Compartí la cama con mi mujer y mi cuñada 1
Decidimos estas vacaciones con mi esposa Luisa y mis hijos tomar un crucero por el caribe. A nuestra idea se acopló Daniela, la hermana de mi esposa.
Llegamos al crucero y nos instalamos.
Desde la primera noche tuve sexo con mi esposa, a pesar de comenzar las noches cansada, sin ganas, yo insistía y luego de tocarla y chuparla conseguía mi cometido. A la tarde del quinto día, mi esposa me comenta que su hermana estaba muy necesitada de sexo y que no le molestaría que yo pase la noche con ella, que sabía que me gustaba su hermana y como siempre andaba al palo y ella estaba cansada podía tener una noche más tranquila.
Daniela tiene un cuerpo delgado, huesudo, buenas piernas un tanto delgadas, tetas pequeñas, un culo no muy redondo, pero bastante paradito, tiene piel oscura, ojos verdes y una gran boca carnosa.
Luisa, mi esposa tiene ojos azules, buenas tetas, piernas bien torneadas, de tez blanca, un culo bien parado y carnoso y una boca también grande y roja.
Las dos me tienen muy caliente y mi mayor fantasía es tenerlas juntas en la cama
Me sorprendió el comentario de mi esposa, pero trancé.
Entré en el cuarto de Daniela, estaba con ropa interior blanca, que resaltaba su piel tostada. Ni bien entré al cuarto y la vi, no pude disimular una erección que levantó mi bóxer.
-Bueno, bueno. Luisa me dijo que siempre estas caliente, y veo que tenía razón.
Sin contestarle, la tomé de la cintura y le di un beso en la boca, esa boca con la que tantas veces soñé.
Luego de eso, me dirigí directo a su concha, y luego de correrle la tanga hacia un costado se la comí por completo con mi boca. Ya estaba un poco mojada, pero con mis labios apretando su clítoris, se mojó aún más.
Daniela lanzó un suspiro, me miró a los ojos y me dijo:
-Cogeme, por favor cogeme ya.
Saqué mi pija por el agujero del bóxer y ahí no más se la puse de un empujón.
-Ayyy, si, metémela, que pija dura tenés.
-Vos me la pones así de dura, por la calentura que tengo con vos.
-Ayyy, siii, dame, damela, damela.
-Estas toda transpiradita, como me calienta que estes mojada
-Vos me haces transpirar, como me calentás.
-Ayyy, siii, ya estoy, ya estoy -dijo
-Siii, siii, yo también, no puedo más -dije
Y así, acabamos juntos.
Nos quedamos un rato sintiendo nuestras respiraciones agitadas, me dio un beso en la boca y me dijo, anda a dormir con Luisa, yo ya tuve lo que necesitaba.
Me levanté, me fui a mi cuarto, Luisa ya estaba durmiendo.
Al otro día llegue al desayuno un poco más tarde que ellas dos. Cuando me vieron comenzaron a reírse.
-Que pasa, -dije
-Nada, Daniela me estaba contando que la pasaron bien.
-Si, muy bien, -agregó.
-Bueno, esta noche me toca a mí, -dijo Luisa -, ayer descansé bien, esta noche te voy a dar la colita.
Con este comentario, yo estaba al palo otra vez.
-¿La colita?, -dice Daniela -, ¡no estarás hablando en serio!
-Si, -dice Luisa -, cada tanto me encanta que me coja por la cola.
-Pero eso duele mucho, -insistió Daniela -. Yo lo intenté en 2 oportunidades, y no pude avanzar porque me dolía terriblemente.
-Ah mi marido es un maestro haciéndote la cola, no te hace doler nada, te puedo asegurar que lo disfrutas una barbaridad.
-Es cierto, si uno realiza una buena lubricación y tiene paciencia para dilatar el ano, no debería doler.
-No les creo, -dijo Daniela.
-Es cierto, -dijo Luisa -, mirá últimamente le estoy pidiendo que me dilate un poco menos, porque le encontré el gustito a que me duela un poco, me calienta mucho saber que me va a doler.
-Estás loca, -dijo Daniela
A esta altura de la conversación mi huevos estaban por estallar de la leche.
-Bueno, Daniela, me ofrezco a demostrarte que el sexo anal no solo no duele, sino que vas a gozar como nunca.
Daniela se quedó callada, como no creyendo lo que le decía.
-Dale, animate, -dijo Luisa -, si querés yo estoy presente en el momento para darte mas confianza.
-Así, puede ser que acepte, -dijo Daniela finalmente-, pero dejamelo pensar un poco mas.
Yo no podía creer la conversación, finalmente las tendría a las dos juntas en la cama.
Luego del almuerzo, Daniela confirmó que estaba interesada en probar esa misma noche el sexo anal.
-Bueno, -dije yo-, entonces acompáñenme al s*x-shop del barco para comprar lubricante.
Y ahí fuimos los tres.
Entramos y mientras yo compraba el lubricante Luisa y Daniela recorrieron el local. Vi como Daniela se quedó como hipnotizada delante de un traje de cuero n***o, con un pene postizo que se ataba a la cintura y entre las piernas. El pene era realmente enorme, de latex n***o, muy largo y muy grueso.
-¿No es como para debutar con eso en el culo, no?, le dije a Daniela
Ella sonrió y me dijo, que lo que estaba pensando es que le encantaría tener aunque sea por un día un pene como ese.
-Y bueno, alquilate el traje, le dije
-Nooo, me dijo sonrojada.
El paseo por el s*x-shop me puso a mil. Me di cuenta que estaban con ganas que llegase la noche, entonces pensé que era el momento de exigir algo mas.
Luisa, ya sabía que mi sueño era que compartamos la cama con otra mujer, pero ella nunca había accedido.
-Bueno, tengo algo que decirles, comencé. Si quieren que hoy practiquemos sexo anal, yo les voy a pedir que se den unos besitos y unas chupaditas entre ustedes.
-Estás loco, dijo Luisa de inmediato
-Bueno, entonces me voy a dormir al cuarto de los chicos.
-No seas hijo de puta, dijo Luisa, ya quedamos con Daniela que la ibas a coger por detrás.
-Si, pero yo quiero eso a cambio
Daniela la miró a Luisa, y le dijo:
-Dale, Luisa, no es mucho lo que pide, nos damos unos besos y unas chupaditas y lo dejamos contento.
-Bueno, está bien, pero sos un aprovechado, dijo Luisa
Llegó Daniela a nuestro cuarto y les pedí que se besaran en la boca. Que caliente me puso ver esas dos bocas carnosas fundidas en una. El contraste de la piel blanca de una y la otra tostada, también eran increíbles.
Le bajé la bombacha a Daniela la puse de costado, yo me coloqué detrás para comenzar a lubricar su culito, le pedí a Luisa que se la chupara para calentarla. Parece que le gustó porque se metió toda la concha dentro de su boca. Daniela comenzó a gemir y Luisa no paraba de comérsela.
Le pasé gel por el agujerito, luego le metí un dedo, giraba el dedo en círculos para dilatarla, Daniela se retorcía de placer entre el masaje que yo le hacía y los lengüetazos que le pasaba Luisa.
Finalmente pude introducir 3 dedos bien lubricados en su culito, y ya estaba lista para ser penetrada.
Levanté su pierna derecha, coloqué la punta de mi pene en el agujero, y comencé a presionar suavemente.
Cuando la cabeza de mi pene estaba entrando, Daniela hizo una pequeña mueca de dolor, por lo tanto me retiré.
-¿Duele?, le dije
-Un poco, pero creo que lo puedo soportar, dijo en un suspiro
-No es necesario que aguantes, te voy a dilatar mas, conteste.
-No, por favor, metémela así, que no aguanto mas.
- Luisa con su lengua me va a hacer acabar.
Consideré su pedido como una orden, levanté un poco mas su pierna derecha, apoyé la cabeza de mi pene en su culito, y de un solo golpe la ensarté.
-Ayyy, grito Daniela, Ayyy dios, esta toda adentro.
La agarré de las caderas y la apreté mas contra mi.
-¿Te duele?, le pregunté
-Si, me duele
-¿Te la saco?
-No dejala que ya se me pasa, puedo aguantar.
-Que culito calentito que tenés, me gusta metertela, dije
-Ay, dios mío, movete, cogeme, chupame Luisa, chupame
-Ayyy que caliente me ponen los dos, no puedo mas
-Ayyy, siii, siii, ah, ahhh, gimió Daniela
-Ay, siii, ya estoy, Daniela ya estoy, grite yo.
Acabamos los dos juntos.
-Como lo disfruté dijo Daniela, dolió un poco, pero porque yo quise, es que la chupada de Luisa, no me permitía aguantar mas.
Nos quedamos tirados en la cama un rato.
-Estuvo bueno, dijo Luisa, ahora quiero que me cojas por el orto bien cogida.
Estas palabras me pusieron al palo nuevamente.
-Vení, ponete de costado que te voy a lubricar, dije
Comencé colocando gel en la puerta de su culito. Rápidamente pude meter un dedo, Luisa ya estaba mas acostumbrada a la dilatación.
-Basta, dijo Luisa, no me dilates mas, metémela ahora.
-Pero mi amor va a dolerte, dije
-No importa quiero que me rompas bien el culo, quiero que me lo dejes como una flor.
-¿Estas segura?
-Si, y si me quejo, no aflojes, metémelo con todo igual. Daniela, agarrame las manos bien fuerte, así no me puedo zafar.
Estaba un tanto sorprendido por el pedido, pero a decir verdad me gustaba ver como sufrían las mujeres cuando les rompía el culo, así que puse manos a la obra.
Me posicioné en la entrada de su culo, le empujé la punta y luego hasta el final.
-¡Ay!, gritó Luisa, ¡ayyy, me dueleee, ayyy, me dueleee!
La agarré bien fuerte de las caderas para que no se zafe, Daniela le apretó las manos para inmovilizarla.
-Ay, mi amor, por favor, sacalaaa, sacalaaa
-Ni loco, le dije, te la voy a meter hasta la huevos, putaaa
-Te voy a romper el orto bien roto, como buena yegua que sos.
-Ahh, nooo, nooo, ahhh, gritaba Luisa
Daniela y yo nos miramos, la apreté fuerte contra mi, ella le sostenía las manos y poco a poco se fue relajando.
-Ahhhh, ya está pasando, ya está pasando, movete mi amor, cogeme, cogeme, comenzó a balbucear Luisa. Chupame Daniela, chupame
-Como me gusta que grites, mi amor, me calienta mucho que sufras putita.
Comencé a bombearla de costado, con fuerza, y Daniela entre sus piernas chupándosela, hasta que no pudimos mas.
Así nos quedamos los tres dormidos.