El Destino le exigió a la Muerte que se llevará a aquel ser desagradable, la Muerte lo miró desafiante, no estaba dispuesta a aceptar que su broma había salido mal y que aquel ser también le resultaba bastante molesto. El primer vampiro no solo se reía diciendo que desafío al Destino y ganó, se reía diciendo que era tan inteligente que había engañado a la Muerte misma y ahora era inmortal. Sentados al pie de la luna la Muerte refunfuñaba molesta mientras el Destino se golpeaba la rodilla buscando una manera de acabar con aquellos seres desagradables. Surematu, el primer vampiro, había transformado a cien vampiros en la primera década de su existencia, necesitaba seres igual a él que compartieran su inmortalidad y sus ideales. Su elección no fue de las mejores ya que únicamente vio

