—No pensé que serías de los que se sacaban puros dieces —refunfuñó Diana viendo su primer parcial de Investigación de Mercados entre las manos, envidiando la calificación de su compañero y amigo—. Parecías de los que pagaba por buenas notas... espera, ¿compraste tu diez? —Es un cien —señaló Caleb, sonriendo por el puchero que hacía su amiga. De alguna manera, el castaño de ojos cafés había logrado entender bien la sobreprotección que Daniel y David mostraban hacia esa impulsiva, caprichosa y hermosa joven que, en cada acción y movimiento, gritaba por protección. » Y no, no le pagué a nadie —aseguró el joven—, solo soy muy bueno con los estudios. Me gusta estudiar. —¿Por qué? —cuestionó la chica, recostando medio cuerpo sobre la mesa frente a ella—, es aburrido y no nos servirá de na

