Sus manos estaban entumecidas, su espalda palpitaba de dolor. Misi cerró los ojos, cuando sintió un aliento caliente en la nuca. Durante unos instantes insoportablemente largos, no pasó nada, y luego el nudo en sus muñecas se aflojó. Misi se deslizó lentamente hasta el suelo. A través de la cortina de cabello, no podía ver a la persona que estaba junto a ella. — No sabía que te gustaban estos juegos, — escuchó la voz de Rick. Miró hacia arriba asustada y vio la mirada intensa y lujuriosa de Rick, vagando por su cuerpo. Entonces su atención fue atraída por una delgada línea de sangre en su espalda, dejada por Gor. Extendió su mano, queriendo tocarla. Misi golpeó por reflejo su brazo, sin permitirle cumplir sus planes. — No me toques, — tratando de mantener la calma, dijo Misi con firme

