Preludio
No sé si pueda acostumbrarme a esto, estar rodeada de todas estas personas y de sentir la mano de Sebastián todo el tiempo en mi cintura. Dios, vi tan cerca el poder terminar con todo esto y ahora no veo el momento en que llegue el final de esta mentira.
Es que mírenlo, el parece tan calmado, siempre intenta estar sonriente en frente de todos; ¿Cómo maneja sus nervios? Estamos frente a esta elegante mujer que es la razón por la cual deba quedarme más tiempo con él sumergida en una mentira.
—Sí, creemos que será un éxito, todo mi equipo concluye que esta colección dará mucho que decir durante toda la primavera y el verano.
—Claro que sí, será mejor porque mi prometida es la modelo principal. Por cierto, tenemos que agendar las sesiones fotográficas, quiero que Alexia Parisi Ferrara, esté en todas las revistas. Quiero que el país entero vea a la mejor modelo de toda España.
—Oh, el equipo de marketing de Sebastián es excelente, les aseguro que en las portadas de las mejores revistas estará el rosto de esta bella mujer ¿Verdad, socio?
—Sí, así es, tratamos de hacer un buen trabajo cuando se trata de publicidad. Desde que la compañía funcionaba solo con la creación de hilos y tejidos ya manejábamos amplia publicidad en los principales periódicos del país. Mi abuela tiene toda una colección que estoy seguro les interesará ver, también en nuestro museo pueden apreciar la transición que hemos tenido como empresa a través de los distintos reportajes que han hecho los medios más importantes de la ciudad y del país. Todas las modelos que llevan nuestras marcas son exaltadas, al final son quienes lucen nuestras prendas, por lo que a todas tratamos de darles protagonismo.
La manera en la que él puede desviar el foco de atención de la chica, es increíble, siempre lo hace; minimiza todo lo relacionado con ella, que forma tan tóxica de sobrellevar las cosas. Creo que, en su posición, por mi tranquilidad y paz mental, me hubiese negado a trabajar con ella y buscar otra modelo.
—Sebastián, necesito saber cuándo será la próxima junta, no quiero que esto se mezcle con mis otros compromisos.
—Les daré la fecha y hora una vez me reúna con mi asistente.
Uno de los meseros aparece brindando champaña para los presentes, pero no puedo tomar, sigo lactando a mi bebé.
—Por favor, traiga algo sin alcohol para mi esposa —dice Sebastián captando mi atención, ahora me llama ¿esposa?
—Sí, señor McCutchen, de inmediato.
—Oh, olvidaba por completo que tienen una pequeña bebé. Mi esposa no pudo tomar alcohol hasta que nuestro hijo cumplió cuatro años, lo acostumbró a lactarlo por todo ese tiempo ¿lo pueden creer?
El hombre me observa y sonríe levantando su copa.
—Ahora que lo mencionas, no tenía conocimiento sobre tu familia, parece que tenemos aquí a un hombre que cuida mucho de la integridad de los suyos, eso es de admirar. Ojalá yo hubiese tenido la inteligencia para mantenerme aislado de los medios, me hubiese ahorrado muchos problemas.
—Sí, para Ángeles y para mí, esto es una manera más tranquila de llevar las cosas en nuestra familia, ¿verdad, cariño?
Miré a Sebastián y le sonreí mientras asentía. El hombre pega mi cuerpo al suyo y deja un sutil beso en mi frente, por su bebida, sentí frío sus labios.
—Aspiro a tener una relación igual a la de ustedes —menciona Louis tomando la mano de su prometida—. Alexis y yo anhelamos una familia por lo que decidimos comprometernos, yo no tenía en mis proyectos nada de esto, pero la mujer correcta siempre nos hace cambiar de parecer. Por cierto, ya que lo menciono, creo que es necesario abrir espacios en la agenda desde ya porque… bueno, les contaré desde este momento, arruinaré la sorpresa, pero creo que es importante dado que aún tenemos compromisos. El próximo fin de semana celebraré mi boda con Alexia, esta misma tarde les llegará a todos ustedes sus invitaciones.
—¡Oh, vaya! ¡Eso si que es una sorpresa! Pensé que su boda sería hasta el otro año.
—No, ya se nos hace urgente estar juntos, así que, al día siguiente de comprometernos, empezamos los preparativos. Creemos que para ese día no tenemos problemas con el trabajo ¿verdad?
—Por supuesto que no, podemos abrir un fin de semana para acompañar a nuestro nuevo socio en su boda, estaremos allí.
El agarré que tenía Sebastián en mi cintura, se hacía más fuerte, aquella sonrisa y expresión de tranquilidad ya no la veo por ningún lado.
—Así es, estaremos allí.
Él levanta su copa y toma la champaña como si fuera agua.
Al finalizar la incómoda reunión, los hombres se despiden y yo voy a mi oficina para seguir con el trabajo que se me ha acumulado por tener que estar al lado del CEO.
Al dejar todo listo y ver que llegó nuestra hora de salir, recojo mis cosas con emoción porque ya puedo volver a casa a ver a mi pequeña.
Fui a la oficina de Sebastián para decirle que ya era hora de irnos, pero no encontré a nadie. Sus cosas estaban iguales en su escritorio, sus documentos y su laptop, todo era igual; menos por algo que me causó curiosidad.
Me vi en la obligación de darle un vistazo, no hay nadie, ¿Qué tiene de malo con que me acerque y mire de cerca lo que es?
Era una caja de madera, la cual tenía dos iniciales en su tapa rodadiza, la L&A. Miré hacia atrás para asegurarme que no venga nadie, por lo que rápidamente deslicé la tapa para ver su contenido. Dentro había una botella de vino que tenía en la etiqueta el nombre más extraño.
— Aubert Pinot Noir Sonoma Coast UV Vineyard, ¿Qué clase de vino es? —me pregunté a mi misma. De seguro es costoso.
Al lado de este había un sobre que claramente tenía que abrir, necesitaba saber que era. Al abrirlo y sacar el contenido, descubrí que era la invitación a la boda de la ex de mi jefe.
—Vaya, ahora entiendo por qué se ha ido y dejado todo aquí.
¿Qué necesidad hay de torturarse de esa manera? Siempre parece como si nada le importara, pero claramente si está en un dilema por tener que ver como su antigua pareja se casa con alguien más. Entiendo lo que siente, pobre hombre. De seguro la quiso demasiado, pero ¿Por qué no rehízo su vida como ella? ¿Qué necesidad tiene un hombre como él de fingir tener una mujer y una bebé que no es de él? ¿Quién paga por una familia teniendo todo para hacer una?
Dejé todo tal cual estaba y salí de la oficina, por fortuna alguien esperaba por mí, para regresar a casa y ver a mi hija.
—¿Qué tal se portó mi princesa hoy?
—Como siempre, es todo un angelito.
La niñera me entrega a mi hija y le doy beso en sus mejillas, la abracé fuerte y la llené de muchos besos; que falta que hace cuando estoy en el trabajo.
—Nos vemos mañana, señora McCutchen.
—Oh, dime Ángeles, por favor.
La chica solo me sonríe y sale de la casa.
Tomé a mi pequeña Dulce María y la llevé conmigo a mi habitación, mientras podía organizarme la distraía haciéndola reír para que no se moviera de donde estaba. Sus carcajadas me llenan de vida, que bien me hace tenerla conmigo.
Después de lactarla y cantarle una canción de cuna, se queda dormida. Me gusta hablarle mientras duerme, acariciar su suave cabello y besar sus mejillas. La dejé en su cuna para que descansara, así podría ir a la cocina y preparar algo para comer para mí, por lo visto Sebastián no vendrá esta noche a casa. Pero justo cuando salgo de la habitación de la bebé y me dirijo a las escaleras, escucho que alguien le da un portazo a la puerta principal.
Me asusté y esperé que la niña no se despertara por el ruido, con el corazón a mil y mirando desde el balcón para ver con quien me encontraba, vi a Sebastián entrar y caminar algo desorientado.
—Señor McCutchen, ¿está bien?
Él me mira desde donde está y en sus ojos supe que estaba completamente perdido dentro de él mismo.
—¿De verdad haces esa pregunta?
—Claro, pensé que no vendría a dormir, como salió de su oficina sin avisar, pensé que…
—¡¿Por qué puede importarte como esté?! —gritó de repente.
Salté por su grito y abrí mis ojos espantada ¿Qué le pasa?
—Porque… Porque sí, señor. Usted parece no estar bien.
Di un par de pasos dudando en si debía acercarme.
Sebastián camina arrastrando sus pies como si pesaran demasiado, llega al inicio de las escaleras y se sostiene con fuerza para poder subirlas con firmeza.
—Tú destruiste todo lo que había en mí, ¿Cómo que ahora te preocupa cómo esté?
Fruncí mi ceño al no entender lo que decía, por su lengua embolada y sus palabras sin sentido, supe que estaba borracho.
—Señor, creo que necesita descansar o tomarte un baño con agua fría, ¿quiere que prepare el baño para usted?
Él seguía caminando hacia mí, por cada paso que daba él, yo retrocedía.
—Hice tantos proyectos, te pregunté muchas veces si era lo que querías y nunca me hablaste con la verdad, tú no debiste permitir que mi mente se llenara de sueños que no se harían realidad. ¿Por qué solo me dijiste lo que quería escuchar? ¿Por qué no me dijiste lo que tu realmente sentías? Ahora haces esto, haces con alguien más todo lo que yo pedí y esperé de ti, ¡¿Por qué?!
Mi espalda choca con la pared, no tenía a donde ir, empezaba a llenarme de miedo porque sus ojos no tenían el mismo brillo, era otra persona.
—Creo que se equivoca, señor McCutchen, soy Ángeles.
—Alexia, tu no pensaste en mí y tomaste la decisión más terrible de todas, tú me quitaste el poco amor que me quedaba, eres tan cruel que ahora actúas como si nada pretendiendo hacer una bonita familia, ¿de verdad eras así? —pregunta señalándome con su enorme dedo al punto de rozar con el mi nariz.
Aparté mi rostro, era obvio que, en medio de su estado, no me escucharía, por lo que simplemente lo tomé del brazo y rodeé mis hombros con el, lo arrastré conmigo hasta su habitación. Por el camino no dejaba de repetir lo mismo una y otra vez pensando que yo era su ex pareja.
—No tome de esa manera, pesa demasiado —dije entrando a su habitación y dejándolo caer sobre cama—. Dios, pesa más que una vaca, mañana amaneceré con mis hombros estropeados por su culpa.
—¿Por qué me hiciste esto? —pregunta como si quisiera llorar.
—Tome una ducha, eso amortiguará la resaca que mañana le espera.
Caminé a la salida para ir a la cocina, pero escuché que intentaba ponerse de pie. El jefe no podía ni con su vida, que terrible se ve.
—¿Quiere que le ayude? ¿va al baño?
No dice nada y se abre de brazos, por lo que ruedo mis ojos y me acerco a él para darle una mano.
—Venga, ayúdeme un poco, pesa demasiado, le daré un aventón al baño.
Tomé su mano para tirar de ella, pero este es más fuerte que yo y me sostiene al punto de no poder soltarme; Sebastián me hala con fuerza haciéndome caer sobre su cuerpo, abrí mis ojos asombrada por estar literalmente encima de él.
—Nunca me amaste de verdad, eso me queda claro, pero mis sentimientos si fueron sinceros —susurró mirándome a los ojos.
—Señor, está delirando —dije intentando bajar de su cuerpo, peor él me toma de la cintura.
—Mis sentimientos fueron sinceros —susurra una vez más.
Mi corazón se acelera al punto de dejarme en shock, así que cuando quise hablarle de nuevo, este pone su mano detrás de mi nuca dejándome sin palabras; el señor McCutchen presiona mi rostro contra el suyo pegando nuestros labios.