Capítulo 5

1167 Palabras
Yo solo me reí ya que él tenía mucha seguridad, lo podía ver en sus ojos. Mis padres deciden salir de la habitación para dejarnos solo. Se había creado un ambiente extraño, de tensión entre los dos. –Eres un maldito creído. –Me acerque a él mirándolo de cerca. –Tienes muchas bolas para creer que puedes recuperarme en cinco meses. Él solo sonríe poniendo sus manos sobre mi cintura, lo cual yo de inmediato reacciono, golpeando sus manos largas en forma de regaño. El joven sonríe al ver que también estoy disfrutando de este confrontamiento cara a cara. –Tengo las pelotas más grandes de Inglaterra. –Se ríe para poner sus manos ahora en mi trasero, haciéndome abrir los ojos de par en par. –Mis padres pueden verte. –Le dije temerosa y asombrada. –¿Crees que me importará que tus padres me vean manosear a su querida hija? –Pregunta poniendo su nariz sobre la mía, haciéndome oler su boca. Olía a menta fresca mientras que estar tan cerca de su cara es como un pecado. ¿Cómo un hombre puede ser tan bien parecido? –Te follaria en este momento si fuera posible, pero me tengo que portar como un príncipe contigo de ahora en adelante, para que te quedes conmigo. Yo negué la cabeza más de una vez, teniendo una pregunta bien puesta en mi cerebro. –¿Por qué quieres tenerme atada a ti como tu esposa? Puedes cogerte a cualquier mujer y vivir una vida como el play boy que eres, pero… –Cariño, no pidas de más. –Pasa sus manos sobre mis mejillas. –Tengo mis putas razones para querer morir contigo como mi esposa, no pidas más y solo déjate llevar. –Lentamente pasa sus dedos por mis pechos, mientras toca la tela de mi pijama. Mis pechos de inmediato sintieron el placer de su toque, poniéndose tan duros que dolía. Yo no dije nada más, solo me quedé callada mientras abría un poco la boca, disfrutando del contacto de sus manos, que poco a poco bajaron hacía mi v****a, masajeando mi feminidad con sus dedos. Yo misma arqueo mi espalda mientras empiezo a gemir, era tan bueno con los dedos. –¿Quieres que te folle? –Me pregunta sintiendo como mi feminidad ya esta bastante mojada. Yo me siento apenada, ya que sus tácticas de seducción siempre son efectivas. –¿Quieres que lo hagamos en la mesa? –Pregunta metiendo la punta de su lengua en mi boca excitada. –Follarme no cuenta como recuperar nuestro matrimonio. –Le dije de inmediato, tratando de dejar el sexo a un lado, ya que él era tan bueno haciéndolo. –Bien, no contemos este momento como una reconciliación. ¿Estás de acuerdo? –Pregunta mientras mete uno de sus dedos en mi feminidad, a pesar de traer mi pijama. Yo de inmediato gemí posando mis manos por su espalda ancha. –Vamos, solo pídemelo. –Me dice al oído aumentando el deseo. –Juro que no contara como una de mis tácticas para recuperarte. –El sonido de su voz contra mi oído se hacía cada vez más insoportable, mi piel estaba erizada y cada parte de mi cuerpo lo deseaba. Sabía que tenía que rechazarlo e irme de la habitación, pero para ser sincera soy una humana con debilidades. Así que pase mi mano sobre su m*****o bien erecto, sintiendo como me deseaba. Lo mire con una sonrisa, ya que estaba tan excitado como yo. Él metido su lengua en mi boca, besándome con sus labios rojos cereza mientras aumentaba más y más el deseo. Y cuando dejo de besarme para oler mi cabellera negra, yo solo pude decir. –¡Hazlo, cógeme! Sebastián se quedó helado al escucharme acceder, así que con sus ojos bien abiertos me mira inseguro, sin saber si era real lo que estaba diciendo o solo era parte de su imaginación. –He dicho que me folles. –Le repetí una vez más. Sebastián no dudo otra vez y me cargo entre sus brazos, para llevarme a la mesa del comedor en donde me saco toda la ropa. Lamio cada centímetro de mi cuerpo, desde los pies a la cabeza. Él lo hizo incluso sabiendo que había una gran probabilidad de que mis padres entraran a la habitación de vuelta, pero en este momento ya no me importaba más. Podía aceptar que Sebastián era un buen amante, tan bueno que cuando metió su hombría dentro de mí, me retorcí mientras él sostenía mi cuerpo desnudo. Sebastián me sostiene con fuerza, incluso cuando deje mi cuerpo caer más de una vez por una de sus envestidas. No podía mentir, los gemidos estaban saliendo de mi boca con libertad. –Aún estamos en la casa de mis suegros. –Me dice mientras me inviste con más fuerza, para que pierda la cabeza. –Así que no gimas tan fuerte, sino quieres que entren y nos echen. –Él sabe lo que hace, incluso aumenta la velocidad de su cadera. –Eres un idiota. –Gemí con fuerza, a lo cual Sebastián consigue una solución. Pone entre mis dientes su brazo lleno de venas. –Muérdeme con todas las fuerzas, así no lograran escucharte gemir por lo que te hago. No quería hacerle daño a pesar de que fuera un idiota, pero podía ver como me tentaba aún más. Ahora volteándome para darme por detrás, haciéndome querer gritar con fuerza, así que tome su brazo pálido que me había ofrecido desde el principio, para morderlo con fuerza. En la sala solo se escuchaba el sonido de nuestros sexos uniéndose, no había ningún ruido de nuestra parte. Todo termino hasta que Sebastián me dio una última y fuerte embestida, sacando su m*****o antes de venirse por completo en mí. Yo me deje caer sobre la mesa de madera, en donde mis padres estaban desayunando con tranquilidad. Me reí un poco porque todo mi cuerpo estaba tratando de asimilar el orgasmo tan grande, en donde Sebastián me llevo. Lo miré disimuladamente viendo una enorme sonrisa dibujada en sus labios, sabía que lo había disfrutado como yo. –No creas que con esto… –Pero él me interrumpe. –Se que no me he ganado tu perdón, pero debo decirte que hacerte el amor es lo que me gusta más. –Toma un cigarrillo de su pantalón para prenderlo. –Me gustas más que el dinero y toda la fama que tengo. Yo no dije nada puesto que él había ganado mucho dinero con nuestra boda. Quizás solo estaba mintiendo para tratar de enamorarme. Pero aun no entiendo, ¿Por qué quiere continuar con este matrimonio? Cuando renuncie a su dinero. Él no parpadeo ni siquiera una vez y se negó a dejarme ir. ¿Acaso esconde algo entre manos? Sabía que no podía creer en él, pero tenía que darle tan siquiera cinco meses para tratar. Veremos que nos apara el destino.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR