Capítulo 34. Las cicatrices invisibles.

1213 Palabras

Irene. No podía creer que fuera posible sentirme aún más repugnante después de las palabras de mi madre. Parecía que este era el borde, el límite de lo que podía soportar. Lo que realmente me impactó fue que ella ya me había contado todo esto antes. Ella lo dijo, pero yo lo atribuí a la intoxicación alcohólica y al delirio de una mente nublada. Seguía buscando excusas para ella... como siempre. Igual que en la infancia. Papá me metió en la cabeza que Carla necesitaba más a su madre. No podía recordarlo con claridad porque solo tenía dos o tres años en ese momento, pero por alguna razón lo recordé y lo entendí. En realidad, así fue. Mi hermana nació muy débil por mi "culpa". Por alguna razón desconocida, en el vientre de mi madre yo crecía, robándole más de lo que me correspondía a Carla.

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