Thomas.
Sorprendido es un eufemismo, más bien me fascinó, pero me guardo eso para mí mismo. Abigail Clark es una mujer resuelta, amable y dulce, como demostró cuando la deje deliberadamente a solas con mi hija mientras Alyssa vigilaba por las cámaras de seguridad, lo que vi en el video fue inesperado.
La señorita Clark fue descrita por sus compañeros de trabajo como una mujer de armas domar, cuando sus referencias de antiguos trabajos cuidando niños, afirman que tiene un don con los niños.
En ningún momento supe que pensar sobre esta contradicción, pero ahora que la vi en acción puedo hacerme una idea. Una mujer con una dura capa exterior y un interior suave, justo lo que busco. Pero antes de tomar la decisión es necesaria esta entrevista.
Lanzo un par de preguntas al azar, sus repuestas incisivas. Señales obvias de su inteligencia.
-Muy bien señorita Clark, la única pregunta que queda por hacer es ¿Por qué?
- ¿Por qué…?-se remueve en su asiento, la extrañeza en su mirada.
- ¿Por qué buscar un puesto como niñera, cuando podría conseguirse un trabajo de abogada en algún lado?
Ya se la respuesta a eso, pero me gustaría saber si la señorita Clark intentara mentirme.
-Al respecto me gustaría ser franca- junta sus manos sobre su regazo.
-Se agradece.
-Yo…-inspira hondo- no tengo alternativa, el dinero que ofrece usted como pago es la solución a muchos de mis problemas. Problemas que no pueden esperar a que un bufete decida dentro de un año o dos, que soy lo suficientemente buena para subirme el sueldo.
No la totalidad de la verdad, pero suficientemente cerca. No esperaría nada menos de una abogada tan altamente capaz como la señorita Abigail Clark. Sigue siendo un poco irritante la mentira por omisión, pero no un grave delito.
Me dijo la verdad sin revelar detalles personales.
-Bien, eso es todo señorita Clark. Alyssa la llamara en caso de que decida contratarla. Si no recibe la llamada en las próximas cuarenta y ocho horas, entonces no fue contratada.
Alyssa aparece para llevarla fuera de mi oficina.
En cuanto se cierra la puerta detrás de ellas me levanto de mi asiento, con la mirada puesta la increíble vista que ofrecen los ventanales, pero sin ver nada. Trate muy duramente de no dejar entrever durante la reunión la atracción que me jala hacia la señorita Clark. Algo entendible pues Abigail Clark es una hermosa mujer de ascendencia asiática, en la flor de la vida y solo soy un hombre, partes muy específicas de mi duelen por tenerla.
Pero sigue siendo la mejor opción para cuidar de mi hija.
Levanto la Tablet donde puedo acceder al video de seguridad donde la otra candidata fue dejada a “solas” con Giselle, fue educada, distante y muy profesional. Nada malo, solo que Giselle no responde bien a ese tipo de trato frio. Dejando la tableta de lado, me cruzo de brazos pensando en la decisión más sencilla, pero al mismo tiempo más difícil que he tomado en años.
Hoy en día mi prioridad es mi hija, no estoy por la labor de ir detrás de ninguna mujer. Eso ya no es para mí, sin embargo, contratarla sería poner una gran tentación frente a mí.
No tanto para mi corazón, a pesar de que su mente me intriga, hace mucho que perdí la capacidad de amar a una mujer. No, mi mayor preocupación es que ella podría tentarme a romper una de mis reglas de oro: No acostarse con ninguna empleada.
Quiero a la señorita Clark en mi cama, desnuda y gritando mí nombre. Y lo quiero tan mal, que comienzo a preocuparme por mi cordura. Esta enorme ola aplastante de lujuria, en la que no me permití pensar durante la reunión es algo nuevo, algo con lo que nunca había tratado.
Reviso paso a paso toda la información disponible, pero mis deseos no cambian los hechos; La señorita Clark sigue siendo mi mejor opción, incluso aunque me cause un peligroso exceso de libido.
Supongo que estoy a punto de poner a prueba mi autocontrol.