—No —dije, sintiendo la adrenalina del desafío. Me aferré a sus hombros, mis dedos clavándose en la tela de su traje de CEO—. Quiero que nos quedemos aquí. Alejo me miró, la sorpresa y el deseo luchando en sus ojos. Su rostro se suavizó en una sonrisa de depredador fascinado. —¿Aquí, Luna? ¿Delante de toda esta gente? —Sí —dije, desafiándolo con la mirada—. Baila conmigo. Ahora. Aquí. Ah, esto se pondrá bueno. ¡Aprovecha Luna que esto no es diario! El ritmo de reguetón volvió a subir, un beat lento y pesado. Alejo aceptó el reto. Me agarró, sus manos rodearon mi cintura de nuevo, y comenzamos a movernos en el pequeño espacio del palco, una isla de intensa tensión s****l en medio del caos de la fiesta. * Alejo me atrajo contra su cuerpo, moviendo nuestras caderas al unísono. Su cuerp

