DESCONOCIDO
Puedo oler la sangre en él de nuevo. Le hizo daño.
No solo tiene que aguantar a ese estúpido, sino también a la gente de la escuela. Necesito sacarla de esta manada. Ella necesita estar con su familia.
Miro a mi alrededor. Mia no ha tenido a nadie que la cuidara, a juzgar por lo que veo, durante muchos años. No tiene amigos, incluso aquellos con los que creció la han abandonado.
Miro al joven Alfa. Necesita a alguien que le parta la cara.
Tengo que ver cómo está ella, asegurarme de que está bien. Doy media vuelta y salgo por la puerta, hasta que un hombre grita: ¡Compañera!
Me giro y veo al gamma Darren. Está mirando a Evie; ella parece absolutamente atónita, y susurra: compañero. Se acercan el uno al otro y bailan. Miro al joven Alfa, que se ve feliz por sus amigos.
Abandono esta horrenda fiesta y me dirijo hacia la cabaña. Me aseguro de que nadie me siga ni me vea. Mientras salgo y me dirijo hacia el bosque, escucho muchos gemidos provenientes de un costado. Son los dos estúpidos jóvenes que lastimaron a Mia hoy. La chica está apoyada contra un árbol con una pierna enganchada alrededor de su cintura, gimiendo ruidosamente mientras él la embiste con fuerza. Gruño mientras avanzo.
Ruedo los ojos. Los miro una vez más para ver si me han visto cuando se callaron, pero han cambiado de posición. No me han notado ni siquiera a mí ni a los dos hombres detrás del árbol, masturbándose mientras los miraban.
Estúpidos críos.
Camino por el bosque y corro, ya que nadie va en esta dirección, solo David, pero no está en condiciones de volver. Me lleva veinte minutos llegar a la cabaña, pero me detengo cuando percibo un olor. No es la madera de la cabaña ni las flores a su alrededor. El olor viene del interior: sangre.
Sin perder tiempo, corro hacia la puerta y la atravieso de un empujón, pero me detengo mientras busco hasta encontrarla. Está ahí, tirada en el suelo, en su propia sangre, la dulce niña. Estaba sangrando muy mal de la pierna. Miro a mi alrededor y agarro un paño de té y me acerco a ella. Me arrodillo y lo coloqué en su pierna. La herida es profunda.
Saco mi teléfono para llamar a mi manada y hacerles saber lo que encontré, pero más importante aún, necesitaré ayuda para sacar a Mia de aquí.
Contestan el teléfono después del primer timbrazo.
—Hola Gwen, ¿cómo está el...? —dice la voz alta, pero lo interrumpo. Sé que cinco de ellos han estado esperando mi llamada en los últimos tres días, pero no podía llamarlos hasta que supiera que tenía algo nuevo que informar, y solo descubrí algo antes, pero esto es más importante.
—Tengo poco que informar de lo que encontré, pero necesito que alguien se encuentre conmigo a mitad de camino esta noche. Él la ha atacado, esta vez de manera terrible —les digo.
Se escuchan fuertes suspiros, pero fue su llanto desgarrador lo que llamó mi atención. Ella no dice nada.
—Me encontraré contigo, tía, envíame las indicaciones y llegaré a encontrarte en la próxima hora —dice mi sobrina.
Daré los detalles de una casa segura donde vive un amigo mío cerca. Ya le envié un mensaje para contarle todo. Estaba más que dispuesto a ayudar. Quiere ayudarla como todos los demás en nuestra manada.
Miro a la chica en el suelo.
—Puedo oler belladona —me dice mi lobo—. Pensé que era humana. Puedo oler a su lobo. Está inconsciente.
Un lobo. Nunca había olido su lobo antes. Mi lobo gruñe, pero la ignoro. No me sorprende que haya estado ocultando el hecho de que es una loba de él, pero me pregunto ¿por qué?
Sacudo la cabeza, necesito ayudarla.
—Tenemos que sacarla de aquí —digo—. Ahora.
La levanto, salgo de la cabaña y me dirijo hacia el claro del bosque. De la misma manera que ella llegó antes. La pongo bajo un árbol por un momento y miro hacia la cabaña. Sé que tengo que asegurarme de que él no la encuentre. Tengo que hacer que parezca muerta. Es la única forma de salvarla.
Regreso y entro de nuevo en la cabaña. Busco algunas de sus cosas. Registrar la cabaña me da escalofríos, ya que no hay mucho que se pueda llamar muebles, mucho menos un hogar, pero ella se las arreglaba. Camino hasta que encuentro su habitación.
No sabía qué esperar, pero no me sorprendió del todo descubrir que ella no tenía una, al menos no como un niño debería tenerla. Observo la pequeña habitación. Hay un colchón en el suelo y un montón de ropa sucia cerca. Solo hay unos pocos libros al costado y nada más. Él la hizo vivir así. Es un cerdo.
—Esto es malo —dice mi lobo— ¿Qué estás buscando?
Suspiro, aún buscando hasta que veo algo en la esquina, un pequeño recipiente. Me acerco y me agacho para recogerlo y abrirlo, pero pronto me doy cuenta de que es lo que quería llevar.
—Lo encontré —digo—. Esto es de su madre. Debe esconderlo de él. Es lo único que le queda, a juzgar por el estado de la cabaña.
Mi lobo aúlla de dolor al pensar en lo que le sucedió a mi querida amiga.
Regreso por la cabaña, colocando el recipiente en el bolsillo, pero me detengo en la cocina. Tengo que hacer algo. Mirando alrededor, me acerco al horno y enciendo el gas en la estufa. Él tampoco la encontrará si cree que está muerta. Mientras me alejo, veo unos fósforos. Los agarro mientras me dirijo hacia la puerta. Salgo de la cabaña y vuelvo hacia Mia, que todavía está inconsciente bajo el árbol.
—Vas a tener que correr con ella —dice mi lobo con una sonrisa burlona.
—El coche está en la escuela. Conduciré un rato hasta encontrar a mi sobrina —digo, y enciendo la cerilla que encontré en la cocina. La llama se amplía y la lanzo a través de la puerta, donde aterriza.
Levanto a Mia y empieza a correr, dirigiéndome hacia la escuela.
No pasa mucho tiempo antes de que me acercara y escuchara el fuerte estruendo de la cabaña que ardía y ahora era un incendio. El bosque está cubierto de espeso humo n***o.
Coloco a Mia y la cajita en el asiento trasero. Coloco otra tela sobre la herida en su pierna. No está sanando, pero ha dejado de sangrar. Cierro la puerta trasera y me dirijo al frente, subo al coche y conduzco tan rápido como mi pequeño coche puede llevarnos.
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Durante las próximas tres horas, conduje en silencio, solo mirando hacia atrás para asegurarme de que no nos estuvieran siguiendo, pero supervisando a Mia.
Doy vuelta en una esquina y llego a un motel apartado. El motel está dirigido por un rogue. Él es un amigo mío, así que sabe que cuando me ve es porque estoy encontrándome con alguien. Se acerca al coche, pero se detiene repentinamente cuando abro la puerta del coche.
—¿Quién es esa en el asiento trasero? —pregunta, mirando a través de la ventana.
—Necesito suministros médicos. ¿Tienes alguno? —cuestiono, ignorando su pregunta. Él asiente y corre directamente a la oficina del motel.
Bajo del coche y me dirijo alrededor para sacar a Mia. La levanto y me dirijo hacia mi puerta habitual en el motel. Entro y coloco a Mia en la cama. Mi amigo entra corriendo con los suministros médicos, pero se detiene de golpe y jadea.
—No puede tener más de diecisiete años —dice mientras me mira.
Le di un breve asentimiento y la miro.
—Necesito tu ayuda para suturar la herida —expreso.
Sin decir una palabra, él se acerca y me ayuda a suturar la herida. En silencio, trabajamos en su pierna, pero puedo sentir sus ojos en mí.
—Esta es la chica de la que hablé la última vez que vine aquí —le digo, sin levantar la vista de lo que estoy haciendo.
Un gruñido se escapa de su boca.
—Ese bastardo hizo esto, a su propia hija.
Lo miro y asiento.
—Toby, ella tendrá que quedarse aquí hasta que... —Pero antes de poder decir algo, la puerta se abre con mi sobrina Sasha parada en el umbral. Ella jadea, pero gruñe repentinamente.
—Tía, tienes que volver por si piensan que fuiste tú quien hizo explotar la cabaña. —La miro y sonrío.
—Tú te encargas y quédate con ella, llévala de vuelta a la manada. Ella querrá verte —digo.
Sasha sonríe.
—Estaba triste cuando me fui, pero el Alfa Sam la cuidará a ella y a los demás hasta que regrese con ella.
Miro a Mia. Todavía está inconsciente.
Me levanto y miro a Toby.
—Déjalos quedarse aquí —pido, asiente y toma mi mano.
—Cuidaré de ellos, Gwen, quiero demostrarle al Alfa que puedo ser confiable. Me desharé de todo, de todas las telas ensangrentadas y demás cuando se hayan ido.
Asentí.
—Nos iremos tan pronto como ella despierte —dice Sasha—. Tenemos un largo camino por delante. Toby, ¿puedes cerrar la puerta y dejar la llave en la mesa? Te avisaré cuando vayamos a partir. Tal vez me vaya en el coche con ella aún inconsciente, dependiendo de toda la situación con sus heridas.
No digo nada, pero observo cómo Toby sale de la habitación. Sasha se gira hacia mí con una pizca de preocupación en sus ojos.
—Tía, ten cuidado cuando regreses —dice con preocupación en su voz.
Sonrío y la abrazo para tranquilizarla.
—Lo tendré, vigila a nuestra chica —digo mientras me dirijo a la puerta. La abro y me giro para mirar por encima del hombro a Sasha sentada junto a Mia, acariciando su cabello. Ella me sonríe.
—Me encargo de esto, tía, estaremos a salvo.
Me doy la vuelta y cierro la puerta.
Tengo que volver a la manada de la que acabo de venir. Alfa Sam de la Manada Dark Forest, la manada más grande del estado, quería tener un representante aquí para revisar sus problemas con los rogues que han tenido durante varias semanas. Debía ayudarles con su problema de rogue. Bueno, eso es lo que pensaban.
Alfa Sam también me dio otra orden. Tenía que rescatar a Mia. Ella necesitaba nuestra ayuda. Nuestros espías que vinieron antes que yo sabían lo que estaba pasando y explicaron que había problemas con respecto a ella que eran preocupantes. Alfa Sam se aseguró de que fuera yo quien fuera, ya que ayudé la última vez. Necesitaba hacerlo por ella.
Llegué hace dos días y he presenciado cómo Mia era maltratada algunas veces por diferentes personas. Le conté a Alfa Sam el primer día que llegué allí y ambos acordamos que la sacaría de allí cuando tuviera la otra información, pero tenía que ayudarla de cualquier manera posible. Ella estaría muerta si no hubiera salido de allí hoy. Ese corte en su muslo le dejará una maldita cicatriz.
Caminé hacia el coche y salté dentro. Me alejé del motel.
Me dirigí de vuelta por donde vine. Le dije a Alfa Robert que no iría a la fiesta y me alegré de haberme marchado por un momento. Puedo decir simplemente que tenía que conseguir algunas cosas para mi estancia, lo cual es cierto, pero él no necesita saber que tenía todo en mi coche. Regreso. Serán otras tres horas de regreso, pero al menos Mia está segura ahora, finalmente.