—No tienes que…—argumentó
—Sí, sí tengo qué. Milo merece estar tranquilo y disfrutar de su luna de miel. No quiero que nada arruine la felicidad que ha encontrado junto a Regina. Dios sabe que se la ha ganado. Y tú en este momento eres un enorme grano en el culo. Un idiota que merecería una buena patada para ver si se le acomoda el cerebro. Mas como estás jodido, me aguanto.
—Quisiera verte intentar golpearme—el gesto de Aidan fue de desafío, pero en vano.
—La única forma de que sanes es que hagas caso a lo que tú médico te dice y que comiences a trabajar en pos de tu recuperación. Y no hay nadie aquí salvo nosotros para empujarte a hacerlo.
—Tengo amigos, una novia...
—Sí, sí—cerró con impaciencia y brusquedad—. Esa rubia de tetas grandes que sin duda te la debe succionar de primera.
