Marcos Dejamos a nuestras mujeres en mi oficina y bajamos a tomar un café. Normalmente no voy hasta allá, sólo les pido que me lleven a mi oficina, un ambiente agradable, lo dejé libre para todos los empleados, como una sala de descanso. – Todos aquí parecen estar muy contentos con sus trabajos, han hecho bien su trabajo. – Mi padre me comentó mientras pasábamos por delante de mi personal y todos nos dedicaron grandes sonrisas. – Soy el único empleado que tiene quejas que hacer, pero lo dejaremos para otro momento, señor Vieira, tengo que volver al trabajo. – Alex se despidió de nosotros. Conociéndolo bien, sé que quería darnos un poco más de privacidad. Mi padre le hizo un gesto con la cabeza, de la misma manera que yo y él sonrió encontrándolo divertido, sin duda porque habíamos h

