CAPÍTULO 2 Intento de escapar.

3052 Palabras
De nuevo estaba en frente del espejo lamentando no haber muerto hace unos días cuando recibí la peor paliza de mi vida, la zona de mi nariz y ojos estaba hinchada y con un horrendo color morado y fue aún peor cuando yo misma tuve que arreglar mi nariz. Joaquín no se había aparecido por aquí y agradezco todos los días y sueño con que no regrese nunca jamás. Me metí en la regadera y con paciencia llené todo mi cuerpo con la espuma del jabón, mi cuerpo seguía adolorido y era mejor tardarse que sufrir más por desesperada. Cuando ya estuve lista Salí para ir directo a la habitación. En la cama reposaba un jogger de color n***o y una hodie del mismo color. Mi plan en estos momentos es escapar, pero no iba a ser tan fácil, Joaquín me encerró en la casa, las ventanas tienen un dispositivo que solo se les permite abrirse con un código, código que por supuesto no sabía, ya que mi encantador marido fue quien las coloco. Al estar completamente lista tomo una mochila con un poco de ropa y todas las evidencias que había recopilado durante todos estos años. —   Ok Marilyn por donde vamos a comenzar primero. — me digo a mi misma. — vamos a intentarlo en la segunda planta. Me dirijo a la ventana de mi habitación simplemente por descarte intenté levantarla y no funciono. Salgo de la habitación para dirigirme al cuarto de al lado el cual estaba contemplado para ser de nuestro futuro hijo, estaba todo ambientado para un bebe, de inmediato la nostalgia me invadió, ver todas aquellas cosas de bebe logro desanimarme nuevamente. Nada de esto hubiera pasado si yo no fuera una inservible para tener hijos, definitivamente era un fracaso como mujer, ni siquiera había lograd terminar mi carrera universitaria. Por eso mis padres decidieron irse lejos de mí cuando contraje nupcias con Joaquín, merecía todo esto que me sucedía simplemente por ser una inútil. Esta no eres tú Marilyn. Dice aquella voz en mi cabeza. Vamos a salir de esta, concéntrate y no pierdas de vista nuestro objetivo, la que está pensando todo esto no eres tú, es Joaquín, vamos, no te rindas. Con lágrimas en los ojos me acerca a la ventana de la habitación. El mismo resultado, se encuentra bloqueada. Así lo hago con el resto de habitaciones que tiene esta maldita casa del infierno. La frustración comenzó a invadir todo mi cuerpo, mi última opción era romper una ventana, pero la alarma de inmediato le avisaría a Joaquín que había escapado y la idea es que más nunca sepa de mi paradero. Al bajar al primer piso me acerco a la puerta principal, solo para descartar la primera posibilidad y tenía razón, no estaba abierta, sería muy estúpido por parte de Joaquín dejar mi única vía de escape abierta. —   ¡Maldito seas Joaquín Guevara! — grito por los cielos. Ya había probado con todas las posibles salidas de la casa. Estaba acostada en la mitad de la sala mirando hacia él traga luz el cual ocupaba una pequeña franja del techo, hipo y las lágrimas comienzan a salir sin control alguno. No podía creer que mi vida iba a terminar en manos del hombre que alguna vez ame con todo mi corazón. Añoraba con ansias el pasado, cuando reía con mis amigos mientras que íbamos por los pasillos de la universidad, o escuchar las sabias palabras de mi madre cuando me decía que Joaquín no me convenía y yo ciega y sorda no le creí. Ahora mismo me gustaría que me abrazara mientras que me cantaba una suave tonada, aquella tonada que solía calmarme cuando era pequeña o cuando me enfermaba. —   Mi niña linda, luz de mi alma déjame enseñarte todo lo que poseo para que puedas crecer feliz. No llores mientras estas en lo oscuro, solo haz lo que sabes hacer brillar, brillar, brillar. — canto, y lloro aún más fuerte. — Dios, no sé realmente si existes, pero si lo haces quiero que me recibas en tu reino porque mi momento ha llegado, quiero que me perdones porque lo que voy a hacer, pero prefiero morir por mi causa, que por manos de Joaquín. Me levanto del suelo como un muerto viviente, me dirijo hasta las escaleras para subir a la habitación dispuesta a cualquier cosa que sucediera en aquel momento. Entonces… lo recordé. Corrí hasta aquel lugar húmedo y oscuro, el sótano de la casa solamente era utilizado para archivar cosas que ya no se utilizaban. Visualizo una pequeña ventana y de inmediato brinco en un solo pie, sabía que esa ventana estaba abierta, porque su sistema de apertura era completamente diferente al del resto de la casa. Comienzo apilar cajas y cajones, ya que la ventana estaba muy alta desde mi perspectiva. Lloraba, solo que esta vez de felicidad, porque por primera vez iba a ser libre de esta prisión. Comienzo a escalar y algunas cajas se hundieron gracias ala humedad, pero no altero ni un poco la estructura que había formado. Empujo la ventana y esta se abre rápidamente, lo primero que hago es pasar el bolso con toda la evidencia para que no interfiriera con mi escapada. —   Hasta nunca maldito infeliz. — digo con una gran sonrisa cuando empiezo a salir. Fue un poco difícil, porque la ventana era estrecha, algunas partes de la ropa fue rasgada por astillas de la ventana, pero era lo que menos importaba en aquel momento. Con autodeterminación tomo mi bolso cuando ya estoy completamente afuera, pero seguía dentro del perímetro de casa, específicamente en el patio trasero, debía volarme la barda que dividía la casa del bosque. Camine con toda la seguridad por el patio, Joaquín no se encontraba por ningún lado y tampoco daba luces de aparecer, así que podía tomarme mi tiempo para escapar. Al llegar a la barda que dividía el patio con el bosque me replantee el plan, ya que la pared era alta, pero no tanto como para no subirla con esfuerzo. No me importaba lastimarme más de lo que estaba, pero me iba a costar mucho. Lo primero que hago el colocar el bolso sobre la parte plana de la barda. Como puedo estiro mis brazos hasta sujetarme bien de ella y como pude coloque mis pies y comencé a escalar. —   ¡Agh! —­ Exclame con dolor cuando mi cuerpo quedo en una posición incómoda y dolorosa. —   ¡Marilyn! — escuché dentro de la casa. —   ¡Maldición! — dije por lo bajo mientras queme apresuraba a subir. Pero gracias a los nervios, caí de espalda al césped, las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos, pero volví a levantarme he hice lo mismo, coloque mis manos en la base de la barda y escale poco a poco y tratando de controlar mis nervios. —   ¡No des un paso más o las pagarás! — Mi corazón comenzó a latir con fuerza cuando escuche a Joaquín detrás de mí. Así que me apresure, esta era mi única salida y no la desperdiciaré. — ¡Te lo advierto Marilyn! —   ¡Vete al demonio! Con las últimas fuerzas que me quedaban llegue al tope de la barda, donde pude ver a Joaquín completamente furioso, y eso me causaba mucho placer, por fin se iba a acabar todo este infierno, por fin sería libre de este hombre el cual me tuvo presa por mucho tiempo. —   Hasta nunca. — tomo mi mochila y la coloco detrás de mí y sin miedo a lastimarme aún más me tiro. Caigo al suelo y me levanto de inmediato para emprender mi viaje lejos. Necesitaba estar lejos de estos alrededores y evitar que los vecinos me vieran, porque podrían alertar a Joaquín de mi paradero. El plan era llegar a una estación de bus, tenía un poco de dinero ahorrado y con ello podía vivir unas semanas en un hotel barato. Cuando estaba encerrada en casa podía ver el bosque desde la ventana y se veía oscuro y tenebroso, pero estando ahora paseando entre sus grandes árboles y con la luz de la luna encima, era bastante iluminado despejando todos los temores de encontrarse con algún animal salvaje o cualquier animal que produjera un sonido que no reconocía. —   ¡Marilyn! — Pero si conocía el sonido de ese animal. De inmediato mis piernas se colocan en marcha y comienzo a correr mucho más rápido, Joaquín estaba dentro del bosque conmigo y si me sucede algo estando dentro de este espeso bosque jamás encontrar mi cuerpo, y jamás me darán una sagrada sepultura. Debía salir a la carretera, por lo menos para que alguien me viera desesperada y lograra llevarme lejos del maniaco de mi esposo. —   ¡Te escucho Mujer! — escucho su grito. — ¡Cada paso que das me da las indicaciones de donde estas! Tal vez podría ser cierto, debía correr mucho más rápido. Acelere mis pisadas, pero mi cuerpo estaba comenzando a recibir los estragos, el cansancio y el dolor en todo mi cuerpo me enlentecía. —   Vamos Marilyn, debes concentrarte, todo el dolor es mental. — me repetía una y otra vez. Pero no funciono, la fatiga que estaba experimentando mi cuerpo era extrema, estoy segura de que ningún otro ser humano se había cansado tan rápido como ella, el aire le faltaba y sentía la garganta reseca, ni siquiera la saliva podía controlar la sequedad de su boca. Entonces lo vio. Había una formación de rocas que asemejaba una cueva. Puedo meterme ahí, de pronto Joaquín pase de lejos y no se percate de mi presencia. Pensó, y así lo hizo, se acurrucó dentro de la pequeña cueva y ahí su respiración se volvió pesada y muy ruidosa. Al escuchar el crujido de ramas y hojas secas rompiéndose, llevo su mano a la boca para silenciar su fuerte respiración. —   ¡Marilyn sé que estas por ahí puedo sentirte! Demonios, no debí detenerme. Estaba completamente arrepentida de no haber seguido, la carretera no estaba muy lejos de donde estaba, ahora estaba atrapada, apenas él saliera Joaquín iba a ser capaz de verme con toda claridad. —   ¡No quiero hacerte daño cariño solo quiero hablar contigo! — ahí estaba nuevamente, manipulador como siempre. — ¡Quiero que me perdones! Claro que no lo iba a perdonar, ya había aguantado mucho de las mismas palabras de siempre. —   ¡Podemos arreglar nuestro matrimonio con el poder del amor! ¡Dios mío que sínico! —   ¡podemos recuperar lo que nos fue arrebatado, y vivir como realmente lo merecemos! — dice. — ¡Piensa en lo felices que podemos volver a ser! Podía saber donde se encontraba gracias a su voz y definitivamente estaba detrás de la cueva. Con cuidado salgo poco a poco para asomarme, y lo veo dando vuelta sobre su propio eje, en sus manos tenía una botella de alcohol y se veía rojo de la cólera. —   ¡Maldición Marilyn! — estrella la botella contra el suelo haciéndola añicos. Un pequeño grito sale de mi garganta. Erro. Joaquín posó su mirada completamente fría sobre mí, y de inmediato sonríe con parsimonia. —   Ahí estas. — la tranquilidad con la cual soltó aquellas palabras logro que mi cuerpo se erizara por completo, algo que ni siquiera el frío de la noche había ocasionado. Me levanto asustada y doy pasos atrás. —   Ven amor mío, no te haré daño. —   No. — aquel “No” se escuchó como una agonía, lo cual provocó en Joaquín una satisfacción inmensa, ya que su sonrisa se ensanchó. ­— ya deja ir Joaquín, prometo que no le diré a nadie de lo que me hiciste. —   Que ingenia eres. — niego con su cabeza, mientras que se carcajea. — la única forma que puedas salir de aquí es muerta. —   Por favor Joaquín, tú no quieres esto, recapacita, si me haces daño, si me asesinas, la policía tarde o temprano te capturará y te meterá en la cárcel. —   No soy tan tonto como para dejar tu cadáver a la vista de todos. —   Si lo haces, muchos te preguntaran por mí. —   ¿Quiénes? Porque hasta donde yo sé tus padres no te quieren. Dio justo en donde más me duele. —   Alguien vendrá a buscarme de todas maneras Joaquín, no hagas algo de lo que luego te puedas arrepentir. —   No me voy a arrepentir, porque algo que yo deseo. — se encoge de hombros. — tú lo arruinaste todo con tu maldito mal, eres la peor mujer que he conocido en mi vida y lo pagaras muy caro. Entonces se desata. Joaquín corre en mi dirección y me pasmo en donde estoy. Todo se puso en cámara lenta, podía ver cada una de las facciones y movimientos de mi esposo, sus ojos estaban rojos por la cólera, y tenía algunos raspones que supongo, se los hizo mientras que cruzaba la barda de la casa. Lo único que me quedo por hacer fue cerrar los ojos y sentir como el cuerpo de Joaquín se arremetía contra el mío dejándome… Inconsciente. ­Un fuerte dolor de cabeza me levanto de entre los muertos, podía decir que no sentía mi cuerpo y ni siquiera era capaz de mover el dedo meñique de mi pie izquierdo. Al abrir los ojos me doy que estoy en la sala de la casa y en frente de mí se encuentra Joaquín viéndome fijamente junto con un vaso en la mano, detrás de él podía ver la luz del sol resplandeciendo como siempre. —   ¿Cuánto tiempo llevo dormida? ­ —   No creo que estabas dormida, diría más bien en coma. — responde sin una pizca de emoción. —   ¡Que! — me levanto de golpe. Error. El dolor de cabeza se intensificó aún más. —   Así como lo escuchas, llevas una semana ahí tirada bella durmiente. ­— se mofa. —   ¿Por qué no estoy en el hospital? ­— pregunto asustada. — podría tener algún trauma. —   No me arriesgaré y tampoco me someteré a una charla policial del cual el porqué mi esposa esta moribunda en una cama. —   Eres un monstruo. —   Ya dime algo diferente Marilyn, eres un disco rayado. — coloca los ojos en blanco. Mis ojos se comienzan a llenar de lágrimas al darme cuenta de que había fallado en mi única misión y ya sabia que mi destino era morir en manos de Joaquín Guevara. —   ¡Ya mátame! — exclamo llena de impotencia. —   No. — dice sin más. — te haré sufrir todo lo posible, porque me gusta verte llorar e implorar que pare. —   Si tú no lo haces yo me … —   ¿te matarás? — comienza a carcajearse. — eres débil, tú no serías capaz de matar una mosca. —   Entonces me estás retando. —   ¡Como un carajo Marilyn! — Joaquín estrella su vaso contra el suelo. — ¡Comprende que tú no te irás de ninguna forma hasta que yo no me sienta satisfecho con tu miserable vida mujer inservible! — se levanta y con sus pasos pesados se acerca hasta mí para estampar su mano en mi mejilla. Lanzándome de bruces al suelo sin tiempo de proteger mi cabeza palpitante. Sus gritos los dejo de escuchar y solo puedo verlo manotear y escupir mi cara con cada cosa que articula su boca. Una luz ilumina todo mi cuerpo y siento el vibrar del suelo. ¿acaso esta será la luz blanca al final del camino? Una sonrisa se va dibujando en mis labios y me dejo llevar por esa luz que relaja todo mi cuerpo. Ilusión barata. Siento como alguien me toma del suelo y me guía hasta la brillante luz y esta poco a poco se va dispersando mostrándome todos los colores a mi alrededor. Veo la fachada de la gran casa que compartía con Joaquín y simplemente comencé a llorar. —   Tranquila Marilyn, ya te llevaré a un hospital. Aquella voz varonil la reconocí de inmediato, mis ojos vuelan en dirección al sujeto que me cargaba y simplemente lo vi como un ángel. Por fin alguien de la familia Guevara hacia algo bueno por mí. —   Él me iba a matar. — mi voz es trémula y se entrecorta gracias al llanto. —   No te preocupes por ese malnacido, las pagará con creces. —   No, no, no, en casa tengo un bolso con todas las evidencias que he tomado del maltrato de Joaquín. —   ¿Qué? — su ceño se frunce. — ¿no es la primera vez que esto sucede? —   No. —   Hijo de p… Marilyn primero debo llevarte al hospital, si te vieras como estas, apenas alcanzo a reconocerte. —   Sé que…— toso con fuerza. —luzco como una mierda.  —   No hables más, guarda tus energías para que nos cuentes todo lo que ha sucedido en todos estos años. —   ¿Dónde está él? — pregunto. —   Noqueado en el suelo. —   Él no descansará hasta verme a metros bajo tierra. —   No si yo se lo permito —   Ernesto tú no conoces los alcances de Joaquín. —   Lo sé, porque es mi hermano y también sé que es un manipulador ególatra que solo piensa en su bien. — dice, mientras que me colocaba en el suelo de pie, pero recostada en un auto. Rebusca entre sus bolsillos lo que parecen ser las llaves del coche y cuando las encuentra todos los seguros se abren. —   Intente escapar… hace una semana y Joaquín me dijo que llevaba una semana durmiendo. —   Con más razón debo llevarte al hospital, ahora sube al auto. — como una muleta Ernesto me ayuda a sentar en la parte trasera del auto, mientras que él se dirige al lado del piloto. Entonces todo a mi alrededor comienza a dar vueltas. —   Tengo sueño Ernesto. — Ernesto parecía ser mi única esperanza en este momento, debía contarle lo más que pueda de todo lo que hizo su hermano, necesitaba que fuera el testigo más visible y con más información, porque ni muerta dejaría que Joaquín Guevara se saliera con la suya. — Ernesto. — mi voz sale débil —   No te duer… Todo se puso en n***o.
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