5. Excusas.

1224 Palabras
CAPÍTULO 5: Excusas. El camino a casa, Jeremy lo hace increíblemente rápido, cada poco me mira y lame sus labios. El deseo se siente denso en el ambiente y muerdo mi labio cuando su mano viaja a mi muslo, el dorso de su meñique se mueve hacia el interior de mi muslo y en un ajuste firme, me hace separar un poco las piernas. Gimo, recostando la cabeza contra el asiento. Jer aprieta su mandíbula, luce como si estuviera tomando de todo su autocontrol contenerse, pero pierde un poco la batalla al meter la mano bajo el vestido para acunarme posesivamente sobre la tela. Temía o esperaba, aun no lo sé, que en el camino a casa Jeremy reaccionara y se arrepintiera, sin embargo, mientras sus dedos dibujan la hendidura húmeda entre mis labios, sé que frenar esto no es una opción. Al llegar a su casa, todas las luces están apagadas y Jeremy me mete silenciosamente dentro, subiendo las escaleras con cuidado y a oscuras hasta que me mete en su habitación. Cuando me besa, es demoledor. Mi vida s****l no es la más extensa, he tonteado, he jugado una que otra vez con unas cuantas copas encima, pero las cosas nunca han llegado demasiado lejos, no como sospecho que lo harán ahora. Me pregunto si inconscientemente siempre estuve esperando por él. Jeremy me besa de una forma tan experta que hace que mis piernas tiemblen. Su lengua invade mi boca desesperadamente y yo no sé ni en dónde poner mis manos, así que opto por enredarlas alrededor de su cuello. — ¿Estas segura de esto, Rora? — Pregunta de forma agitada sobre mis labios. ¿Estoy segura de esto? La verdad, no lo estoy. La situación se siente un poco sucia, hecha a hurtadillas, como si esto fuera un delito. Sin embargo, entré consciente en esta situación, acepté tenerlo así sea de esta forma. Y por muy estúpidas que sean las consecuencias para mi corazón, no quiero detenerme. — Sí — Susurro de forma entrecortada y para darle más validez a mis palabras, introduzco mis manos en su camiseta y paso mis uñas suavemente por la extensión de su espalda. Jer cierra los ojos y traga saliva, el movimiento hipnótico de su garganta al pasar se lleva mi atención, así que me sorprendo cuando me empuja hacia la pared y enreda mis manos entre una de las suyas, sosteniéndolas sobre mi cabeza, acorralándome. — No me toques, aún no — sus labios bajan en una lenta caricia hacia el lóbulo de mi oreja y lo muerde delicadamente —. Si me tocas, mariposa, te juro que duraré menos de lo que ambos creemos. Jer baja directo a mi cuello y chupa efusivamente mi piel, mi rostro gira y huelo ese aroma suyo, el que me ha perseguido en los últimos años. Se siente tan bien, su cuerpo moldeado al mío, su aliento caliente en mi piel, su lengua lamiéndome, sus dientes raspando, luego su mano subiendo por el interior de mi muslo hacia mi entrepierna, en donde indudablemente lato por él. Mi cabeza se inclina involuntariamente para darle más acceso a su boca y mi pulso se acelera a mil cuando succiona con fuerza un lugar estratégico. — Jer — susurro su pulgar presiona entre mis labios, dividiéndolos para encontrar el pequeño botón que dispara mi lujuria —. Jer, yo… ¿Por qué algo en el fondo de mi corazón me pide salir corriendo? — ¿Confías en mí? — Sus labios succionan con lentitud mi labio inferior. Asiento, mirando sus ojos ahora oscurecidos. — Entonces déjame — no respondo nada y él me sonríe antes de que su mano haga la tela húmeda de mis bragas a un lado, entonces su dedo prueba piel desnuda. Me arqueo contra la pared, Jeremy mira mis pechos levantados hacia él y muerde su labio, embelesado. Su mano libre da lentas caricias a mi vientre, dibujando alrededor de mi ombligo mientras poco a poco las yemas de dos dedos juguetean alrededor de mi clítoris, provocándome más y más humedad. Mis ojos se cierran por si solos y mi boca se abre en un suspiro de su nombre. Su cabello hace cosquillas en mi quijada, Jeremy baja y chupa mi pecho, absorbiendo mi pequeño pezón a través de la tela, luego mordiéndolo con una delicadeza que envía un rayo de fuego por todo mi cuerpo. — Estás tan mojada — da pequeños golpecitos contra mi clítoris, luego baja a mi entrada y me penetra sólo un poco. Entonces su teléfono suena. — ¡Maldición! — Pega su frente a la mía y, con su mano libre, saca el teléfono del bolsillo de su pantalón. Siento el palpitar de mi corazón en mis oídos mientras la mano de Jeremy sigue en mí, pero repentinamente y a toda velocidad, la saca y aprieta su mandíbula con fuerza. — Tyler — murmura con voz enronquecida, alejándose inmediatamente un paso de mí —. ¿Tu hermana? — Sus ojos me miran y siento a mí estómago retorcerse cuando me fijo en su mirada. Se ve avergonzado y arrepentido. — Ella... ya debe estar en su habitación, la dejé allí hace poco — murmura pasando una mano por su cabello. Se ve tan desesperado. Con pasos bruscos se acerca a la ventana y me da la espalda. Había estado inmóvil todo este tiempo, pero cuando escucho sus palabras, ya sé lo que vendrá, así que a toda velocidad me arreglo la ropa. Como acto nervioso, empiezo a jugar con un mechón de cabello mientras veo su espalda tensionada. — Sí, hablamos mañana — cuelga el teléfono y se queda mirando por la ventana, sin posar sus ojos en mí —. Lo siento — apoya su antebrazo en el marco de la ventana y noto lo tensionado que están sus músculos. — Yo... — Mi voz suena entrecortada, así que me la aclaro silenciosamente antes de volver a hablar —: Mejor me voy. — Sí — me molesta que ni siquiera me dé la cara para hablarme y por primera vez, me siento increíblemente enojada con él —. Lo siento — repite de nuevo y su voz suena acongojada —. Yo… no sé qué me pasó, supongo que los tragos se me subieron a la cabeza. Sonrío, asintiendo con rabia. ¿Tragos? Jeremy no tiene ni siquiera un vaso de alcohol encima. Pero está bien, si quiere usar el alcohol de pretexto, que lo haga. Está actuando como si hubiéramos estado a punto de cometer un delito y quiero llorar no porque me duelan sus palabras, porque no me duelen, me enfurecen. Tomó cada gramo de mi ser aceptar esto, meterme a escondidas de sus padres como si yo fuera un sucio secreto. Renuncié un poco a mí esencia cuando le permití tocarme a pesar de saber que posiblemente seré sólo su rebote. ¿Y este imbécil excusando todo lo que pasó bajo el pretexto del alcohol? Es un cobarde, escondido detrás de pretextos porque ni siquiera tiene las pelotas para mirarme a la cara y aceptar que, al menos, me desea. — Vete a la mierda, Jeremy. Salgo de esa casa a toda velocidad para refugiarme en mi habitación y por primera vez, no me permito ni siquiera pensar en ese imbécil mientras duermo.
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