Llegó quizá muy temprano, pero no le importó. Para ser sincero se sentía tan nervioso con aquella cita que por su mente no dejaban de pasar las miles de formas como decirlo, no estaba confundido. Ya no sentía esa misma confusión que semanas atrás le preocupaba tanto, quizá ahora más bien se sentía un poco tonto. Volvió a mirar el reloj y un caballero se le acercó para ofrecerle un trago. Pidió para los dos siempre había sido muy puntual y sabía perfectamente lo que tomaría, dio un largo suspiro y pensó en ellas. Lo que sentía por ambas era tan diferente que llegó a perturbarlo, a convertirlo en un imbécil. Tenía que hablar de ello, quería de alguna forma acabar con esa agonía y elegir de una vez por todas aunque en el fondo esa elección de momento estaba muy clara. Tomó un poco de su vaso

