Cada vez que Nathan tenía el día libre, se convertía para mí en una completa tortura, puesto que debía de pasar el día recluída en mi casa. Incluso Lizzy se había negado en ir a hacerme compañía, pues al parecer, tenía mejores planes con Sarah, a tener que venir a mi casa a ver "aburridas" películas de ciencia ficción, fue lo que me citó por teléfono antes de colgar. Admitía estar ahora un poco celosa, ¿Acaso Sarah iba a quitarme a mi mejor amiga? Negué con la cabeza mientras me estiraba hacia los cajones de la cocina en busca de las papas que mi madre solía esconder entre los productos que Lucero utilizaba para cocinar. Palpé con la punta de los dedos cada rincón al que podía llegar, pero fue inútil, las escurridizas papas se negaban a que yo las encontrara. —¿Buscas algo? —dejé salir

