimento. Solo he hecho lo que tenía que hacer. —¡Déjame ir! No quiero escucharlo, no quiero conocer sus sucios planes. No creo tener el valor para soportarlo. —¡No! ¡No soy tan estúpido como para permitir que te marches! —grita, tomándome de los cabellos y enredando sus dedos en ellos. El dolor atraviesa mi cráneo; la presión es insoportable y, por mucho que intento no llorar, no puedo evitar que mis lágrimas se desborden por mis mejillas. —Ahora saldremos de aquí, y si haces cualquier estupidez, te aseguro que no dudaré en matarte —gruñe, empujándome para abrir la puerta. Un nuevo dolor me invade y la sangre corre de la herida en mi frente, empapando mi mejilla. —Eres un cobarde, un poco hombre, Carson. Jamás debí casarme contigo, ¡jamás debí fijarme en ti! ¡Te odio! —le grito a todo pulmón. Tal vez, en el fondo, quiero que cumpla su promesa de matarme. De cualquier manera, ya ha matado mi alma y mi corazón con su traición. Mi cuerpo ya solo es un cascarón vacío. Un golpe en el cuello me hace perder la conciencia, y todo mi mundo se sumerge en la más absoluta y fría oscuridad… No sé cuánto tiempo ha pasado. Cuando abro los ojos, estamos en medio de la carretera; ni siquiera tengo idea de dónde estamos o hacia dónde vamos. Intento moverme, solo para darme cuenta de que mis manos están atadas. —¿Qué tratas de hacer? —pregunto, moviéndome bruscamente, haciendo que la cuerda rompa la piel frágil de mis muñecas. La sangre mancha parte de mi ropa y el asiento, pero me importa poco. —Voy a llevarte a un lugar lejano, Felicity; solo yo sabré dónde estarás. Aún te necesito viva —dice sin mirarme. —No seré tu prisionera, ¿entiendes? —Ya no es una elección, Felicity. Ahora, yo soy el dueño de tu vida y de tu destino. —¡Antes muerta! —respondo, llena de rabia. Hay tantas emociones dentro de mi corazón que me siento como un volcán a punto de explotar. El dolor y la rabia son tan intensos que ni siquiera pienso en mis acciones; reacciono de la única manera en que alguien lo haría si estuviera en mi lugar. Me lanzo sobre Carson sin pensar, lo golpeo hasta que detiene el auto. Molesto, sale del coche y me saca bruscamente, lanzándome al sucio suelo. Me muerdo el labio para evitar que un gemido salga de mis labios; lo miro con odio y una promesa silenciosa. —¡Basta! Que te necesite con vida no significa que no te hare daño —gruñe, tomándome de los cabellos nuevamente y arrastrándome hasta quedar cerca del precipicio. —¡Eres un miserable, Carson! ¡Juro por mi vida que vas a pagar todo lo que me estás haciendo! —le grito a todo pulmón. —Te juro que no te daré la maldita oportunidad —murmura, girándose hacia el auto. Un momento de distracción basta para tomar una decisión desesperada. Corro tan rápido como mis piernas me lo permiten y, sin pensarlo, me lanzo al vacío. —¡Felicity! —su grito se pierde en el momento en que mi cuerpo impacta y se sumerge en el agua. No soy buena nadadora y tengo las manos atadas; lo único que puedo esperar es la muerte…

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