Desenterando el pasado

2249 Palabras
WESTON La tensión aumenta con cada momento extra que pasamos juntos. elijo un Petit Verdot chileno, simplemente porque habíamos compartido uno juntos durante una cata de vinos en el centro de Louisville. Tal vez no lo recuerda. Pero aparentemente estos pequeños detalles son mi forma de acercarme un poco más a mi decisión. Es tuya>>. Abro la botella justo cuando Amelia entra a la cocina, sonriéndome alegremente. —El momento perfecto— dice, apoyándose en la encimera mientras me ve servir dos copas generosas. —¿Cuál es la uva de la noche? — —Petit Verdot— le digo mientras corcho la botella y la dejo a un lado. Levanto mi copa y ella hace lo mismo. —¿Recuerdas la última vez que compartimos un Petit Verdot? — Su sonrisa no vacila. –En la ruta del vino en el centro de Louisville— La respuesta me conmovió más de lo que quiero admitir. –Fue una de las últimas noches que pasamos juntos antes de …– Da un sorbo a su vino. Las palabras no pronunciadas flotan pesadamente en el aire. Cuando nuestras miradas se encuentran, una chispa eléctrica brilla allí. –¿Vas a arruinar nuestra experiencia con el vino tan rápido? — pregunta Amelia. —Quiero al menos disfrutar unos sorbos antes de que hagamos algo que desentierre el pasado y lo haga sentir incómodo entre nosotros— Contengo una sonrisa. —Admiro tu franqueza. Nos daré otros cinco minuto antes de que comience el programa de desenterrando el pasado— Una risa escapa de su boca e inhala profundamente sobre la copa de vino. —Dios mío esto huele genial. Me encanta el Petit Verdot— –A mi También— hago girar el líquido borgoña en mi copa, observando como las gotas correr por los lados de la copa. –Tal vez deberíamos hacer un viaje algunas bodegas a Chile— Sus ojos brillan de emoción mientras me mira. –Eso suena divertido. ¿Cuándo deberíamos ir? – —Podríamos ir tan pronto como el mes que viene. Es verano allí, ¿sabes? El momento perfecto para visitarlo— Tomo otro trago. Suspira felizmente. —Eso suena como un sueño. Un tour de vinos en Chile— —Por supuesto que tendríamos que ir por dos semanas, mínimo. ¿Crees que tu amado prometido podrá sobrevivir sin ti tanto tiempo? — Arquea los labios y bebe en lugar de responder. Cuando la copa toca la encimera, ella dice en voz baja. —Creo que tendrá que empezar a acostumbrarse— Algo en su tono se siente serio. Como una confesión. Inclino la cabeza hacia los sofás y la chimenea. —Vamos a sentarnos. Cuando empecemos a desenterrar el pasado, vamos a querer estar sentados— Se ríe y se desliza detrás de mí a través de la cocina hasta la sala principal. Me acomodo en el sofá más cercano a la chimenea, dejando mi copa de vino en la mesa auxiliar de mármol. Cuando se gira hacia el sofá frente a mí, niego con la cabeza. —Siéntate aquí— palmeo el espacio a mi lado. —No podré oírte desde allá— –¿Te has quedado sordo sin avisarme? — —No seas una mimada— la observo mientras deja su copa de vino en la mesa del otro extremo del sofá. —Solo intento ser un buen anfitrión y seguir todas las reglas del decoro social— se deja caer en el sofá junto a mí, y una agradable ráfaga de su perfume me inunda. Se me encoge el vientre y siento el deseo lamiendo mis venas. Es tuya>>. —Decoro social, ¿eh? — Me mira con un sonrisa tan genuinamente divertida que me provoca una sonrisa igual. —Eso es lo que les dices a todas tus niñeras comprometidas, ¿no? — Esta vez, la risa se me escapa. —Touché. ¿Entonces, supongo que estás lista para el desentierro del pasado? — En la suave iluminación de la habitación, la extensión de Manhattan visible a través de las grandes ventanas mientras el fuego crepita detrás de mí, todo se siente tan bien. Quiero que esto continúe para siempre. —No estoy emocionada por ello, pero estoy tan preparada como nunca— Levanta su copa en un brindis sarcástico, y sonreímos al chocar las copas. De alguna manera, hemos logrado convertir esta situación incómoda y dolorosa en algo de lo que podremos reírnos y conectar juntos. No estoy seguro de si es una señal de nuestra compatibilidad o una señal de que ambos estamos un poco jodidos. No importa. Por muy conflictuado que este sobre si Amelia y yo deberíamos volver a ser pareja, a mi polla le importa un comino. Mi polla todavía la desea, tanto como siempre. Y con cada sorbo de vino, es más difícil preocuparme por si debiese ir tras ella. Dejo mi copa y extiendo mi mano hacia la suya que descansa en el sofá. Paso mi pulgar sobre su palma, volteándola hacia arriba. –¿Trajiste tu anillo? — Su garganta se mueve y niega con la cabeza, con la mirada fija en nuestras manos. —¿Por qué no le contaste a Dominic y Vanessa sobre Caleb esta noche? — pregunto, observando su expresión de cerca. —¿O sobre el hecho de que estas planeando tu boda o algo sobre lo que se supone que es el momento mas importante de tu vida? — Sus ojos se cierran y su cabeza cae al respaldo del sofá. –Ahí está el pasado desenterrándose– — Como prometí— —No quería entrar en detalles— dice finalmente, abriendo los ojos y fulminándome con una mirada que casi me parte en dos. —No quiero entrar en detalles nuca. Porque…lo odio— Las alarmas suenan dentro de mí. Esto es grande. Y emocionante. —¿Lo odias? — Se le escapa un fuerte suspiro y entierra la cara entre las manos. —No, esa no es la palabra correcta. Es decir, si, odio el proceso de planificación de la boda y las expectativas que todos tienen de mí y la forma en que casi no tengo voz ni voto en mi propia boda…– Otro suspiro se le escapa mientras niega con la cabeza. –Este viaje es una oportunidad para alejarme de todo eso. Así que no quería sacarlo a colación. ¿Tiene sentido? — —Por supuesto— continúo masajeando su mano, presionando mi pulgar en sus puntos de presión. Sus ojos se cierran de nuevo. —Mmm— —¿Te gusta eso? — —Se siente tan bien— —¿Quieres que te masajee el resto del cuerpo? — Ella se rie. —Eso también suena a trampa— —Te prometo que se mantendrá apto para todo público. Igual que el masaje en que pagas en el spa— son mentiras, pero estoy demasiado hambriento de ella. La deseo tanto como sé que ella me desea a mí. Solo necesitamos deshacernos del bloqueo entre nosotros: su compromiso. Y hasta que eso suceda, soy incapaz de resistir mi atracción por ella. Por mucho que sepa que necesito mantenerme alejado de ella mientras este comprometida con Caleb, no puedo seguir así. —No me lo creo ni por un segundo— sus ojos brillan mientras toma otro trago de vino. —Eres inteligente. Al menos déjame darte un masaje en el cuello— –Estoy de acuerdo— se mueve al suelo entre mis piernas cuando se lo pido, sentándose con la espalda contra el sofá. Froto mis manos enérgicamente, luego comienzo con un toque firme pero metódico en el borde de sus hombros. Su cabeza se inclina hacia adelante y gime. —Weston, eso se siente tan bien— Me encanta oírla decir mi nombre: especialmente así. Mi pene se contrae y me recuerdo a mí mismo que debo concentrarme en la tarea en cuestión. Su piel es suave y tersa bajo mis dedos. Cada roce me recuerda al resto de su piel que hay por descubrir. El interminable país de las maravillas bajo su ropa con el que había estado soñado durante años. Trabajo en su cuello hasta que sus gemidos entrecortados son demasiado para soportar, cada uno provocando espasmo en mi polla. Aprieto los dientes, moviendo mis manos a los lados de sus brazos para un apretón rápido. Esto tiene que parar. Ahora. Me he permitido demasiado. —Ya es suficiente— digo, mi voz sonando áspera. —Nooo— gime, inclinando la cabeza hacia un lado. —Por favor, Weston, necesito más— Me rio con pesar. Me había adentrado en un territorio peligroso y no estoy del todo seguro de poder salir de él. Un movimiento en falso y estaré perdido. La lujuria es mucho más fuerte que el alcohol, lo sé. Y sospecho que ella también lo sabe. Me inclino para hablarle al oído: — Amelia, no puedo. No a menos que quieras liberar una parte de mí que hace cosas muy inapropiadas con las mujeres comprometidas— Veo como se le pone la piel de gallina en el cuello. Se gira para mirarme. —¿Cosas como qué? – La miro a los ojos entrecerrados. —No voy a dar más detalles. Ponte de pie— — ¿Son estas las cosas inapropiadas que me prometiste en el pasillo trasero del club campestre? — capto una nota de vértigo en su voz. —Porque he tenido mucha curiosidad por ellas— —En realidad no te importa tu prometido, ¿verdad? — la desafío —Nunca dije eso— dice con una voz temblorosa. —¿Entonces que? ¿Estás sugiriendo que empecemos una aventura? — Su garganta se contrae y su mirada baja al suelo. —No, claro que no. Es que…no lo entiendo— Me río a pesar de la situación frotándome la cara. —Yo tampoco lo entiendo. Créeme. Amelia, con gusto me acostaría con una mujer comprometida hasta que salga el sol. Especialmente tú. Pero creo que ambos sabemos que eso no es lo que ninguno de los dos quiere a largo plazo— Su mirada se oscurece y se pone de pie, apoyando las manos en las caderas. —Entonces, ¿Por qué me dijiste que me sentara en el sofá contigo? ¿O te ofreciste a darme un masaje? ¿Por qué hacer algo así, si no lo quieres a largo plazo? — La frustración se desborda. —¡Porque si lo quiero! Nunca voy a dejar de quererte, Amelia— Mi voz sale como un latido áspero, más fuerte de lo que pretendía. —Y desearía poder controlarlo, pero no puedo. Incluso cuando estas comprometida con otra persona. Va a seguir sucediendo. Si, sale más rápido cuando bebo. Pero también está ahí cuando no bebo— Amelia ladea la cabeza, mirándome tan intensamente que pienso que me quemará la frente. Puedo ver la lucha en ella. Los engranajes y las ecuaciones matemáticas sucediendo dentro de su cerebro, tratando de darle sentido a todo. Porque es difícil. Tenemos una química clara, una historia sin resolver un resentimiento latente, encima de una compatibilidad y respeto inquebrantable el uno por el otro. ¿Cómo seguimos adelante desde aquí? —Claramente tu también lo sientes— continúo, con el corazón latiéndome con fuerza. —Lo que me hace preguntarme como diablos puedes seguir con él— —Porque me comprometí— espeta, con la voz baja y temblorosa. —Hice una promesa. Caleb estuvo ahí para mi después de que detonaras mi vida entera. Ha sido el mejor amigo de Abel desde siempre, no puedo simplemente— –¿Dejarlo? ¿Buscar a alguien que realmente te importe? ¿Ir a la maldita escuela de posgrado como has estado deseando desde que tenías diecinueve? — El rostro de Amelia se vuelve de piedra y se abalanza sobre mí. Aparto la mirada. –Que te jodan, Weston— Niego con la cabeza, controlado mi reacción ante su palabrota. –¿No lo deseamos ambos? — —Te estás comportando como un imbécil y me voy a la cama. Personalmente, no quiero odiarme a mí misma por el resto de mi vida porque engañé a alguien que no se lo merecía. Pienses lo que pienses de Caleb, no merece ser tratado así. Y no tengo intención de faltarle al respeto de esa manera. No soy ese tipo de mujer— —Probablemente sea lo mejor— le digo, examinando los nudillos, obligándome a mantener la vista fija en cualquier cosa menos en ella. –Y deberías a empezar a pensar en ideas– —¿Sobre qué? — —Como evitar que esto suceda cada vez que son las diez de la noche y estamos solos— me atrevo a mirarla, encontrando la mirada más cruda y vulnerable en su rostro. –Porque cuando pienso en cual podría ser una posible solución…bueno, no te gustaría la idea– Endereza la espalda, cruzando los brazos. –Buenas noches, Weston– gira sobre sus talones y se va furiosa a los rincones del pent-house, dejándome en una espesa y asfixiante nube de mi propio conflicto. La necesito tanto como quiero que se vaya. No hay punto medio con Amelia. La necesito toda o nada en absoluto. Y tengo la sensacion de que para el final de este viaje encontraremos una solución a este enigma… nos guste o no.
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