Capitulo 1

2309 Palabras
Leyna Becher Cierro la maleta dejándola frente a mi mientras el frío de la noche se cuela por la ventana, suspiro sonoramente escuchando pasos fuera de mi habitación avisandome que ya es hora de la cena, por lo que me levanto para dirigirme al comedor, mis sentimientos están revueltos, como si aún no pudiera procesar todo lo que está pasando, de una u otra forma, sé que es lo mejor para nosotros. Mañana a primera hora nos mudaremos, porque la manada donde estamos no nos da "la calidad de vida que nos merecemos" eso según mi madre, quien nunca se ha conformado con lo que tiene, siempre quiere más. Y con esa también me ha incluido a mi en el paquete, a pesar de que siempre he intentado ser la hija perfecta para agradarla, supongo que no tengo la misma suerte que mi hermana, quien es la luz de sus ojos. A veces me pregunto porque es así conmigo, pero trato de no pensar ello para no deprimirme, así es más fácil. Al llegar al comedor, me siento al lado de mi hermana Lucia, sus ojos chocan con los míos dándome una ligera sonrisa de boca cerrada que apacigua un poco mi fastidio por tener la típica cena familia, usualmente cada quien toma su plato y come en la tranquilidad de su habitación, pero en este caso, justo hoy que es nuestra última noche en la casa, todos debemos estar juntos. Palabras de mi madre, no mías. —Buenas noches—saludo sentándome al lado de Lucia. —¿Como te fue hoy Lei?—pregunta mi hermana con amablidad—¿Como fue la despedida de tus amigos? Hago una mueca al escucharla y me encojo de hombros. —Solo tengo una amiga, creo que eso ya lo sabían—menciono sin inmutarme—Y fue bien. La mirada de mi madre se posa sobre Lucia y sonríe ampliamente. —Que emotiva—suelta con sarcasmo refiriéndose a mi, evito rodar lo ojos y le echo una ojeada a mi padre quien come ignorandonos—¿Como te fue en el trabajo Luci? Imagino que fue muy triste para ti despedirte de tus amigos. —¡Si! Fue muy triste, pero se que conseguiré un mejor trabajo allá, así que siempre podré llamarlos. ¡Los extrañaré tanto! Chilla haciendo un puchero. —Y tu Leyna, ¿Seguiras con tu carrera allá? Asiento al escuchar a mi padre quien por primera vez me dirige la palabra en todo el día, supongo que no soy su persona favorita. —¡Aún no comprendo! ¿Como puedes estudiar una carrera tan inútil como esa? Salta mi madre encontrando la oportunidad perfecta para criticarme. —La medicina no es inútil—defiendo clavando el tenedor con un poco más de fuerza en la pasta. —Claro que lo es. Los hombres lobo no nos enfermamos, además con eso que tu tienes... no no, no serías buena trabajando como médico. —Cariño, es su vida, déjala que estudie lo que le plazca—defiende mi padre sin mirarme. La señora de la casa rueda los ojos y desvía el tema rápidamente. —Bueno, en fin, mañana en la noche tenemos una invitación al palacio ¡Al palacio! ¿Saben lo bueno que eso? Arrugo las cejas dirigiendo mis ojos a ella y meto un bocado de pasta a mi boca. —¿Como conseguiste una invitación al palacio? Tengo entendido que solo la nobleza tiene ese privilegio—pregunto confusa. ¿Como mi madre...? Aunque pensándolo mejor no se si quiero saber. —Es porque somos nuevos integrantes de la manada, es por eso. Pero allá esperan unos vestidos hermosos para ti Lucia, quiero que te veas preciosa y que el rey te observe ¡talvez seas su mate! O quizás le llames la atención. —¿El rey no está casado ya? Cuestiono y ella niega con la cabeza. —No, no ha encontrado a su mate, pero escogió a alguien para ser su esposa, mañana lo anunciara. —¿Como sabes eso? Ok, mi madre da miedo, ¿cómo rayos consigue esa información? —Tengo contactos. Se pavonea mirándose las uñas. Termino de comer ignorando eso último y me dirijo a mi habitación para acostarme a dormir, mañana saldremos muy temprano, además de que despedirme de esta casa no será fácil, porque cuando te aferras a algo, creas un sin fin de conexiones con ello, ya sean cosas materiales, personas, o recuerdos, que te hacen ser dependiente de eso con lo cual te conectaste, yo conecté con esta casa, porque cuando estoy sola, en la oscuridad de mi habitación, no veo oscuridad, si no luz. Paz. Suspiro cerrando la puerta detrás de mi, evitando pensar en cosas tristes, mañana empezará una nueva vida para todos, y espero que sea mejor que esta. «────── « ⋅ʚ♡ɞ⋅ » ──────» Despierto por el molesto sonido de la puerta siendo tocada con fuerza, gruño en voz baja levantandome para abrirla y me sorprende ver a mi padre frente a mi. —Nos vamos, alístate. Asiento confusa observando como se da la vuelta para volver a su habitación y dirijo mis ojos al reloj en la mesa de noche. 2 a.m.. ¿Que...? ¿Por qué rayos nos vamos tan temprano? Bueno, tampoco es que sea un viaje muy corto, son doce horas, pero ¿enserio? ¿Dos de la mañana? Gruño otra vez cerrando la puerta y sin muchos ánimos entro al baño para hacer mis necesidades y cepillar mis dientes, al terminar me fijo en mi atuendo, mi pijama de pandas no parece ser tan mala opción, así que sin más me hago un moño desordenado y salgo de la habitación con mi maleta en la mano. Sigo a mi hermana quien camina con toda la emoción posible hacia afuera, ella si es madrugadora, no como yo, que duermo más que un osa en invernación. —Buenos días Lei. ¿Emocionada?—pregunta con entusiasmo. —Como no tienes idea—respondo sarcástica con mi mejor cara de felicidad. Lucia ríe sin poder evitarlo y consiguiente a eso me invita a subir primero. Dejo mi maleta en la parte de atrás y subo al auto sintiendo el sueño atacarme de nuevo, sin embargo se que no podré dormir en un buen rato, menos con el parloteo que llevan las mujeres. —¡No puedo creer que nos vamos! —¡Si! Oye Leyna, ni una palabra a nadie de lo que tienes—señala mi madre y yo frunzo el ceño con enojo. —Lo dices como si fuera una enfermedad, yo no hago mal a nadie—me quejo con mala cara. —Pero todos creen que si, además, el pueblo Firefost es uno de los más grandes de nuestro mundo, trata de mantenerte al margen y no causar un incendio. Ignoro todo lo que me dijo para no enfadarme y cierro los ojos intentando dormir, a pesar de que ambas se empeñan en hablar demás. Me pongo los audífonos y vuelvo a cerrar los ojos, esta vez quedándome completamente dormida. «────── « ⋅ʚ♡ɞ⋅ » ──────» Fijo mis ojos en la gran casa frente a nosotros, mis ojos no creen lo que ven, ¡Es gigante! Claro, si la comparamos con nuestra anterior casa, la cual comienzo a extrañar, definitivamente necesito mi habitación, para sentirme segura. Escucho los chillidos de mi hermana mayor y no puedo evitar sonreír por su emoción, ella es una buena persona después de todo, no puedo esperar a que ambas encontremos a nuestro mate, hace dos años que tuve mi transformación, soy una loba completa, sin embargo, aún no hay rastros de mi mate, según mi madre, si tengo suerte de encontrarlo, es posible que no me quiera. Ese es mi mayor miedo, porque para un lobo, una pareja de vida, es una de las cosas más importantes en nuestra existencia, no como los humanos, que van de una pareja a otra, nosotros solo tenemos una que puede hacer latir nuestro corazón de formas que ni imaginamos, pero no todos tienen la suerte de encontrar a esa persona, y yo no soy una loba normal, lo que me lleva a darle la razón a mi madre, a todo el mundo le gusta lo normal, lo común, pero yo no lo soy, por lo que al intentar encajar, fallo terriblemente cayendo en mi propio abismo. La única que me entiende es Lucia, pero a veces ninguna de las dos podemos evitar caer en la tensión que nuestros padres crean al darle la prioridad a ella, porque ella si es normal, ella no maneja ningún elemento. Ella es la hija perfecta que ellos quieren, yo solo soy la hija que llego de pronto, para completar la foto familiar. Suspiro sonoramente entrando a la casa detrás de mis padres, ellos observan todo con admiración, cargando las maletas hasta el interior, la casa es de madera, con grandes ventanales, cosa que me extraña, mi madre es tan controladora que evitaría cualquier cosa que pueda incendiar. —¡Esta preciosa! —Las habitaciones tienen sus iniciales—corta mi madre el festejo de Lucia—Vayan a empezar a arreglarse, la fiesta es a las siete, ya nos retrasamos en el viaje. Si, son las cuatro de la tarde, creímos que llegaríamos a las dos, pero por problemas con una llanta nos retrasamos dos horas. Y ahora tenemos que correr para llegar a tiempo a la dichosa fiesta a la cual no se ni que me pondré. Entro a la habitación que tiene la "L" grabado y abro la boca con sorpresa, las paredes son de un color rojo fuego, el techo es de color blanco y los amplios ventanales dan una vista panorámica del bosque. Sonrío como hace mucho no lo hacía y salgo de la habitación buscando a mi madre, al conseguirla toco su hombro llamando su atención. —¿Que pasa? —¿Tu escogiste el diseño de mi habitación?—pregunto entusiasmada y ella niega con la cabeza. —Tu padre. Asiento corriendo hacia su habitación y sonrío en su dirección. —¿Pasa algo Leyna?—cuestiona alzando las cejas. —¡Gracias!—salto abrazandolo. Mi padre me envuelve en un abrazo y deja un beso en mi cabeza. —¿Por que? —Mi habitación está preciosa—sonrío separándome de el. —Que bueno que te guste. Lo hice porque sabía que tu madre no lo haría. Asiento saliendo de la habitación, más que orgullosa de que mi padre si haya pensado en mi, el y yo somos muy parecidos, sin embargo, no hablamos mucho, cuando lo hacemos es porque lo necesitamos, porque es algo importante, para mi esto lo es. Entro otra vez n mi habitación y empiezo a acomodar mis cosas en el armario, también pongo la foto con Brisela en mi mesa de noche, mi reloj con forma de luna, y uno que otro adorno de mi anterior habitación. Mis ojos se topan con un pequeño escritorio y no puedo evitar chillar de emoción al ver una laptop sobre el, vaya que es bueno el nuevo trabajo que le dieron a mi padre. Para tener todo esto... ¡Es más que increíble! Sonrío poniendo mis libros de medicina sobre el escritorio y decido irme a dar una ducha, porque faltan dos horas para que tengamos que irnos, y no me apetece tener que escuchar los gritos de mi madre. Es estresante la mayoría del tiempo pero si llegamos tarde a un evento—más de esta magnitud—nos cuelga. Me doy una ducha rápida y al salir, envuelvo mi cuerpo en una bata de baño, peino mi cabello pelirrojo salvaje hasta dejarlo bien peinado, tampoco es que sea muy largo, hace unos días me lo corté, ahora esta por mis hombros, en mi opinión se ve precioso. Me dirijo al armario en busca de mi ropa interior y una vez puesta empieza la batalla mental. ¿Que rayos voy a ponerme? No es que tenga muchos vestidos así que... no, la opción de ir en pantalones está descartada. Yo que quería que te pusieras aquel pantalón ajustado, se te ve lindo. Niego inmediatamente al escuchar a mi loba interior y busco rápidamente en mi armario, mis ojos dan con los dos vestidos que tengo y uno en especial llama mi atención. Es n***o, de mangas largas, llega unos cuatro dedos por encima de la rodilla, y aunque es pegado al cuerpo, es decente, lo tomo junto a unas medias negras y me lo pongo sin esperar invitación, dado que no tengo mucho tiempo. Me maquillo levemente y me pongo unos lentes elegantes que me regalo mi mejor amiga antes de irme, son hermosos, y resaltan mis ojos negros. Respiro profundo mirándome en el espejo y me preparo mentalmente para salir y recibir críticas de mi atuendo, aunque no es que me importe mucho. Salgo de la habitación, haciendo resonar mis tacones negros. Sisi, el n***o es mi color. Bajo las escaleras encaminandome al living y una vez allí, paseo mi mirada por mi familia que ya está lista. Sus ojos se posan en mi con disgusto como lo esperaba sin embargo no dicen nada al respecto, mi hermana va con un vestido beige con unos tacones dorados, esta me da una sonrisa escaneandome de arriba abajo, ella sabe que no tengo gustos normales, y que me encanta molestar la imagen que ellos quieren de mi. —Vamonos, y Leyna, hazme el favor de no estorbar—dice mi madre. Asiento como niña buena y mi loba gruñe dentro de mi. No se como sigues dejando que te traten así. Ignoro su voz y me subo en el auto preparada para lo que venga, porque si, esta noche no se vislumbra normal.
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