Salgo almorzar con la corrupción personificada en un hombre, es decir mi padre, según desea aclarar los términos conmigo, aunque sé que miente, es experto en trabajar la mente de los demás, pero lo que él no sabe, que me enseñó tanto que adivino cada una de sus artimañas. Massimo quedó en contarme todos los detalles de la reunión que tuvo en horas de la mañana. Hoy iré a la academia, aunque primero debo ir al apartamento del bombón prohibido y malagradecido.
—Nagas ¿Cómo vas con el caso del cura? —Intenta forzar una conversación imposible de sostener.
—Bien, existen tantos secretos que no sé por dónde empezar.
—¿Te entrevistaste con el padre? —Mi mente empieza a recordar la imagen de su torso desnudo. Me aclaro la garganta.
—Aún, en la tarde lo hago.
—¿Cuándo me presentarás un no
