Marcos
Hace unos meses recibí una invitación de boda, algo que realmente no esperaba en cuanto a quién la envió.
Rafael se iba a casar, si me hubieran preguntado hace años hubiera dicho que era mi gran amigo, ahora lo único que puedo decir de él es que algún día pagará por lo que me hizo.
Le envié un regalo en mi nombre junto con felicitaciones por la boda, pero decidí que no iría a la ceremonia, estoy seguro de que sólo me invitó para demostrar que estaba bien y feliz, incluso después de todo.
Soy un famoso hombre de negocios, mi nombre está ligado a muchos negocios exitosos y altamente rentables, frío y calculador, esta es mi fama entre quienes me conocen, con razón me hice multimillonario a tan corta edad.
Nunca me meto en escándalos, trato de llamar la menor atención posible a mi vida privada.
– Hola, ¿cómo estás? – Alex, uno de mis pocos amigos, irrumpió en mi oficina.
– Sabes que debes esperar a que te anuncien antes de entrar a mi oficina, ¿no? – Pregunté sin levantar la vista de los documentos en mis manos.
– Vaya, estás de mal humor como siempre. ¿Por qué sigo insistiendo en tenerte como amigo? – Además de tener una empresa en la que tenemos una sociedad, él es muy cercano a mí. – ¿Qué vas a hacer después?
– ¡Trabajar y cuando termine, voy a mi casa! – respondí en un tono seco, ya esperando que entendiera que no tenía intención de irme.
– Claro que no, tenemos una cita para ir... – Lo miré por primera vez, tenía ojos esperanzados, como un niño esperando saber si recibió lo que pidió para Navidad.
– ¡No! – Sabía que él insistiría, Alex no era el tipo de persona que se rindiera tan fácilmente y por eso trabajamos juntos, éramos buenos persiguiendo y logrando nuestras metas.
– ¡No aceptaré un no por respuesta! No has estado con nosotros en meses, hay una vida más allá de trabajar, Marcos, aún eres joven, ¡seamos así de gruñones cuando seamos viejos!
– No fue saliendo que obtuve todo lo que tengo hoy, fue trabajando. – Suspiré derrotado, sabiendo que no se daría por vencido y ocuparía buena parte del día si no hacía lo que me pedía, así que asentí, aceptando su invitación. – Ahora sal de mi oficina y déjame trabajar antes de que cambie de opinión.
– Entendido.
– ¿Y qué sentido tiene tener todo eso y no disfrutarlo? Mismo lugar de siempre, misma hora, ahí nos vemos. – Sale silbando de mi oficina.
Aunque es un poco cabeza hueca, Alex es un hombre inteligente, nos conocemos desde la infancia, al igual que con Rafael.
Terminé el trabajo muy cerca de la hora de irme, fui a casa a darme una ducha rápida, no tenía intención de quedarme mucho tiempo.
Los guardias de seguridad ni siquiera miraron en mi dirección, ya sabían que no debían detenerme. El lugar estaba lleno, como de costumbre, pero la gente que asistía solía ser de clase alta o al menos acompañaba a alguien con nombre, por lo que no había desorden.
Todos mis amigos ya estaban ahí y los podía contar con los dedos de una mano, aunque no todos eran tan cercanos como Alex.
Me saludaron, ya estaban un poco alterados, bebían mucho cuando salían así todos juntos.
Después de poco más de una hora y de mucha conversación, quise irme, pero continuaron reteniéndome, hasta que llegó alguien a quien no quería ver, haciendo que cada hueso de mi cuerpo sintiera repulsión.
– Es bueno verlos a todos juntos. – dijo Ana, mirándonos a cada uno de nosotros. No había necesidad de hablar tan alto, el área VIP está insonorizada para contener gran parte del sonido proveniente de la pista de baile. – Qué bueno verte, Marcos, es difícil verte socializando. – Ella sonrió un poco nerviosa.
Solo asentí levemente con la cabeza, quería salir de allí en ese momento exacto, todos los presentes sintieron que la atmósfera cambió tan pronto como ella llegó.
Ana había sido mi novia en la universidad, cuando yo aún me estaba preparando para el mundo de los negocios, y me decepcionó mucho.
– Es hora de irme, diviértanse, todavía tengo mucho que hacer esta noche. – Me fui en medio de las protestas de Alex, pero esta vez, ni él ni nadie más podría hacer que me quedara, no con ella alrededor.
Al salir, me crucé con una mujer que bailaba, la ayudé a levantarse y me disculpé, pero ella me dijo que solo se disculparía si bailaba con ella y así lo hice, parecía bastante ebria. Bailé con ella porque la había derribado, pero cuando me iba después de la tercera canción, me besó por sorpresa.
– ¿Qué estás haciendo? – pregunté incrédulo, pero ella apenas me dio una respuesta decente. No podía dejar a la chica allí en la situación en la que se encontraba, aunque no quería quedarme allí más tiempo, decidí llevarla a una de las habitaciones y dejarla a salvo antes de irme.
Tan pronto como entramos en la habitación ella trató de agarrarme de nuevo, traté de muchas maneras de evitarla, pero ella siguió insistiendo.
La guié a la cama y me dirigía a la salida cuando ella me volvió a abrazar, respondiendo a las preguntas que yo le había hecho sobre ella y su memoria.
– Yo sé quien soy, y sé lo que quiero, ahora mismo te quiero a ti. – Estaba realmente decidida y era una mujer encantadora. Se acercó lentamente, convenciéndome de quedarme allí con ella.
Me rendí, porque yo también necesitaba relajarme. Tuvimos una noche increíble y dormí completamente satisfecho.
A la mañana siguiente me desperté cuando la luz del sol ya entraba a raudales en la habitación, lo cual fue muy extraño ya que no dormía mucho, así que ni siquiera recuerdo cuándo fue la última vez que dormí tanto. Tardé unos segundos en recordar dónde estaba, abrí los ojos lentamente, miré en todas direcciones, pero no había ni rastro de la mujer de ayer.
Me levanté, caminé al baño y nada. Cuando regresé a la habitación, en la mesita de noche había dinero, miré incrédulo. Cuando me giré para buscar mi ropa vi las manchas de sangre en la sábana blanca.
– ¡Era virgen! – Esto no puede estar pasando…
Busqué mi celular y lo encontré en el bolsillo de mi pantalón.
Llamé a mi jefe de seguridad y le pedí que revisara las cámaras y averiguara quién era esa mujer.
– ¡Quiero su información lo antes posible!
Me senté en la cama, todavía tratando de procesar lo que había sucedido allí. Todavía podía saborear el dulce sabor de sus labios en mi boca. Mi cuerpo se calentó solo de pensar en lo maravillosa que fue la noche con esa mujer.
Pensé en la noche anterior, cada toque, los sonidos que hacía, cómo reaccionaba su cuerpo al mío, sentí un escalofrío recorrer mi columna. Ella me encantó, me sedujo y huyó de mí.
Necesito saber quién es ella.
Unos minutos después, suena mi teléfono celular.
– ¿Sí?
– Señor, la chica se llama Melissa Andrade, vive con sus padres y su hermana. – Hizo una pausa, como si tuviera más que decir y se estuviera preguntando si decirlo o no.
– ¿Qué más? ¡Dilo de una vez!
– Debería haberse casado ayer, hay varias noticias en sitios de chismes sobre el hecho, pilló a su prometido con su hermana en la cama el día que se iban a casar, se lo reveló a todos los invitados y canceló la boda, pero la hermana se casó, se casó en su lugar.
¿El día de ayer? Pero ayer también sería la boda de Rafael, sería... no sería posible…
– ¿Cómo se llama el novio? – Pregunté ansioso por la respuesta.
–Rafael Novaes. – ¡El mundo es realmente pequeño!
– Encuentra a Melissa, vigílala y avísame tan pronto como la encuentres, me iré a casa y tan pronto como sepas a dónde se ha ido, iré a buscarla.
Es realmente una gran coincidencia, ¿cómo es posible que nuestras vidas se hayan cruzado de nuevo? Esta es la oportunidad que he estado esperando.
Solo fui a ducharme y cuando estaba terminando de cambiarme, me informaron que la habían encontrado en una playa a las afueras del pueblo.
– Vigílala, no dejes que le pase nada, llegaré lo más rápido que pueda, voy en camino.