Mikhail El corazón me latía con fuerza, no porque temiera a los negocios o a los tratos de Maxim, sino porque estaba frente a la familia de Sofía, esa familia unida que me recordaba todo lo que siempre había deseado y nunca tuve. Respiré hondo y miré primero a Leo, su padre, que esperaba mi respuesta con la seriedad de un hombre que quiere proteger lo más valioso que tiene. —Estoy comprometido —dije con firmeza, viendo la sorpresa en sus rostros— Pero no por elección, cuando tenía dieciocho años, mi padre arregló mi compromiso con Anastasia Morózova, que apenas tenía trece en ese entonces, fue un acuerdo entre familias, un contrato que sellaba negocios y alianzas. — asegure y Leo frunció el ceño. —¿Un compromiso a esa edad? Eso es un abuso, no un matrimonio. — Asentí ante sus palabras

