Capítulo 2 – Aventura de una noche

1690 Palabras
Me estaba vistiendo para salir de ese lugar, pero antes de irme, mi hermana entró por la puerta. Ella ya vestía mi vestido de novia, eso fue como una puñalada. – ¿Que haces aquí? ¿Cómo te atreves a venir a verme después de todo lo que has hecho? – le pregunté molesta. – ¿Qué hice que fue tan malo? ¡Te salvé de un matrimonio en el que no serías feliz! Nunca combinaste con Rafael. Eres débil, muy buena, él necesita a su lado a alguien como yo, alguien capaz y fuerte como yo, sin mencionar que mi belleza coincide con la suya. – Eres mi hermana, ¿cómo puedes ser tan cruel? Confié en ti! – Lo quería, no me importa si tienes mi sangre, no eres lo suficientemente buena para ser parte de nuestra familia, y no eres lo suficientemente buena para él. – Esbozó una sonrisa siniestra y continuó. – ¡No significas nada para mí, solo tenía que acercarme lo suficiente para quitártelo! Y por suerte para mí, seguiste negándole lo que quería y me aseguré de estar disponible para cuando él desease. Gracias por ser tan conservadora y decente, sin eso, nunca se habría acercado lo suficiente a mí. – Iba a casarme con él, aún serías una sucia amante si no te hubiera encontrado, ¿te das cuenta de que acabas de destruir mi vida entera? – ¿Cómo pudo? La amaba tanto, hice todo por ella. – Sabía que vendrías a buscarme, no das ni dos pasos sin consultarme, vi cuando el maquillador y el peluquero salían de tu habitación supe que muy pronto vendrías, lo busqué y no pudo resistirse, es un adicto, así que lo seduje una vez más. Ya lo tenía todo resuelto, eres muy predecible. – Ella suspiró feliz. – Ya me voy, tengo una boda de ensueño que realizar. Buen regreso a casa. Ah, se me olvidaba darte la buena noticia, eso es lo que estábamos celebrando cuando apareciste, ¡estoy embarazada! Felicidades, vas a ser tía. No podía imaginar una manera de que ese día fuera peor, pero él se las arregló, ella me engañó, nunca me tuvo ningún cariño, solo quería algo y lo tomaba, como siempre hacía con todo lo que quería. Cuando pasé por la puerta por donde ella iba a ir al altar, la escena me enfermó, mis padres la estaban felicitando por la boda, diciendo que se veía hermosa, como una princesa. Así es, para los dos, no importaba cuál de las hijas se casaba, siempre y cuando una de ellas se casara, ya que Rafael venía de una familia rica y para mis padres lo único que les importaba era su estatus y el dinero... Creo que preferían tener a Sarah que a mí para esta boda. Nunca me había importado eso, estaba con Rafael porque lo amaba, no por las posesiones que tenía ni por el apellido. A diferencia de mi hermana, que siempre quiso casarse con alguien con dinero, simplemente no imaginé que me quitaría a mi prometido por tener dinero. – ¡Sin duda la novia más hermosa que jamás haya existido! – Dijo mi madre sonriendo y besando el rostro de mi sonriente hermana. Mis padres siempre le prestaron más atención, yo siempre estaba al margen, la hija perfecta, la niña de los ojos de mi padre y la princesita de mi madre. Nunca se preocuparon tanto por mí como por ella. Rafael estaba cerca, junto a mi padre y el suyo, los tres hablando y sonriendo, como si hace unos minutos no me hubieran destrozado la vida. Escuché cuando mi padre le dijo a Rafael “Bienvenido a la familia”, ¿esto realmente está pasando? ¿O está todo en mi cabeza? – ¿Crees que lo que está pasando es una alegría? ¿Cómo puedes perdonar las cosas que hicieron estos dos desvergonzados? – Basta Melissa, vete a casa, hablamos cuando llegue a casa, ¡no quiero que armes otro escándalo! – ¿Yo? ¡No fui yo quien se acostó con el futuro marido de su hermana! ¡Fueron Sarah y ese bastardo sin escrúpulos! – Mi padre me tomó del brazo y me arrastró fuera de la habitación, donde uno de los chóferes me esperaba para llevarme. – ¡No te atrevas a causar más daño! ¡Vete a casa! Estaba destrozada, sintiendo que mi fuerza me estaba siendo drenada. Obedecí, pero no tenía intención de irme a casa, quería ir a la playa cercana, el lugar tenía una plataforma llevaba al medio del mar, era una vista hermosa. – Por favor, llévame a la playa. – Pero su padre… – Acabo de tener el peor día de mi existencia, ¿puedes tener algo de empatía y llevarme a donde quiero ir? El clima había cambiado, el día que era hermoso y soleado ahora parecía querer igualar mi tristeza, el sol se fue, dando paso a nubes grises, que acabaron con el color del cielo azul. – Señorita, nos están siguiendo… – Me informó, mirando por el espejo retrovisor. – No te preocupes tanto, deben ser los paparazzi de los sitios de chismes que quieren una buena foto con mi dolor para publicar en algún tabloide. Siguió el resto del camino en silencio y yo estaba perdida en mis pensamientos, pero me di cuenta de que seguía mirando por el espejo retrovisor todo el tiempo. Durante las últimas horas, el chófer fue la única persona que se mostró condescendiente conmigo, al menos un poco respetuoso con mi dolor y el espacio que necesitaba. Me llevó de regreso a la casa de mi familia, estaba completamente vacía, al igual de como yo me sentía. A estas alturas ya deberían estar casados, celebrando y disfrutando de la fiesta. Me di una ducha y me acosté mirando al techo, no quería quedarme ahí lloriqueando mientras los dos se divertían, me vestí y me maquillé, salí a beber y divertirme. Necesitaba olvidarme por completo de este día desastroso e infeliz. Me dirigí hacia el centro de la ciudad, donde sabía que la noche era joven y los bares y discotecas estarían llenos. Entre en uno del cual reconocí el nombre, recuerdo que mi hermana me había comentado una vez que era muy concurrido, uno de los mejores de la ciudad. Decidí que aquí era donde ahogaría mis penas. Di mi nombre en la entrada, me miraron de arriba abajo, pero después de susurrar entre ellos me dejaron entrar. El lugar estaba repleto de mujeres hermosas y superficiales, hombres con traje que parecían tener mucho dinero. Fui al bar y comencé a beber. Brindé por mí y por mi ingenuidad, no veía algo que fuera completamente explícito, mi hermana era así con todos los que la rodeaban, siempre estaba cerca de Rafael, siempre merodeando cerca de él, complaciéndolo. Estaba en mi cara y yo estaba demasiado ciega para ver. Unos tragos después y ya me sentía mareada y feliz, decidí ir a la pista de baile, no sé si me veía tan sexy como las otras mujeres en el lugar o si me veía muy desgarbada, pero yo estaba contenta de desahogarme un poco. Sentí un fuerte golpe contra mi cuerpo y terminé cayendo de trasero en el piso, la sensación fue como haber chocado contra una pared de concreto, el hombre era alto, fuerte y me tendió su mano para ayudar a levantarme. – Lo siento mucho. – Habló por encima de la música, muy cerca de mi oído. No sé de dónde saqué tanto coraje, pero le dije que solo lo perdonaría si bailaba conmigo. Tal vez fue por beber demasiado. Nuestros cuerpos se movían y encajaban al compás de la música lenta, tocándose en partes que nunca antes había explorado, provocándome sensaciones desconocidas, pero muy deliciosas. Incluso después de unas tres canciones, no estaba dispuesta a dejar ir al extraño y cuando hizo ademán de irse, en un acto de extrema valentía y tal locura, presioné mis labios contra los suyos. Su beso caliente sabía a whisky, sus manos exploraron mi cuerpo y todo mi cuerpo se encendió con sus toques. Mi mente me gritaba que saliera corriendo, lo cual estaba mal, pero mi cuerpo traidor no quería obedecerme de ninguna manera, quería sentirme querida, quería estar con alguien en este terrible día. – ¿Qué estás haciendo? – Preguntó con aire de pocos amigos. No sé cuál fue mi respuesta exacta, pero estaba tratando de decir que quería un beso más. – ¡Vamos! Te llevaré a un lugar seguro, no pareces estar muy bien, ¡y este no es un buen lugar para estar así! – Sonaba autoritario y solo pude estar de acuerdo sin pestañear. La discoteca estaba en el sótano de un hotel, me arrastró y tomó un ascensor de acceso y nos dirigimos directamente al penthouse, me sentía mareada pero muy emocionada. Entramos a la habitación y traté de aferrarme a él, pero me sujetó por los brazos tratando de contenerme. ¿Será que soy realmente tan desechable así? – ¿Tienes alguna idea de quién soy? – Solo le di una sonrisa, e insistí en acercarme. – Creo que ya ni sabes quien eres, ven, te dejo en la cama. Me ayudó a acostarme y estaba saliendo cuando lo detuve. – Yo sé quien soy y sé loq1x que quiero, ahora mismo te quiero a ti. – Por supuesto que la bebida me estaba dando coraje, pero también quería borrar a Rafael de mi sistema de una vez por todas. Me desperté a la mañana siguiente, sintiendo que la cabeza me daba vueltas, me dolía todo el cuerpo, las imágenes de la noche anterior me golpeaban con fuerza. Me moví y sentí un cuerpo junto al mío, miré al extraño y aún dormía profundamente, decidí que era hora de salir de allí. Dejé una suma de dinero en la mesita de noche para cubrir mi parte de la noche en el hotel y salí de la habitación antes de que se despertara, no queriendo tener que enfrentar una mañana incómoda esperando a que despertara.
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