Cap 1. El instituto
Primer día en el instituto. Era un colegio nuevo. Bea, Lidia y yo habíamos hecho la educación básica en otro colegio del barrio, pero no tenía instituto, así que nuestros padres nos matricularon en este colegio que tenía la educación básica y los cursos de instituto, y eso sólo podía significar una cosa: ya estarían hechos los grupos de amigos y sería difícil hacer amigos nuevos… por lo menos para mí, nunca se me dio bien hacer amigos. Bea, Lidia y yo llevábamos juntas en clase desde los 6 años y éramos las mejores amigas, siempre juntas. Pero en el instituto eso cambió, a ellas les pusieron en la misma clase, y yo en otra clase distinta del mismo curso, sólo nos veríamos en el descanso entre clases.
Las tres vivíamos en la misma calle, pero yo era la que vivía más lejos del instituto, así que el primer día salí de mi casa, llegué andando a casa de Lidia y toqué al timbre, en seguida salió y seguimos andando hasta casa de Bea que ya estaba en la puerta esperándonos toda emocionada…
- Ayyy, espero que haya un montón de chicos guapos en nuestro curso – dijo – Desi, qué pena que te haya tocado en una clase diferente, pero en el descanso nos tienes que contar cómo es la gente de tu clase.
- Por supuesto, yo os cuento luego – contesté sin muchas ganas, estaba muy nerviosa, los cambios siempre me habían dado miedo y lo de tener que estar rodeada de desconocidos, sin ninguna persona de apoyo me daba pavor.
Entramos juntas al instituto unos diez minutos antes de que empezasen las clases, así nos daba tiempo a buscar nuestras aulas que estaban en el mismo pasillo, una en frente de la otra.
“Bien, al menos a la salida puedo encontrarlas rápido sin tener que buscarlas entre demasiada gente” pensé.
- Chicas, esperadme aquí cuando salgáis al recreo, no quiero salir sola – dije nerviosa.
- Aquí te esperamos – dijo Lidia intentando tranquilizarme – pero intenta conocer a alguien nuevo, seguro que hay alguien en tu clase que te caiga bien.
Madre mía, vaya ataque de nervios tenía, a mis 13 años (casi 14, que los cumplía en un mes) era todo un manojo de nervios, y todo porque iba a entrar a una clase nueva, en un instituto nuevo, y las pocas personas que conocía iban a estar en otra clase. Inspiré hondo intentando no pensar y entré en la clase. Había tres grupos de personas hablando, riéndose, dando voces, contándose qué tal las vacaciones… también había algunas personas sentadas charlando de dos en dos. Había un pasillo central en la clase con filas de tres mesas a cada lado, decidí ir hacia la primera fila, que estaba vacía y me senté justo delante de la mesa del profesor, al lado de la ventana ya que me encantaba la idea de que entrase la luz y de poder mirar por la ventana a menudo. Se veía el patio del colegio, lleno de árboles y bancos para poder sentarse, canastas de baloncesto, porterías de futbol y mucho espacio…
De repente entró Miguel, el tutor de la clase. Mientras avanzaba por el pasillo algunas personas más se sentaron “¿Por qué siempre se llenan primero las mesas de atrás?” pensé. Miguel llegó a su mesa, dejó el maletín y me miró:
- Buenos días, ¿me dices tu nombre por favor? – me pidió con su voz grave.
- Buenos días, me llamo Desiré – contesté. Buscó mi nombre en la lista que traía.
- Desiré López, gracias… ¿Te importaría cambiarte a la mesa del medio por favor? – asentí con la cabeza y me cambié de mesa.
- ¡Pepe, Sergio! Por favor, venid a la primera fila – Miguel alzó la voz para que estos chicos le oyesen por encima de algunas conversaciones que aún había. – Uno a cada lado de Desiré.
- Pero… ¿en primera fila, Miguel? – protestó uno de ellos – no es justo ¿no podemos quedarnos en la segunda fila aunque sea? – pidió riéndose e intentando hacerse el gracioso.
“Mierda, ¿quiénes serán estos dos para que me toque este panorama?” pensé, de repente no sabía si estaba más nerviosa o enfadada… no se me daba bien hablar con los chicos, ellos provocaban que mi timidez subiera de forma desorbitada… “¿No podía haber sido una chica y un chico por lo menos?” mi cabeza iba dando vueltas a mil por hora, no tenía ni idea de cómo iba a manejar esta situación… y sólo era el primer día de clase.
Me volví a mirar a los chicos. “Oh mierda, encima son guapos” pensé mientras notaba que se me aceleraba el corazón. Me puse de pie para que uno de ellos pasara a la mesa al lado de la ventana. Pasó el que era más alto, me sacaba como una cabeza y yo no era nada bajita, el otro era más o menos de mi estatura, quizás un poco más pero no mucho. Se notaba que los dos hacían deporte, estaba terminando el verano y aún íbamos de manga corta y algunos en pantalón corto, así que se les veía que tenían músculos marcados en brazos y piernas “Quizás juegan futbol” pensé. Aún no tenía ni idea de quién era quién. Nos sentamos los tres. En este momento no me importaba ya el resto de la clase, sólo ellos y el tutor.
- Desiré, sé que tienes unas notas excepcionales de tu colegio anterior, y necesito a Sergio y a Pepe en primera fila. – Me dijo el tutor. – Si te molestan o no atienden en clase tienes mi permiso para ponerles las pilas y que atiendan, sea quien sea el profesor que esté dando la clase.
De repente noté que me ponía roja como un tomate, asentí y agaché la cabeza intentado respirar despacio para tranquilizarme. “El tutor los conoce bien, sino no me hubiese dicho eso. Así que deben de ser repetidores. Estupendo, soy la nueva y me toca cuidar de los repetidores” pensé un poco decepcionada, aunque a la vez mi estómago se había revolucionado un poco… quizás porque eran chicos, y guapos…
- Así que te llamas Desiré – dijo el chico alto que se había sentado a mi izquierda, junto a la ventana. – Yo soy Sergio, todos me llaman Checo. Por la cara que has puesto, no te apetecía sentarte con nosotros… jajaja – se rio, supongo que pensaba que era gracioso.
El otro chico, asomó su cabeza por encima de mi hombro para meterse en la conversación:
- Hola, chica nueva, yo soy Pepe – dijo todo risueño.
Se notaba que Pepe era más alegre, o más graciosillo. Antes había intentado ser gracioso con el tutor y ahora me ponía caritas graciosas a mí mientras se presentaba.
- Hola, podéis llamarme Desi… no es que no me apetezca sentarme con vosotros… yo solo… – titubeé un poco – no sé… supongo que me tenía que… sentar con alguien…
Solté encogiendo los hombros y sin mirarlos a ninguno de los dos. “Genial Desi, eso ha sido como tatuarte o en la frente” pensé levantando la mirada hacia la pizarra. Por el rabillo del ojo veía que ambos me estaban mirando.
Checo abrió la boca un poco y tras unos segundos dijo:
- Tranquila chica nueva que no mordemos – y se rio bajito para que el tutor no se enterase.
Así empezó mi vida en el instituto. Yo era la típica empollona, siempre seguía las normas, siempre hacía lo que se esperaba de mí, y a mis casi 14 años eso significaba estudiar, estudiar y estudiar, bueno siempre había tiempo para salir a dar una vuelta con mis amigas y por supuesto para ayudar con las tareas de casa y hacer cosas en familia.
Mi hermana era dos años mayor que yo y aunque nos llevábamos muy bien en casa, en el instituto o en la calle quería que mantuviésemos las distancias, supongo que no quería que todo el mundo pensase que éramos hermanas y diese cosas por hecho, de ella o de mí. María era una hermana fantástica, pero era “muy adolescente”.
Durante el primer trimestre del curso fui conociendo más a Checo y a Pepe. Eran los típicos repetidores pero a la vez eran graciosos y me hacían reír. Me seguía dando algo de vergüenza hablar con ellos, y ellos lo sabían pero no decían nada e intentaban que los días fuesen amenos en clase. Alguna vez les tuve que llamar la atención en clase pero en general no mucho. Me robaban mis bolígrafos de colores para escribir en sus apuntes y meterse conmigo en plan gracioso.
Además de Checo y Pepe, empecé a llevarme bien con Maite y Lisa que se sentaban justo detrás de nosotros tres, ellas tampoco tenían muchos amigos y eso que llevaban en este colegio muchos más años que yo. Checo y Pepe sin embargo, eran de los populares, tenían un grupo de amigos bastante grande con chicos de nuestro curso, y de uno y dos cursos superiores ya que Checo había repetido dos cursos, y además se juntaban mucho con otro grupo de chicas populares.
A veces me sentía rara llevándome bien con ellos, yo no era popular ni pretendía serlo, de hecho muchas veces estaba en boca de los populares porque se reían de mí. Era la típica empollona en clase y una torpe en gimnasia… lo tenía todo. Pero en gimnasia tuve algo de suerte, el profesor nos separó en grupos de tres para los ejercicios que puntuaban para nota.
- Le he dicho a José que nos ponga en el mismo grupo de gimnasia – me dijo bajito Checo cuando el profesor dijo que iríamos juntos Luis, él y yo.
- ¿Por qué? – contesté. No sabía si preocuparme, enfadarme, tener miedo… de repente un millón de sensaciones se apoderaron de mí… – ha dicho que esto puntúa para nota, Luis y tú sois buenos en gimnasia pero yo soy…
- Un poco torpe – dijo él riéndose bajito y guiñándome el ojo.
- Sí bueno, quizás algo más de un poco – le dije aguantándome la risa.
- No te preocupes, en mi equipo de gimnasia nos ayudamos, no habrá nadie torpe, de eso me encargo yo – sentenció.
Luis se unió a la conversación:
- ¿En serio no te gusta gimnasia pero te gusta estudiar? – me dijo.
- Odio la gimnasia – dije haciendo un puchero que les hizo reír a carcajadas.
Descubrí que Checo jugaba futbol en un equipo del barrio de al lado, y Luis jugaba baloncesto, así que bueno, parecía que iba en serio lo de echarme una mano en la clase de gimnasia.
Bea y Lidia se volvían locas cada vez que les contaba algo de clase. En su clase también había chicos y chicas del grupo de Checo y Pepe, y la novia de Luis también iba a su clase. Ellas se llevaban muy bien con el grupo de Checo y de Pepe pero al parecer yo sólo les caía bien a ellos y no al resto de su grupo, así que en los descansos y después de clase nosotras seguíamos siendo las tres juntas, y a veces se nos unían Maite y Lisa; las cinco juntas también lo pasábamos bien.