Fiorella.
El delicioso olor a panqueques recién horneados por mi tita me levanta de la cama, deben ser las siete de la mañana, aún tengo tiempo para prepárame e ir al colegio, bajo las escaleras de la casa y veo a la mujer con el cabello blanco, mi abuela me mira y me llama a comer, siempre he estado agradecida con ella por prepararme deliciosos desayunos, arroparme cuando era una niña y estar de mi lado cuando mis padres me reprendían.
-Esto parece estar hecho por los ángeles tita, es delicioso.- le digo mientras llevo un poco de jugo recién exprimido a mis labios.
-Basta Flor.- así me llamaba mi abuela, mi nombre aunque a todos les parecía horrible, tiene un bello significado.- Quiero que estes bien comida, hoy es tu primer día de clases, es tu último año, debes tener fuerza para estudiar.
Asiento con una sonrisa como una niña pequeña y mi tita me acaricia la cabeza.
-Escuche que tenemos un nuevo vecino, esta mañana ha llegado la mudanza, no olvides saludar, después de todo debemos ser amigables
Mi tita era la clase de persona que regalaba pasteles y una larga conversación sobre lo mucho que debían cuidar su jardín, decía que, sin él, todo se sentía apagado y vació, es por eso por lo que el patio delantero de la elegante residencia en la que vivíamos tenía cientos de tulipanes, rosas, gardenias y malvas, mis favoritas.
-No creo que sea una buena idea, sabes que no soy buena socializando.
Era verdad, no tenía muchos amigos, apenas mi grupito de la escuela era Romina, mi mejor amiga de la infancia nos convertimos en inseparables cuando alguien en el jardín de infantes intento golpearla y la defendí es alguien escandalosa, completamente opuesta a mí, pero la amo y ella a mí y Abel un chico taciturno que siempre consentía los caprichos de Romina y los míos, aunque silenciosos, parecía darse cuenta de lo que me gustaba, a él lo conocí por Romina, tuvo un flechazo y lo seguía a todas partes hasta que la rechazo pero nunca nos separamos, fue algo extraño pero lindo.
-Si no lo intentas nunca podrás hacer más amigos, nunca sabes si el amor de tu vida estará en esa puerta.
Arrugue la nariz negando el hecho de que algún día me enamoraría, no creía en el romance, especialmente el matrimonio o el noviazgo, aun sentía que debía disfrutar algunas cosas, soy muy joven para pensar en eso.
-Es tarde, debería subir a alistarme.
Hui de la cocina para subir a mi habitación, me di una ducha y me vestí frente al espejo, el horrible uniforme consistía en una falda corta una blusa abotonada de manga larga y un chaleco color kaki, no me quedaba nada bien, era delgaducha y bajita, aunque tenía los pechos y el trasero bien definidos no se notaban en el uniforme, me puse mis botas de plataforma planas y baje para irme, me despedí de tita y cuando cruce la puerta vi muebles moviéndose por el jardín de la casa de a lado, todo eran de tonos negros y blancos.
“Que extraña debe ser esa familia”
Me aleje del lugar caminando con mis audífonos puestos escuchando música a todo volumen, cuando llegue al primer cruce antes de la escuela visualice a Romina, ahí estaba con su uniforme perfecto y su silueta envidiable, a los 19 años no hay nada más que interese que la apariencia, y ella la tenía.
Nos saludamos con un largo abrazo, después de no vernos durante las vacaciones, más adelante en el segundo cruce nos encontramos con Abel y Romina se pegó a su brazo como un chicle.
-También te extrañe Abel.- Romina parecía verdaderamente feliz
Abel no dijo nada, pero sabíamos que él también estaba feliz de vernos, cuando la escuela empezó a hacer visible los tres suspiramos, sabíamos que sería un año difícil, después de todo, era el último.
Las clases comenzaron y el día paso ante nuestros ojos, con todos los estudiantes hablando sobre sus fabulosas vacaciones, al final solo quedaba la clase de historia del arte, mi favorita, en especial porque la profesora era una mujer agradable, joven y entusiasta, justo como yo solía ser, guarde las cosas de la materia anterior y saque mis libros perfectamente cuidados, la felicidad se esfumo cuando entro el rector del instituto.
-Espero que estén teniendo un buen inicio escolar, estoy aquí para entregar buenas y malas noticias.
Todos observamos al hombre calvo frente a nosotros.
-La profesora Elisa ha decidido renunciar, como muchos sabían estaba en cinta y naturalmente desea quedarse con sus pequeños
Escuche los murmullos de mis compañeros todos parecían tristes ella es realmente una buena mujer
-Pero no tienen de que preocuparse, un nuevo profesor se unirá a nosotros hoy.
Dicho esto, la puerta corrediza volvió a abrirse y casi escuche como todas las chicas se quedaron sin respirar, era una hombre alto y musculoso, no demasiado para ser un experto en el arte del gimnasio, pero tampoco flacucho pues se notaba que su cuello de tortuga se estiraba más de lo normal envolviendo sus brazos, estaba bien peinado y llevaba unas gafas Versace, lo sé porque mi padre usa las mismas, sus piernas largas de deslizaban por el aula y parecía derretir a las alumnas con cada paso que daba. Dejo su maletín de piel que parecía igualmente costoso, y se presentó.
-Espero que nos llevemos bien, mi nombre es Nadir Bianchi.
Su sonrisa dejo ver sus hoyuelos, este hombre parecía perfecto, sentía las hormonas femeninas volar a mi alrededor, pero no eran mías, mire a mi alrededor y todas las chicas parecían estar hipnotizadas, Abel y yo nos miramos y en nuestra boca se formó una gran O burlándonos de la situación.
Cuando la clase comenzó, escuchamos sus reglas, algunas estúpidas, pero como todas estaban babeando por ese hombre nadie menciono nada.
Al final de la clase no pudimos leer ni aprender nada, todo fue sobre su presentación y reglas, lo vi reunir sus cosas y rechazar a una chica cuando se acercó con la falda más corta de lo normal, ahora esta clase ya no era historia del arte sino El arte de seducir a tu profesor, rodeé los ojos y Sali detrás de mis amigos.
Cuando llegamos al comedor Abel se levantó por nuestra merienda, lo que ya era una costumbre, Romina lo acompaño y en ese momento entro el profesor Nadir, todas las miradas se posaron sobre él, como un imán de atención, incluidas las de los hombres, aparte rápidamente la mirada y me pareció gracioso que pareciera una celebridad, mis pensamientos se vieron interrumpidos por Abel y las tres charolas que apenas podía llevar.
-¿Estas enamorada también?
-Abel, lo ame desde el primer momento, no puedo imaginarme una vida sin ese profesor de treinta y tantos, me pone tan caliente.- le dije sarcásticamente, solo con ellos podía hablar de esa manera.
-¿Qué pasa con mi futuro esposo?.- dijo Romina sentándose en medio de ambos.
-Estas enfermas, te enamoras de todos los chicos que conoces.
-¿Estas celoso Abel? Podría haber salido contigo si no hubieras sido un cabrón.
Se que estaban bromeando, pero algunas veces las cosas se salían de control y no quería lidiar con eso, así que intervine.
-Una depredadora de hombres y un celoso empedernido, la pareja perfecta.
Ambos me atravesaron con la mirada y yo me reí, entonces la tensión se esfumo.
***
Cuando salimos del instituto Romina tenía que ir al salón de belleza, nos dijo algo sobre no soportar más verse en ese estado y aunque Abel y yo no entendimos, simplemente lo aceptamos, la despedimos y al final Abel y yo hicimos lo mismo, cuando estaba por llegar a mi casa una camioneta negra muy lujosa aparentemente, se aparcó en la casa de los nuevos vecinos, no era extraño encontrarnos con esas clase de autos, el lugar era para gente adinerada, ignore el vehículo y entre a casa donde me esperaba tita con una bandeja de postres.
-Flor mía, ¿Qué tal el instituto?
Un escalofrío recorrió mi cuerpo de pensar en mi nuevo profesor, tener que soportar esas clases todos los días me daba miedo, todas las chicas queriendo comerlo mientras interrumpen la clase.
-Bien, fue un buen día tita, iré a cambiarme y te ayudare con el jardín.
-No hace falta, ya he hecho las tareas del día Fiorella, iré a dejarle algunos postres a los nuevos vecinos, no tardare mucho a menos que me inviten una taza de té.
Mi corazón de expandió tan solo de imaginar a mi abuela siendo amigable, la mayoría de la gente la conocía y la querían porque es bondadosa.
-Está bien tita.
Subí a mi habitación y me cambie la ropa, me puse una camisa sencilla que me quedaba larga y unos shorts deportivos, esta ropa sí que me hacía ver bien, me solté el cabello olvidándome del chongo bajo que me hago para ir al colegio y baje las escaleras, había pasado media hora desde que tita se fue, supuse que era una familia amable también, me acosté en el enorme sofá que tenemos en la sala y caí en un profundo sueño.
-Fiorella… Fiorella….- escuche mi nombre en la lejanía, cuando reaccione vi a mi tita moviendo mi hombro.
-Es hora de la cena querida.
-¿Qué hora es?.- pregunte.
-Las ocho, has dormido un buen rato.
-Lo siento, debí ayudarte
Mi abuela negó con la mano y me invito a sentarme.
-El nuevo vecino, es realmente encantador y guapo, además creo que es profesor de algo.
Tita no pudo esperar más para contarme sobre su visita con los vecinos.
-¿Cuántos hijos tiene?.- hablo mientras llevo una cucharada de sopa a mi boca.
-¿Hijos?.- se ríe.- no querida, es joven, vive solo aparentemente, aunque no pude deducir por qué.
No me impresione demasiado, tita siempre hablaba bien de la gente los elogiaba de más y cuando yo los conocía me decepcionaba, así que no creo que sea para tanto, sin embargo, la escucho atentamente.
-Ya veo, seguro debe haber una razón.
Con esas palabras mi tita dio por finalizado el tema y la cena también.
***
Abro los ojos y afortunadamente el sol aun no sale, quizá son las cuatro de la mañana, tengo un poco de sed así que bajo por un poco de agua, me da un poco de frio gracias al camisón que uso para dormir, es delgado y en los pechos solo lleva encaje, puedes ver a través de él, lo uso porque es cómodo y nunca nadie entra sin tocar a mi habitación así que está bien que lo lleve en casa, cuando vuelvo a mi habitación escucho un ruido, más como un gruñido, proviene de afuera, camino lentamente a la ventana como si tuviera miedo de que me vieran, abro un poco la cortina de seda y no veo nada, pienso que fue mi imaginación y cuando estoy por volver a la cama unos ojos se encuentran con los míos, el sonido provenía de la casa de a lado, mi habitación parece estar junto a una de las habitaciones de la casa de a lado, sus ojos penetrantes me asustan, no puedo ver con claridad porque esta oscuro, pero el hombre esta desnudo, tiene el cuerpo bien marcado y puedo ver a una mujer agachada frente a él, tomándola por el cabello, me horrorizo ante la escena
“Los nuevos vecinos deben estar enfermos de sexo”
Cierro la cortina y vuelvo a mi cama, entonces recuerdo que mi abuela dijo que un hombre vivía solo, debería cuidarme y a mi abuela de ese loco.
Cuando vuelvo a abrir los ojos son las ocho y treinta.
“Mierda”
Es tarde para la escuela, me cambio rápidamente y bajo, no veo a tita así que tomo una manzana y salgo corriendo, en el camino me arreglo el cabello en ese molesto moño y veo a Romina, a nuestro lado la camioneta de ayer, la del vecino pasa y yo tomo a Romina y caminamos más rápido.
-¿Qué sucede?.- Me pregunta
-Nada… pero si no corremos llegaremos tarde.
Ambas nos echamos a correr y en el camino Abel se nos une, cuando llegamos tomamos un respiro, Abel y Romina se despiden de mi porque tienen literatura romana, y yo había decidido tomar literatura inglesa así que nuestros horarios no coinciden, reviso mi móvil y aún quedan cinco minutos así que camino despacio, pero en el estacionamiento veo la camioneta del vecino, mi tita dijo que era profesor.
“No puede ser”
La expresión sale de mi boca cuando veo al profesor Nadir bajar de ese auto con su maletín elegante y un traje n***o perfectamente a la medida.
¿Cuál es la posibilidad de que mi profesor sea el mismo tipo enfermo que se folla a las mujeres al aire libre?
Niego con la cabeza, su vida s****l no tiene nada que ver con que sea mi profesor, debo dejar de ser tan prejuiciosa. Me olvido del tema y camino directamente a mi clase, hablamos sobre “el regreso del nativo” de Thomas Hardy, una historia trágica que me demuestra que el amor no existe, solo la ambición humana intentando salir de su miseria.
La clase termina y salgo al pasillo mientras envió un texto a la sala de chat entre Abel, Romina y yo, estoy tan distraída que mi cabeza choca con algo duro, me toca la coronilla e inspiro el aroma a Armani y levanto la mirada, ahí estaba el de los fetiches extraños, el profesor Nadir.
-Lo siento, tendré más cuidado.- le digo y continuo mi camino.
Él no dice nada, parece tan serio, ¿Quién diría que…
-¡Fiorella!.- La voz de Romina inunda el pasillo y me avergüenza, camino rápido en su dirección y le tapó la boca mientras la arrastro al patio.
***
Cuando terminamos el pequeño descanso, nos reunimos con Abel quien estaba en una clase diferente.
-¡Vamos!.- Romina nos toma por el cuello a ambos y nos arrastra hasta el interior.
Abel y yo caminamos en silencio mientras Romina habla hasta por los codos, entramos al aula y detrás de nosotros el profesor Nadir, deja su termo de café en el escritorio y comienza la clase, nadie habla, todos los ojos están pendientes de lo que hará, note que el orden en el que están sentados es diferente, las primeras dos filas de sillas están ocupadas por chicas, con la falda recordada y con la blusa abierta unos cuantos botones, las únicas mujeres que estamos sentadas en la última fila somos Romina y yo, que molesto es escuchar las risillas de todas, desearía que volviera la profesora Elisa…
Cuando termina la clase los chicos son los primeros en salir, Romina huye al baño porque tenía una necesidad urgente y Abel corre tras ella por si necesita algo, yo me quedo guardando mis cosas en mi mochila y las chicas se despiden del profesor con una voz seductora, el profesor las despide amablemente, no note en ningún momento que se interesara en ellas, hasta que Rachel, la diosa de la escuela se levantó y se inclinó en escritorio, le susurro algo que no pude escuchar y mi maestro sonrió por primera vez mostrando sus hoyuelos, cuando Rachel se dio la vuelta para salir Nadir volteo para ver sus piernas su mirada lasciva me enfermo, así que su sexualidad si tenía que ver con la clase de profesor que es después de todo.
Levanto una ceja, y sonrío de lado, negué con la cabeza y hasta ese momento pareció percatarse de mi presencia, ni siquiera sé qué hacía aun en el aula cuando ya había terminado de recoger mis libros.
-Fiorella, ¿no es así?.- el profesor me miro sin expresión alguna, pero yo tampoco tenía mucho que decir.
-Si.- respondí.
Asintió con la cabeza y parece que estaba a punto de decir algo cuando Abel interrumpió el aula.
-Vamos Flor, es hora de volver a casa.
Sali del lugar y la miel en los ojos de Nadir me siguió hasta la puerta, pero nuevamente no encontré nada en ellos, igualmente un recordatorio mental de alejarme de ese hombre apareció en mi cabeza.