capitulo 7

1295 Palabras
Su resiliencia parecía provenir del amor de un padre que deseaba proteger a su hija. Saber que la mantendría con vida alimentó su obstinación, y pude ver que no le importaba si lo mataba. Es por ella por quien él estaba preocupado. También le habría sacado los ojos, al más puro estilo Bratva, pero quería que fuera testigo de este momento. El momento en que su reino cae. Frente a él están los doce jefes de Cártel aliados. Como malditos caballeros, están sentados alrededor de la mesa circular en el centro del salón. Cuando me ven, parece que están listos para cagarse encima. Su reacción no se debe a que me conocen, sino a que pensaban que yo también estaba muerto. Mi familia mantuvo que sobreviví en secreto. Por la forma en que Roco se está comportando, los hombres cambian sus miradas de asombro de mí a Ariana. Esta será la primera vez que la conozcan. Mientras los gritos de Roco se hacen más fuertes y el imbécil comienza a llorar, saludo a mis invitados con una sonrisa brillante, como si estuviera presentando la ceremonia de los premios de la Academia. —Buenas noches, caballeros—hablo en inglés para que todos me entiendan. Entiendo español y lo hablo mínimamente, pero no lo haré aquí. En este momento, necesitáis entender lo que está pasando y lo que va a pasar de aquí en adelante—. Como podéis ver, ha habido algunos cambios. —¿Qué es lo que está sucediendo? —me pregunta el hombre más cercano a mí con cautela. Su nombre es Antonio. Se ocupa principalmente del tráfico de armas, pero al igual que los demás, incursiona fuertemente en el comercio de la trata de personas. Nos conocimos una vez en una recaudación de fondos en Nueva York que organizó mi padre. —Ya lo verás. —Alcanzo a Ariana, tirando de ella justo a mi lado. Agarro la parte posterior de su cuello, su piel suave como la seda. Su cuello es tan pequeño que sería fácil romperlo. Pero no quiero hacer eso, todavía no—. Deseo presentaros a la hija de Roco, Ariana Álvarez. Ahora que todos la conocen, podemos ponernos manos a la obra. Acerco a Ariana a Roco, y él se sacude contra las ataduras en protesta. Nada de lo que haga le ayudará ahora. O a ella. El terror reina en sus ojos. Como el responsable de ello, saboreo la oleada de poder que embriaga mi sangre. Me detengo a unos centímetros de distancia y ella se retuerce contra mis manos. Su miedo, sin embargo, la frena y la restringe de hacer más. —Caballeros—anuncio, sacando mi cuchillo de la vaina en mi costado—. Éste es el traidor que mató a mi madre y a mi hermana. Isabella y Talia Dmitriyev. Éste es el día en que tomo su vida por la de ellas. Su sangre se derramará por la de ellas. Éste es también el día en que tomaré su imperio y todo lo que hay dentro de él. Miro a Roco a los ojos y él comienza a temblar. —Aparte de ti, estas son las únicas dos personas que dejé vivas— le digo—. Nos vemos en el infierno, Roco Álvarez. En un rápido movimiento, le corto la garganta y la sangre nos salpica a su princesa y a mí. Ella grita, un sonido penetrante, y noto que nunca rogó por la vida de su padre. Como prometí por la vida de mi madre que mataría a Roco de la misma manera que él la mató, dejo caer el cuchillo y saco mi arma mientras Roco balbucea. La amartillo y aprieto el gatillo, dándole el golpe final. Mientras su sangre me salpica una vez más, ni siquiera me molesto en notarlo. Todavía sosteniendo a Ariana por el cuello, me enderezo y la levanto. Queda muy poco de blanco en la parte delantera de su vestido de novia. En su mayor parte es rojo, por el cóctel de sangre que lo cubre o marrón mugriento por el suelo de la mazmorra. Ella está llorando con verdadero terror mientras el anciano mira con asombro. Podría sentir lástima por ella, si fuera un hombre mejor. Volviendo a mis invitados, veo que se dan cuenta de que hablo en serio. Tengo una sorpresa más que sacar de la manga antes de decirles lo que espero que hagan a continuación. Abro la caja que está sobre la mesa y saco la cabeza de Felipe, sosteniéndola por los cabellos en la parte superior. Una oleada de jadeos atraviesa la habitación y la princesa jadea como si fuera a vomitar al ver a su amado prometido. No debería irritarme que ella le perteneciera, o que fuera a pertenecerle, pero jodidamente lo hace. Eso es probablemente testimonio de lo jodida que está mi mente. La sangre me corre por mi brazo cuando arrojo la cabeza de Felipe sobre la mesa. Rueda hacia el centro y los hombres la miran. Felipe iba a ser su próximo líder. Ahora ya no está. El miedo mantiene a las personas a raya. Con hombres como éstos, tienes que hacer llover una muestra de Armagedón para demostrarles que tienes el poder. Todo lo que he hecho hasta ahora ha agregado combustible a ese objetivo. Ya sabrán, incluso sin que lo diga, que tengo la intención de hacerme cargo. No les va a gustar que la Bratva controle uno de los cárteles más grandes del mundo. Pero para apoderarme verdaderamente del imperio de Roco, quiero a los hombres a bordo sin la mierda de un motín. O firman con el juramento de sangre, o están muertos. Es tan simple como eso. Con mi mano manchada de sangre ensucio sus mejillas con la sangre de su padre. Después me vuelvo hacia los hombres y miro a cada uno de ellos a los ojos. —Ahora soy su gobernante. Yo, Alessandro Ferari, seré tu gobernante, y para hacerlo oficial, me casaré con Ariana Álvarez dentro de un mes. —La princesa se queda sin fuerzas al escuchar mi declaración. Este será un giro interesante de los acontecimientos para ella, pero algo que debe hacerse para que yo consiga el Cártel y la propiedad de todos los activos de Roco que forman su imperio—. Espero que todos estéis allí para presenciar nuestra unión, de la misma manera que espero que me juréis vuestra lealtad. Los que estéis dentro, levantad la mano. Los doce levantan la mano. Bien. Misión cumplida. Le hago una señal a Sebastián, para que se acerque. Cuando lo hace, le entrego a Ariana. —Llévala arriba para que espere—le digo—. Deja al viejo. —No, por favor, no le hagas daño—ruega Ariana. El tono estridente de su voz y la desesperación en sus ojos mientras ruega me sorprenden. Estaba hecha un lío después de verme matar a su padre y mirar la cabeza de Felipe, pero ahora sí, que parece que está a punto de enloquecer. Ahora que he amenazado la vida del anciano. —Por favor, no lo mates. —Sáquenla de aquí—les grito, y Sebastián, junto con otro hombre, la sacan y se llevan a mi futura esposa. Miro al anciano y me pregunto cuán profunda es su relación con él. Parece que tiene sesenta y tantos años, pero eso no es nada en estos días. Sin embargo, no estoy seguro de si la relación es romántica. Pidió por él como un niño haría por sus padres. Así era como esperaba que reaccionara por Roco. Tendré que hablar con él un poco más. Dependiendo de lo que diga, decidiré si me será útil o no. Entonces iré a verla.
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