Jessica continúa avanzando hacia el tal Jonathan, mientras que yo voy tras ella. Lo mira con asombro, como si hubiera visto a un fantasma.
—Jonathan, ¿qué haces aquí? ¿Cómo me encontraste? —le pregunta confundida.
—Tus padres me dijeron que estabas aquí y quise venir a visitarte. —La veo palidecer en cuanto él menciona a sus padres.
—¿Tú viste a mis padres? ¿Cuándo? ¿Por qué? —Son más reproches que preguntas.
—Ellos me llamaron Jess, querían que viniera a verte y me asegurara de que estás bien. Además hay cosas de las que tenemos que hablar —le dice en tono serio.
—Pues estoy bien, y tú y yo no tenemos nada de que hablar —espeta enojada.
En toda esta conversación yo estoy aquí parado como un perfecto idiota del que, al parecer, todos se han olvidado.
Carraspeo mi garganta sonoramente para captar la atención de ambos, y parece funcionar. Ambos voltean hacia mí, pausando su conversación. Jessica está ruborizada, mientras que el intruso frunce el ceño.
—Roy, lo siento, él es Jonathan Martínez, es un amigo de la universidad. —Noto que hace una pausa antes de decir amigo—. Jonathan, él es Roy, es un amigo del trabajo.
Siento una punzada en el corazón cuando me presenta como sólo un amigo. A él lo presentó de la misma manera, así que también podrían ser algo más.
«¿Tal vez algún ex novio? ¿Habrá venido para tratar de recuperarla?»
Ella abre la puerta del apartamento torpemente e invita a ambos a pasar.
Definitivamente este tipo la afecta, nunca la había visto tan nerviosa; la verdad es que las únicas veces que la he visto con esta actitud es cuando le pregunto sobre su vida privada y, al parecer este tipo es parte de esa vida de la que tanto le cuesta hablar.
—Toma, tus padres te enviaron esto. —Le entrega unas postales que ella toma en sus manos con nostalgia—. Quieren que llames más a menudo. Bueno ahora me voy, me quedaré en la ciudad por un tiempo, espero que podamos hablar. —Se despide de ella e ignora por completo mi presencia.
—¿Estás bien? —Ella está inmóvil sosteniendo las postales.
—Sí, estoy bien. —En cuanto toco su hombro sale de su trance—. Iré a la cocina a tomar un poco de agua.
Deja las postales en la mesita de la sala y se va a la cocina, dejándome sólo. Miro hacia las postales con curiosidad, tal vez pueda encontrar algo de información sobre Jessica en ellas.
«No lo pienses Roy, no es de tu incumbencia. Cuando ella se sienta lo suficientemente cómoda te contará todo», me advierto a mí mismo mentalmente.
Sin embargo no puedo evitar que me carcoma por dentro la idea de que un tipo extraño sepa mucho más de ella que yo, y que las respuestas a todas mis preguntas están a sólo centímetros de distancia.
Sin pensarlo, saco mi teléfono del bolsillo y tomo una de las postales; le tomo una foto a cada lado y vuelvo a colocarla en su sitio. Ella regresa de la cocina, aún conmocionada por la visita de aquel hombre.
—Perdón por comportarme tan raro, es que me sorprendí un poco. —Se pone la mano en la cabeza y toma asiento en el sillón.
—No hay problema, ¿quieres hablar sobre eso? —le pregunto poniendo una mano en su hombro.
—Si no te importa, preferiría leer estas postales en privado —me dice con algo de culpa en la mirada.
—Entiendo. —Asiento sin tratar de insistir, después de lo que acabo de hacer a sus espaldas, sería una hipocresía de mi parte.

—Entonces te rechazó otra vez.
Estoy en mi "oficina" hablando con Carlos sobre la cita accidentada que tuve con Jessica. Estos últimos días he utilizado mis ratos libres para limpiarla y organizarla, y ahora está más o menos lista.
—Así es, luego llegamos a su apartamento y había un tipo, un tal Jonathan, esperándola; ella lo presentó como un viejo amigo, pero se puso muy nerviosa al verlo. —Trato de resumir en pocas palabras todo lo que pasó—. Lo peor es que hice algo terrible, él le entregó unas postales que le enviaron sus padres y yo le tomé una foto a una de ellas —confieso avergonzado.
—Eso estuvo mal, amigo —me sermonea—. Mira, lo quieras o no tu relación con esa chica no va a funcionar, ella no está interesada en algo serio y mientras más sepas sobre ella más difícil será sacarla de tu mente. Así que borra esas fotos y solo vive el momento.
—Tal vez tengas razón —digo con pesar—. Bueno debo colgar, adiós. —Me despido de él y cierro mi teléfono.
Carlos puede ser un mujeriego sin escrúpulos, pero cuando tiene razón tiene razón.
Escucho tocar la puerta e invito a pasar a quien sea que esté tocando.
—Ro... profesor Prescott. —Jessica entra a la oficina acompañada de Hannah, quien está limpiando sus lágrimas.
—¿Qué pasó? ¿Por qué Hannah estas llorando? —Me levanto de la silla y me acerco a ellas; las invito a pasar y luego cierro la puerta.
—Alguien escribió algo horrible en su casillero —me dice indignada—. Y no quiere decir quien lo hizo.
—Hannah, ¿quién te hizo eso? —le pregunto tomando asiento frente a ella, detrás de mi escritorio.
—No puedo decirlo, ya me molestan por ser rara, no quiero que también me molesten por ser una chismosa —dice evitando mirarme a los ojos.
—Muy bien Hannah, haremos una cosa; si no quieres decírmelo a mí, te dejaré a solas con tu compañera Marie y ustedes hablen de lo que quieran ¿Te parece bien?
Ella asiente con la cabeza, mirándome por fin a los ojos. Salgo de la oficina y después de unos quince minutos vuelvo a entrar. Veo que está mucho mejor, ha dejado de llorar e incluso está sonriendo.
—Gracias por darnos un tiempo a solas profesor Prescott, ya debo volver a clase —dice poniéndose de pie.
—Me alegro que te sientas mejor. Ahora ve a clases a clases, yo hablaré con la señorita Claire unos minutos. —Asiente y sale por la puerta.
—Y bien ¿Te dijo quien lo hizo? —le pregunto una vez que la puerta está cerrada.
—Por supuesto que me dijo, pero le prometí no decirte nada.
—Pero tienes que decírmelo, si no ¿Cómo voy a ayudarla?
—Déjame ser yo quien la ayude, así no traicionaré su confianza. Por favor. —Lo pienso por unos segundos.
—De acuerdo, solo esta vez, pero no harás ninguna de tus locuras —le advierto— Oye, te veo más animada hoy; la última vez que nos vimos no te veías muy bien.
—Sí, ver a Jonathan me conmocionó un poco, pero ya se me pasó.
—¿Y ese Jonathan es tu ex novio o algo así? —Trato de que la pregunta no suene muy obvia, pero no creo haber hecho un buen trabajo.
—¿Qué? No, nosotros... ¡espera un minuto! ¿Acaso estás celoso? —Una sonrisa se dibuja en sus labios al hacer la pregunta.
—Por supuesto que no, eso es ridículo. —Me cruzo de brazos y frunzo en ceño.
—¿Estás seguro de que no estás celoso? Porque eso sería muy divertido —dice con una sonrisa traviesa, inclinándose sobre el escritorio y pasando uno de sus dedos por mis labios.
—Jessica, aquí no, estamos en la escuela.
—¿Por qué no? Es excitante.
—Es indecente. —Ella pone los ojos en blanco y vuelve a acomodarse en su asiento con desgana.
—Bueno, pues me alegro de que no estés celoso porque vamos a salir esta noche.
—¡¿Qué?! —La pregunta sonó mucho más alarmante de lo que me hubiera gustado.
—Relájate, solo vamos a hablar... para ponérnos al corriente, después de tanto tiempo sin vernos.
Respiro profundo, disimuladamente, e intento relajarme y aparentar que no me importa; aunque lo que en realidad quisiera hacer es romper este escritorio en dos y ordenarle que no vuelva a ver a ese tipejo nunca más. Pero sé que no tengo el derecho de hacer nada de eso, así que solo puedo tragarme mi furia y mentirle descaradamente.
—No hay problema, tú disfruta con tu amigo, yo estaré bien.