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Sí bien odiaba a mi hermana, también sentía cierta pena al ver como el juez se debatía entre dejarla libre o condenarla a tres años de prisión.
Aunque nuestra relación no era de las mejores, y obviamente su odio por mi era demasiado enfermizo y aterrador, me sentía mal por mi papá; su hija estaba siendo condenada.
Mamá lloraba desconsoladamente, supongo que al final de todo la quería., Pero mis hermanos no demostraban ninguna emoción, puesto que ella era un grano en el culo para nosotros cinco; Aspen, Dexter, George, Will y yo.
Pero si alguien me preguntara como empezó todo esto, no dudaría en responder:
Fue en las vacaciones de verano de nuestra infancia, el calor nos obligaba a tener el aire prendido todo el día.
Un año atrás, nos habíamos mudado de México hacia Nueva York.
Teníamos apenas siete años, y estábamos en la sala con la vecina de al lado, la señora Smith. Mamá y la señora Smith eran amigas de la secundaria, y no supieron que eran vecinas hasta que papá grito el apodo de mamá mientras lavaba el auto, ocho meses después de que la familia Smith se mudara al vecindario también de México.
En ese momento, Helena, es decir, la señora Smith, le enseñaba una fotografía de su hijo vestido de marinero.
—Es precioso tu hijo, Helena —alabo mi mamá.
—Oh, si, todo un encanto. Muchas niñas quieren jugar con el —convino la señora Smith—. Y es un rompecorazones. Aunque tus hijas también son bellas, si me permites decirte. Creo recordar que Demetri menciono que una de tus hijas le gustaba —se quedó unos segundos pensativa, supongo que tratando de recordar.
—A mi me gusta —exclamó de repente Nora, mi entonces hermana.
Eso no lo sabia. Ella no había mencionado nada nunca sobre Demetri, es más, lo ignoraba y algunas veces decía que era el típico americano. Pero siempre pensé que el lugar donde naciste no es lo que te hace quién eres. Ni el color, el lenguaje o la descendencia.
—A mi también —añadí, porque no podía mentir.
Mi hermana me miro mal. A ella no le gustaba que a mi me gustaran los mismo chicos que a ella, y a mi tampoco, porque no quería tener problemas. Pero me parecía injusto que a ella le gustara de repente, un chico que paso tanto tiempo repudiando. Y a mi me gustaba desde que los vi mudarse en la casa de al lado.
—Pero él me invito a comer en su casa —dijo, dándose importancia.
Abrí la boca en una completa 'o'. No podía ser, ella no podía hablar en serio. Él era muy inteligente como para querer pasar tiempo con ella, hasta Demetri sabia las cosas feas que Nora decía sobre él.
—Eso no es justo, él dijo que le gustaba mi cabello —murmure. Y que yo era la niña de la que estaba enamorado. Incluso me dio un besito pequeño en los labios.
—¡Cállate! Dem no diría eso, soy mejor que tú —chilló Nora.
Y bueno, nos molimos a golpes, ya saben; Jalones de pelo, arañasos y chillidos dramáticos.
¿Creeran que era una discusión sin importancia, a que si? ¿Y que eso era muy infantil? Bueno, los años de rivalidad y jugarretas entre ambas no parecían decir lo mismo.
Todo empeoró con los años, mientras más grande nos hacíamos, más feas eran las peleas; dejaron de ser jalones de pelo, arañazos y quejas para convertirse en completas batallas de sangre.
Fue un infierno todos estos años, ni siquiera podría decir algo bueno de ello, aparte de que tenia calificaciones altas y de que años después conocí a los que serian mis mejores amigos.
¿Quieres una prueba de ello? Bueno, te contare dos: La peor y luego la razón por la que ella esta yendo a prisión.
Era mi segundo año de secundaria.
Creía que ese día era el mejor de todos, puesto que no había visto señales de vida de mi hermana en la escuela, ni de sus clones.
Pero sabia que ese alivio no me iba a durar mucho tiempo.
La clase de gimnasia había terminado, estaba en el armario donde se guardan balones y esas cosas. Era el último periodo. De pronto, la luz se apagó, dejando todo a oscuras.
—¿Hola? —pregunté dubitativa, aunque sabia que debía de callarme y huir de ahí, tenía que saber cual era la razón por la que Nora estaba haciendo esto, porque la ultima vez que me había hecho algo fuera del ojo humano, había sido en el sótano de la casa hace un mes; le gustaba humillarme frente a todos.
—Pero bueno, ¡si es la perra más idiota de la escuela! —exclamaron a mis espaldas, y me di la vuelta, mirando hacia la puerta, donde estaban mi hermana y sus clones, las hermanas gemelas que copiaban todo lo que hacia mis hermana, obstruyendo el paso y déjandome a su merced—. No debiste hablar con Leo. Seguro pensaste: «¡Oh, un chico nuevo! Intentare tirarme encima de él para que me quite la jodida virginidad». ¿Pero qué crees? —se acerco más, con esa voz dulce falsa—. Me gusta a mi, y sabes lo que hago cuando eso pasa.
—Nora, por favor, te juro que no hice nada. Ni siquiera lo mire, debes creerme —rogué. Pero mi hermana ya estaba sonriendo con frialdad y ese brillo en los ojos que decía que ya había soñado como torturarme.
—Quítenle la camisa —ordenó Nora a sus amigas. Yo intente retroceder, pero solo eran cuatro paredes y estanterías llenas de equipo de baloncesto, así que no les fue difícil acorralarme y sacarme la camisa. Mi hermana miro con burla mis pechos, que seguían sin crecerme.
—Eso si es una pena —carcajeó. Entonces saco una navaja de su espalda, y el miedo recorrió todo mi cuerpo.
—No, no lo hagas...—lloriqueé.
Todas me rodearon, y Alice, una de las gemelas, me tiro contra el suelo. Presiono mis manos y Lena mis piernas, impidiéndome moverme, mi cara estaba presionada contra el suelo y sólo salían sonidos ahogados. Escuche a Nora acercarse, y sin poder retener un grito, sentí como me hacia un corte por la espalda baja.
Durante una hora, estuve siendo golpeada, cortada e insultada por todas ellas. Al final, Nora levanto mi cara rojiza y mojada del suelo y dejo un rasguño con sus uñas, justo en mi frente.
—Ahora tienes un letrero muy divertido en tu cara —murmuró con veneno puro. Camino hacia la puerta, seguida de sus secuaces y la trabó con una silla.
Me puse mi camisa y otra más grande encima que encontré en la mesa, era de un chico del equipo. Estuve ahí por lo menos, hasta que llegaron los de la primera clase del otro turno. Destrabaron las sillas, y antes de que me preguntaran nada me fui corriendo de allí hacia casa, donde cure mis heridas e hice como si todo estuviera bien. Y por su puesto, no le dije nada a mis padres.
Seguro se preguntan porque fue la peor de todas las cosas que me hizo, ¿verdad? Es fácil: soy claustrofóbica. La desesperación que una persona sufre por estar encerrada y no tener salida (en el sentido literal) es la sensación más escalofriante que puede pasar. Todo en completa oscuridad, sin comida ni personas alrededor. Sentía que Chucky iba a salir en cualquier momento. Y claro esta, que mi espalda estaba sangrando por las cuatro heridas que Nora me había hecho.
Y bueno, se supone que ahora debería estar saltando de alegría, digo, algo así como: «Demonios, la que creía que era mi hermana, me golpeaba, me humillaba y hacia mi vida peor que un vagabundo sin comida ¡se va a quedar en la cárcel! Ah, quizá muera en el intento» . De acuerdo, yo había ganado, todos se habían dado cuenta de quién y como era en realidad. Pero no me gusto la manera en que tuvieron que ser las cosas. Ni un poquito.
Supongo que es aquí donde cuento porqué esta ahora ella yendo directo a prisión:
Nora había puesto vidrios en mi cama. Cuando me acosté a dormir, después de horas de estar haciendo tarea, con todo en completa penumbra, ni siquiera repare en los pequeños trozos esparcidos por mi cama.
Me tire encima de la cama, y había gritado de dolor como si mi vida me fuera en ello (no bromeo), cuando sentí todos esos trozos de vidrio clavados en mi espalda, mi garganta quedo en carne viva, sentía como el filo del vidrio cortaba dentro de mi. Estaba manchando las sabanas de sangre, cuándo mis hermanos escucharon los gritos. Quedaron completamente horrorizados al ver la cama y a mi en ella. Fueron a avisar a mis papás y fui llevada urgentemente al hospital, me habían puesto puntos en los omóplatos y en la parte baja de la espalda. Fueron once en total, y habían descocido y vuelto a cocer los seis puntos que yo había hecho con los anteriores cortes.
Tendría esas cicatrices de por vida.
Lo que la orilló a hacerlo fue algo muy malo, porque todos nos enteramos de la verdad:
Nora no era nuestra hermana.
Lo que se dice hermana de sangre, no, sólo era hija de mi papá. Cuando mis papás creyeron que ya no podrían tener más hijos, él donó su esperma. Querían una niña. Nos contaron que, cuando la del vientre sustituto tenia cuatro meses, mis papás descubrieron que mamá estaba esperando mellizos desde hace un mes; Es decir, yo y Dexter.
Bueno, eso explica la constante rivalidad entre Nora y yo, pero aquello que ella hizo, fue lo que encendió las alarmas a todos.
Ella podría matarme.
Los oficiales fueron a hacerme unas preguntas, y al final, habían decidido llevar esto a los tribunales.
En este momento, escuche a mi madre sollozar. El juez levantó la vista de la pequeña conversación que estaba teniendo con los demás del consejo. Todos nosotros lo miramos con inquietud, mientras que Nora, al lado de todos esos policías, sólo se quedo sin expresión alguna.
—Nora Schultz, debido a su intento de homicidio de segundo grado, por las lesiones de su hermana y todos los años de bullyng...— miro la hoja que tenia en la mano, y luego clavo una mirada hostil en Nora antes de sentenciar —: Es declarada a tres años de prisión, sin derecho a fianza —La voz del juez resonó por todo el tribunal.
Mis padres sollozaron y mis hermanos me rodearon protectoramente cuando los oficiales esposaron a Nora, la tomaron de los hombros bruscamente y pasaron por nuestro lado para llevarla a la correccional de menores. Mire a Nora por última vez, yendo a pagar por todos sus errores.
Por tres largos años.
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Nota:
Estoy editando los capítulos, eliminando, corrigiendo y añadiendo, así que les pido una disculpa si se encuentran con faltas de ortografía, gramática o capítulos raros.
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