AMELIA
Mis pasos descalzos por el suelo son el único sonido a primera hora del mañana. El pent-house está en silencio, casi sepulcral, a esta hora.
Es demasiado temprano para estar levantada, pero apenas había dormido, gracias al frustrante pero excitante encuentro que Weston y yo compartimos justo antes de acostarme. Entonces, ¿Qué puedo hacer a las cinco y media aparte de levantarme y empezar el día?
Me ajusto la suave manta en los hombros, con mi lectura actual debajo del brazo. Paso por la habitación de Emma para ver como esta y luego me dirijo a la sala principal, donde me espera la vista y la chimenea. Había estado fantaseando con esto desde que puse un pie aquí: leyendo, sola, con Manhattan como telón de fondo. Perfección absoluta. Y casi mía.
Me detengo en la cocina para prepararme una taza de café rápido. Mientras la maquina cobra vida, me acerco a la pared de ventanas. Pequeños copos de nieve flotan en el oscuro aire de la mañana. El amanecer apenas se filtra en los límites de la ciudad. tiemblo en mi manta, sonriendo a las suaves fibras.
Los copos de nieve parecen prometedores; tal vez una tormenta de nieve se dirige hasta aquí. Solo pudo esperar. Una vez que mi café está listo, sirvo mi taza y agrego leche de avena y media cucharada de azúcar, revuelvo y luego me dirijo al gran sofá donde Weston me había dado el masaje de cuello más increíble de mi vida. Me acurruco en mi lugar, tratando de no fantasear sobre lo que podría haber sucedido si alguno de los dos hubiera decidido que ya es suficiente. Solo me he torturado con esos pensamientos durante horas de la noche anterior. No necesitaba que me robaran más horas de vigilia hoy.
Leer. Es hora de leer. Para eso estoy aquí. respiro hondo, lista para reiniciar mi mente y mi día. Ya he tenido un gran comienzo, comienzo, con la caída de la nieve, el café y la soledad antes del amanecer, siempre y cuando pase por alto los sentimientos tibios por mi prometido y los sentimientos candentes por el único hombre al que no puedo tocar.
—Hora de leer— murmuro para mí misma. Un recordatorio. Abro mi libro.
Me hundo fácilmente en mi mundo ficticio y pierdo la noción del tiempo como siempre me pasa. Cuando levanto la vista de nuevo, es solo porque el burbujeo de la cafetera capta mi atención. E inmediatamente después, el pecho ancho y desnudo de Weston.
Parpadeo rápidamente. El aire de mis pulmones se evapora. Aun no me ha visto, así que me encojo más en mi manta. Weston es el hombre de hombros anchos de mis sueños. Cabello castaño oscuro, perfectamente despeinado, con una mirada amielada que puede ver dentro de mi alma y encenderme. Es fuete, sereno y amable. Incluso al lidiar con tantas cosas difíciles a la vez.
¿Por qué las cosas no pudieron haber funcionado la primera vez? Esta pregunta aun me arde en mi corazón, mucho más intensamente de lo que quiero admitir. Debería estar extasiada de encontrar un hombre como Caleb, pero solo puedo pensar en Weston.
Los pies descalzos de Weston arrastran los pisos de madera a continuación, dirigiéndose hacia aquí. Me muerdo el labio inferior, notando el libro metido debajo de su brazo. Se dirige al mismo lugar para hacer lo mismo. Que absolutamente conmovedor, y nada en lo absoluto útil ayudándome en mi afán de mantenerme alejada del hombre.
Se acerca y su mirada se posa en mí, sopla la parte superior de su café mientras disminuye la velocidad.
—Buenos días— dice.
—Buenos días— tomo mi taza de café y tomo un sorbo.
Se acomoda en el sofá frente a mí. Nuestras miradas se encuentran brevemente antes de que vuelva a mirar mi libro abierto. Quiero desesperadamente preguntarle que está leyendo, que piensa al respecto, que podría estar leyendo a continuación, solo para seguir con preguntas como si había dormido algo la noche anterior, si se había imaginado follándome hasta que saliera el sol como había dicho, que posición podría intentar primero.
Pero mantengo la boca cerrada y concentrada en mi propio libro. Weston deja su café, después de unos momentos, revela un resaltador. La punta chirria contra las páginas de su libro.
El sol asoma en el cielo, iluminando la ciudad con amplias franjas de claridad. La nieve sigue cayendo, proyectando un hermoso brillo, sobre todo. Después de un rato, Emma llora y dejo mi libro a un lado para poder acercarme a ella. La encuentro con las mejillas rojas y los ojos lagañosos, así que la cargo en brazos y la hago callar hasta que se calma. La llevo a la sala para que se una a nosotros, la tranquila familia de tres.
—Buenos días, niña bonita— Weston deja su libro en la mesa mientras me acerco con Emma. Ella lo alcanza y el la recibe en sus brazos. Emma apoya la cabeza en su hombro y se acomoda contra su pecho. Es el lugar más cálido y mejor para estar, y yo tambien quiero acurrucarme allí, pero por diferentes razones.
Weston reanuda la lectura de su libro alrededor del cuerpo en reposo de Emma. Intento concentrarme en las palabras de mi libro, pero la dulce escena que tengo delante me distrae constantemente. Es tan cálida, tan familiar. Se siente como si fuéramos una familia, como si hubiéramos estado haciendo esto durante años, en lugar de semanas. Aún más ahora que estamos en Tribecca.
Alrededor de las ocho, Emma esta lista para comenzar realmente su día. Dejo mi libro a un lado y preparo más café para Weston y para mí, mientras el coloca a Emma en la silla alta cerca de la isla de la cocina y se excusa para irse a vestir. Saco yogurt y un plátano para Emma, y para cuando Weston vuelve a salir, se había transformado en la versión de sí mismo de un hombre de negocios de alto perfil. Camisa impecable, pantalones oscuros y planchados, zapatos Derby que relucen. Se está ajustando el reloj en la muñeca cuando sale, el aroma de su colonia de especias y cuero me llega como un puñetazo en el estómago.
—Estaré fuera casi todo el día— me dice. —Pero hay mucho que hacer para ti y Emma. Este edificio solo tiene…—
—Barnes & Noble— termino por el con una sonrisa brillante. —Eso es todo lo que necesitamos—
Esboza una sonrisa. —Bien. Te enviare un mensaje con otras opciones, si quieres sacar más provecho de la casa—
—El parque Rockefeller no esta tan lejos, pero…— su mirada se dirige a los grandes ventanales con vistas a la ciudad. —Parece que esta nieve no va a parar pronto—
—Estaremos bien— le aseguro. —Si necesito investigar alguna actividad, te lo hare saber. Pero creo que juguetearemos aquí un rato, iremos a la librería y luego prepararemos el almuerzo—
Weston asiente y le da un beso en la cabeza a Emma mientras come una rodaja de plátano con el tenedor. —Volveré sobre las cinco, si no antes. Solo mantente en contacto si necesitas algo, ¿de acuerdo? Cualquier cosa—
Asiento, resistiendo la tentación de inclinarme para recibir y mismo beso. —Lo prometo. Que tengas un buen día en el trabajo—
Weston me dedica una pequeña sonrisa y sale. Una vez que la puerta se cierra detrás de él, evaluó la relativa tranquilidad del pent-house. Todo este viaje se siente surrealista, mágico y a la vez maldito, con la promesa de un nuevo futuro en el horizonte. Nada de esto tiene sentido. Aun así, estoy sentada en la suite del pent-house encima de un Barnes & Noble. Prácticamente una princesa de librería. Mi sueño se ha hecho realidad, y Weston lo sabe.
Ayudo a Emma a terminar su desayuno mientras tomo mi segunda taza de café. Alrededor de las nueve, suena mi teléfono. Es Caleb.
—Hola— Me coloco el teléfono entre la oreja y el hombro mientras me apoyo en la encimera.
—Buenos días—
—Buenos días a ti también— La voz de Caleb me hace un nudo en el estómago. —¿Qué tal Nueva York? —
—Un poco nevado, lo cual me encanta—
—Suena como una pesadilla— Caleb se rie. —La nieve de la ciudad debe de convertirse en aguanieve. La vida en la Gran Manzana, ¿eh? —
Hago una mueca, pasando el dedo por el borde de la encimera.
—También tiene su belleza—
—Tal vez durante diez segundos— suspira profundamente. —¿Cuándo vuelves? —
—Mañana, creo— Me muerdo el labio inferior, ya temiéndolo.
—Tendré que comprobar si sigue siendo el plan. La familia está aquí por negocios—
—Bien. La familia— Caleb suspira de nuevo. —No nuestra familia. No puedo esperar a que podamos dejar esto atrás, ¿sabes? —
—¿Dejar que atrás? —
—Todo este viaje innecesario. Te escapas de cuidar a los hijos de otra persona. Deberías estar cuidando a los nuestros. Aquí—
Siento una opresión en el pecho y mi mirada se desliza hacia Emma en la silla alta, donde golpea el borde con su cuchara de plástico. —Bueno…tal vez algún día—
—Tal vez algún día— Caleb rie con amargura.
—Ese es el entusiasmo que me gusta oír antes del día de nuestra boda—
Me froto el entrecejo. Se pone así de irritable cuando esta estresado, así que entro en modo control de daños. —¿El trabajo te está estresando, Caleb? Suenas un poco enfadado—
Suspira de nuevo. —Estoy estresado. Queda mucho por resolver. La boda es en tres meses y ni siquiera tenemos una oferta para una casa. Te enviaré algunos enlaces a lugares que encontré. Tal vez puedas revisarlos mientras tú y el niño ven dibujos animados—
—Eso suena bien— digo, preguntándome si puedo oír lo hueca que suena mi voz.
—Le pedí a mi asistente que escribiera un borrador del anuncio de compromiso. También te lo enviaré; dime que piensas. Debería haberse publicado la semana pasada, así que esto tiene que salir hoy—
Cierro los ojos con fuerza. Emma golpea la cuchara más fuerte ahora, intercalando un ruido con chillidos. —De acuerdo—
—Hay un montón de revistas a las que lo enviaré cuando esté listo. Tu mamá me envió la lista maestra, por supuesto—
—Genial— El miedo me invade por dentro. —¿Junto con la foto? —
—Si, la que elegiste. Oye, una de estas casas tiene una vacante para verla el jueves. Haré una cita para que podamos visitarla—
Siento una pesadez en las extremidades. Eso es dentro de dos días. —¿Estás seguro de que deberíamos estar intentando finalizar la planificación de la boda y búsqueda de casa al mismo tiempo? Honestamente, Caleb, puede que no nos estemos preparando para demasiado. Ya estas muy estresado. Yo también. ¿Por qué no…? —
—No, Amelia, esto tiene que hacerse. No podemos ser recién casados pasando la noche de bodas en la casa de la piscina de tus padres. Cuando regresemos de la luna de miel, quiero que tengamos nuestro propio lugar al que llamar hogar. Haremos que funcione—
Siento un nudo en el estómago. —¿Y dónde es la luna de miel? ¿Lo decidiste? —
—Montana—
Me muerdo el labio inferior de nuevo. No hay nada de malo en esa idea. Se que será encantador…hermoso…increíble, si así lo hacemos. Pero fue otra decisión que borró mis deseos de la mesa de dibujo.
—¿Nunca has deseado en poder pausar…pausar todo esto? — suelto.
—¿Qué? —
Suspiro, yendo a la silla. Saco a Emma y la bajo al suelo. Ella camina lentamente hacia los juguetes en la gran sala. —Es demasiado. Y no hay suficiente tiempo. Estamos haciendo todo esto a un ritmo vertiginoso…—
—Lo cual está bien— dice Caleb. —La gente organiza bodas en menos tiempo. Y tenemos la mejor ayuda. como tu madre, para empezar. ¿Cuál es el problema? —
Miro las relucientes torres de acero de Manhattan, dándome cuenta en este instante de que, si pudiera elegir, no volvería a Kentucky. No ahora. Posiblemente ni siquiera en meses. No quiero seguir con esto. —Es demasiado. Es tan estresante—
—Así es la planificación de bodas— Caleb se ríe. —Escucha, tengo que irme. Mira los correos electrónicos que acabo de enviar. Me dirijo a una reunión. Podemos enviar el anuncio más tarde hoy—
Asiento, aunque no puede verme. —Adiós—
La línea se corta.
Emma grita y aplaude tan pronto como cuelgo, mirándome con una gran sonrisa. Me desvió hacia ella. —¿Qué pasa, dulce niña? —
Levanta un libro ilustrado con orgullo. Me arrodillo para mirarlo. Señala el gatito. —¿Te encantan los gatitos? — dice algo confuso y luego pronuncia la palabra G. Mis ojos se abren de par en par.
—Intentas decir gatito? —
Vuélvela pronunciar el sonido, mirándome. Finalmente, se decide por lo que suena como “Gaa”
—¡Dios mío! Me tapo la boca con una mano, las lágrimas inundan mis ojos. —Cariño, ¿estás diciendo gatito? — casi tiemblo de emoción. Señala el libro de nuevo y me rio, repitiendo la palabra para ella.
—¡Oh, esto es tan emocionante! Me siento con ella y tomo mi teléfono. Tengo que enviarle un mensaje de texto a Weston.
Amelia: ¡Grandes noticias! Emma acaba de decir gatito.
Weston: ¡Estás bromeando! Eso es increíble. ¿Video?
Amelia: Lo intentare. Es tan lindo. Vas a llorar, casi lo hago.
Weston: Orgulloso de ella. Este es un beneficio bienvenido hoy.
Se que hoy es un día duro para Weston, aunque no conozco todos los detalles. Deseo que me lo diga. Quiero estar allí para él, aunque no debería.
Antes de guardar mi teléfono, mi aplicación de correo electrónico se ilumina con algunas novedades. Caleb había enviado un correo electrónico con cuatro anuncios. Respiro hondo y lo abro mientras Emma se aleja a buscar una carretilla.
Los anuncios de propiedades son casi todos iguales. Grandes y señoriales casas antiguas, con puertas dobles de madera y un paisaje impecablemente cuidado. Cada casa ronda los dos o tres millones. Césped exuberantes, pilares, jardines que se extienden y ondulan.
Exactamente como la casa de mis padre. Se me revuelve el estómago al llegar al final de las fotos del último anuncio. No quiero vivir en ninguna de estas casas. Pero están perfectamente bien. Son hermosas. Son lo que otras personas sueñan. Pero no es lo que sueño.
Abro un mensaje de texto para Caleb y comienzo a enviar algunos de mis pensamientos. Necesito hacerlo ahora, antes de perder el valor. Porque el nudo acido en mis entrañas no me deja decir nada esta vez.
Amelia: Las casas son hermosas, pero todas son enormes. Son como tres casa en una. ¿Quieres algo tan grande?
Caleb: … ¿Pensé que querías una familia en crecimiento?
Amelia: Podemos tener una familia en crecimiento con algo un poco más acogedor, ¿verdad?
Caleb: Así que eso es todo, ¿demasiado grande? ¿Qué más está mal en ellas?
Me muerdo el labio, tratando de averiguar cómo comunicarme. “Parece que estamos tratando de convertirnos en mis padres” sin decir esas palabras. Como una versión muy poco divertida del juego Tabú.
Amelia: Esperaba algo un poco más moderno. Mas acogedor. Menos Señor y señora Morton.
Caleb: jajaja, estas son literalmente algunas de las mejores casas de Louisville y, de alguna manera, no son lo suficientemente buenas.
Amelia: Son encantadoras, solo que… ¿no me veo viviendo en ellas?
Caleb: Parece que nada te complace en estos días.
Aparto mi teléfono, con el estómago tan apretado que pienso que mi café podría empezar a salir de mi estómago. No debería haber dicho nada, de eso estoy segura. Y realmente. ¿Quién soy yo para corregir una decisión como esta? Claro, estaré viviendo allí, pero es el dinero de Caleb. Él tiene más voz que yo.
siendo demasiado egoísta. Egoísta, egoísta, egoísta>>. Puedo oír la voz de mi madre en mi cabeza y necesito demostrarme a mí misma que yo no soy así. Necesito demostrarme a mí misma que puedo hacerlo, que puedo sumarme a esta visión de futuro con la que todos los demás parecen estar de acuerdo excepto yo. Esto debería ser suficiente. Este matrimonio, estas casas, todo este plan es exactamente lo que tanta gente sueña.
Saco mi tableta y abro mi correo electrónico para revisar el borrador del anuncio de compromiso que Caleb también me había enviado. Conecto el teclado Bluetooth al frente y me siento en la isla de la cocina, rodando los hombros. Puedo hacerlo: haré algunas correcciones de puntuación, le daré un rotundo visto bueno y le diré con entusiasmo lo bien que suena y lo mucho que ansío convertirme en su esposa. Amo a este hombre. Este matrimonio tiene sentido.
Entonces, ¿Por qué vibra cada centímetro de mi cuerpo con inquietud? Trago saliva con dificultad mientras leo el anuncio; cada nueva palabra hace que mi corazón se acelere.
Gunther y Cassandra Morton, junto con David y Anna Kingston, se complacen en anunciar el compromiso de Caleb Kingston y Amelia Morton. Ambos son graduados de la universidad de Kentucky. Caleb trabaja en Farmacéuticos del futuro. Se planea una boda en junio en Acrewood.
Rancio. Sin vida. abismalmente normal.
Parpadeo rápidamente, mi anuncio de compromiso alternativo revolotea en mi mente y sale de mis dedos antes de que pueda detenerlo. Lo que realmente quiero que diga es esto: Absolutamente nadie está contento de anunciar el compromiso de Weston Hamilton y Amelia Morton, excepto la propia pareja. Ambos son graduados e intentan hacer lo correcto y fracasar. Weston está siendo investigado por la comisión de la Bolsa de Valores de Estados Unidos y Amelia a decepcionado a su familia de todas las maneras posibles. Se planea una boda en el único viñedo que la pareja ama por igual, y planean invitar a nadie. Excepto a Emma. Y Dominic y Vanessa.
Eso parece un poco sarcástico. Pero solo imaginarlo me hace reír a carcajadas. Se que a Weston le habría parecido divertido, en el universo alternativo donde le hubiera dicho que en realidad quiero estar con él y no con Caleb.
Emma me mira, aplaudiendo, uniéndose a algunos chillidos.
—¿Te gusta esa idea, eh, Emma? — Por supuesto que no tiene ni idea de a que está accediendo, pero me hace sonreír, me hace sentir que tengo a alguien de mi lado.
Porque el futuro que anhela las partes más oscuras de mi corazón es un futuro que nadie apoyará. Ya que implicaría dejar de lado a casi todo lo que conozco, molestando literalmente a todos y a su hermano. Requiere quemar cada puente que había pasado los últimos veinticinco años construyendo.
Todas esas consecuencias y resultados siempre han sido suficientes para asustarme. Pero sentada en la cocina de Weston, mirando fijamente las palabras salvajes del anuncio de compromiso de mis sueños, me doy cuenta de que hoy me asustan un poco menos que antes. Y tal vez eso es en lo que necesito concentrarme. Cierro el correo electrónico sin responderlo.
Acostúmbrate, Amelia. Porque no puedes seguir fingiendo por mucho tiempo