Capitulo 2

2114 Palabras
Leyna Becher El camino al palacio es de lo más silencioso, la música suena por los parlantes del auto haciendo un poco más ameno el momento, el aburrimiento comienza a llenar mi cuerpo al saber que tendré una noche solitaria, dado que no conozco a nadie, y la formalidad del palacio no me dejará socializar, sin contar que mi madre estará con sus acusadores ojos sobre mi, esperando el momento perfecto para criticarme. Que divertido, nótese el sarcasmo. El auto se detiene haciendo que gire mi cabeza en dirección a la ventana, mis ojos se abren con sorpresa al ver frente a nosotros un gran castillo, que me deslumbra de inmediato, el lugar es hermoso y extenso, la estructura se ve imponente, y no dudo que el gobernante sea de igual manera, en las r************* pude llegar a ver unas fotos suyas, y debo decir que es muy guapo, el tipo de persona que esperas como rey. Por donde lo vieras podrías darte cuenta la capacidad de liderazgo que posee. Salgo de mis pensamientos al ver como mis padres salen de auto, mi hermana me hace una seña para que haga lo mismo y la obedezco torpemente, ¡Eso me pasa por distraída! Veo como mi madre no tarda en jalar a Lucia hasta su lado dejándome atrás por lo que ruedo los ojos, camino con paciencia y una vez mi padre muestra su invitación, nos dejan pasar, a medida que avanzamos, las paredes del palacio nos dan la bienvenida, una gran alfombra roja nos recibe bajo nuestros pies y algunas personas se nos quedan mirando. La decoración del palacio es elegante, discreta, y sobre todo, cara, porque se puede ver en casa rincón el oro que rebosa de los objetos, las personas que pasan por nuestro lado van con vestidos elegantes, la mayoría parece ser de la nobleza, dado que dan un aspecto de lujo y refinación que no se ve todos los días. Mi corazón se acelera de golpe, haciendo que la confusión me ataque, mis ojos se mueven con inquietud por los alrededores, sin embargo, al no encontrar el motivo de mi ansiedad desvío la mirada hacia Lucia quien se ha dado cuenta, me encojo de hombros ante su interrogante y suspiro. Dios... ¿Que me pasa? —Buenas noches, bievenidos a la fiesta de inicio de año, ¿Ustedes son...? Pregunta un señor que parece ser un mayordomo, va vestido de traje y nos regala una amable sonrisa. —Somos la familia Becher, acabamos de mudarnos, muchas gracias por la invitación. —Es un placer recibirlos, acompañenme, los llevaré al salón del trono que es donde se lleva a cabo la fiesta. ¿Y usted señorita...? Pregunta en mi dirección. —Vengo con ellos.—aclaro para su sorpresa, aguanto la risa al verlo intentando disimular y segundos después seguimos el camino hacia el salón del trono. El hombre se detiene un momento y veo a lo lejos como una alta figura entra por una puerta color blanco, frunzo el ceño al ver que las puertas se cierran y no es hasta que eso pasa que continuamos nuestro camino. —Traten de no acercarse al rey, ni a su prometida, no les gusta, disfruten la velada. Anuncia haciendo que mis cejas se arqueen con incredulidad. ¿Que no les gusta que se les acerquen? ¿Que clase de gobernantes serán si no se comunican con su pueblo? Sacudo la cabeza una vez nos posicionamos frente a la puerta y la inquietud vuelve a atacarme. ¿Que...? Las puertas se abren de golpe incandilandome por un momento, el gran salón del trono se vislumbra mientras nos adentramos con lentitud, las miradas se posan sobre nosotros por unos segundos hasta que la puerta se cierra detrás de nosotros, suspiro aliviada de no tener ninguna atención sobre mi, y mi familia busca una mesa desocupada, el mayordomo nos facilita el trabajo dándonos una mesa algo alejada, dado que nosotros no somos de la nobleza, simplemente vinimos aquí por obra de mi madre, y claro, por ser nuevos miembros de la manada, pero asumo que eso no se volverá a repetir. Me siento con tranquilidad junto a Luci quien mira con admiración a su alrededor. ¿Por qué estás tan inquieta? Cuestiono a mi loba interior una vez estoy más relajada y noto que es ella la que no se mantiene calmada. No lo sé. Hay algo aquí... que no me deja quedarme quieta, camina o algo para liberar el estrés. Suspiro irritada y miro a mis padres quienes hablan animadamente, ellos si están verdaderamente felices de estar aquí. Yo por mi parte, necesito salir, caminar, no lo sé... Escucho como alguien habla llamando la atención de todos, y mis ojos se posan sobre el mayordomo, quien sujeta un micrófono en medio del salón. —Buenas noches a todos—saluda—Es un placer para la casa real recibirlos esta noche, con esta fiesta queremos dar inicio a un mejor año, en donde cada uno vivirá en paz, feliz año nuevo para todos los miembros de la manada. Todos aplauden eufóricos y el sujeto levanta su mano para acallarlos. —Y también queremos aprovechar la ocasión para dar un anuncio importante, como saben, nuestro rey—señala el trono, haciendo que mi mirada se desvíe ahí. Todo mi mundo se detiene en ese preciso instante, la respiración huye de mis pulmones al admirar semejante persona, el rey es un hombre alto, musculoso, como la mayoría de los lobos, su aure es imponente, sus ojos parecen mirar todo con detenimiento, y lo que más me llama la atención es el color dorado que impacta en su mirar, la seriedad en sus facciones te dice que no es alguien con el que debas meterte. Es simplemente perfecto. —Va a casarse. Escucho que termina el sujeto que hablaba. —La señorita Amelia, será nuestra luna. La boda se llevará a cabo en un par de semanas, sin más que decir, disfruten la velada. Miro otra vez en dirección al rey sin poder apartar la mirada de el, es como si una fuerza magnética me atrajera, pero se que debo dejar de mirarlo o lo notará. Aunque pfff, hay muchas personas aquí, y el es el centro de atención, dudo seriamente que me dirija si quiera una mirada en toda la noche. Suspiro intentando calmar el latido desesperado de mi corazón y veo una mujer castaña muy hermosa, esta se acerca al rey con elegancia, hasta que está a su lado, miro como toma su mano y algo se remueve dentro de mi. Desvío la mirada obligándome a quedarme quieta pero mi hermana toma mi mano llamando mi atención. —¿Que te pasa?—cuestiona preocupada. —No lo se—niego con la cabeza—me siento... impotente, inquieta, tengo mucha energía contenida y quiero caminar. Susurro para que solo nosotras escuchemos. —Si quieres le pido a mamá para que vayamos al baño, talvez caminar un rato te ayude. Asiento de acuerdo pero entonces una voz nos detiene. —Disculpen molestarlos, pero como nuevos integrantes deben reverenciarse ante el rey como señal de respeto, para que así esté los conozca y sepa que serán leales a el. Cierro los ojos inquieta y mi madre sonríe a más no poder tomando a mi hermana del brazo. Todos se levantan pero yo no quiero ir, será algo demasiado incomodo, además de que mi loba no parece tener ánimos de obedecer. —Los espero aquí—digo dándoles una sonrisa. —Mejor—suelta mi madre pero el mayordomo niega con la cabeza. —Deben ir todos—señala. Asiento levantandome, dado que no tengo otra opción y mi corazón comienza a aletear nervioso, nunca he tenido que tener tantas personas a mi alrededor, mucho menos, tantas miradas, pero no me queda de otra, es eso o que mi madre me dé una buena reprimenda al llegar a casa, que es lo menos que necesito con mi loba como loca. Camino detrás de ellos dándome cuenta como mi madre le susurra cosas a mi hermana, quien mira admirada hacia delante, y no la culpo, ese hombre es digno de admirar, pero una vez que llegamos al trono, o por lo menos, cerca de el, un delicioso aroma llega a mis fosas nasales enloqueciendome, mi pulso se dispara, mis ojos buscan con desesperación a la fuente de ese aroma, del aroma de mi mate. Y al notar de dónde proviene el miedo me cala los huesos, mis ojos chocan con los suyos, los cuales se abren con sorpresa, mi familia hace la reverencia ante el rey quien se levanta sorpresivamente rápido, sus pasos se mueven hasta estar frente a mi, ignorando por completo a las tres personas que conforman mi familia, quienes si están haciendo la reverencia. El mayordomo habla ordenando que me reverencie, sin tener idea de lo que pasa. El lobo frente a mi no muestra señales de aceptación, y aunque mi corazón salta de alegría al haber encontrado a mi mate, no puedo adelantarme a los hechos, bajo levemente la cabeza, preparada para hacer la reverencia, pero su ronca voz me detiene, enviando oleadas de energía a mi cuerpo. —No. No se te ocurra hacerlo. Me quedo inmóvil, dirigiendo mis ojos a los suyos, y puedo vislumbrar un destello de felicidad en ellos. Sin embargo, no todo es tan bonito, y en cuestión de segundos el es apartado de mi lado, por la loba castaña, esta me mira con recelo, jalandolo hacia ella y yo doy dos pasos atrás, el no la detiene, se haya en shock, y el mío es tan grande que no me queda más que salir corriendo de allí como alma que lleva el diablo. Mi corazón late desesperado mientras salgo del castillo, el jardín del palacio es hermoso, y este es el que me recibe una vez estoy fuera. Respiro aliviada, intentando calmarme y pongo mis manos en mi cabeza. No.puede.ser ¿Que acaba de pasar? Anda a buscar a nuestro lobo. Escucho a mi loba ordenandome. ¿Y si no nos quiere? No es momento de pensar en eso. Debes ir. Sacudo la cabeza sin saber que hacer y ese agradable aroma vuelve a embargarme, siento una cálida respiración en mi cuello, haciendo que me paralice, su aroma se hace más intenso y es cuando comprendo que esta justo detrás de mi. —Mía. Escucho que dice, su voz ronca es varonil, perfecta. Su susurro me altera, y siento sus manos darme la vuelta, mis ojos negros chocan con los suyos dorados, haciendo que todo mi cuerpo se relaje, su tacto se siente demasiado bien, y a pesar de que siento las miradas sobre nosotros no me atrevo a separar los ojos ojos de el. —Te encontré—susurra examinando mi rostro, hago lo mismo con el y suelto un risa. —Tecnicamente, yo te encontré a ti. Suelto con diversión, sintiendo como todos mis problemas desaparecen con solo saber que he encontrado a mi mate, aunque otros nuevos aparecen al temer que no me acepte. —Llegaste justo a tiempo, bellísima. Sonrío sintiendo como pega su frente a la mía, pero escucho un grito que hace que me separe como un resorte de el. —¡Como te atreves a hacerme pasar esa vergüenza Koch! Chilla la castaña llegando a nuestro lado, y si las miradas mataran... yo estaría a veinte metros bajo tierra. —Silencio—ordena con voz de alpha haciendo que la chica se calle enseguida—Yo soy el rey y si digo algo, se cumple, sin quejas. —¿Quien es esta? Cuestiona y yo arqueo las cejas para nada intimidada, si quisiera puedo hacerla cenizas, literalmente. —Más respeto—regaña y me mira suavizando su mirada—Eso no te incumbe, limitate a saber que el compromiso se acabó. La chica abre la boca indignada y se va hacia dentro echando humos. —¿Como te llamas?—cuestiona pero el detalle que no le dijo quien era no me pasa desapercibido. Así que no le daré el gusto que sepa quién soy. —Avergualo si puedes. Y con eso me transformo en una gran loba color cobrizo, corro en dirección al bosque, calmando la inquietud de mi loba quien esta más feliz que nunca. ¿Y yo? Yo no tengo idea que rayos va a pasar, aún más, no se si luego de la emoción del momento, el gran alpha me quiera en su vida. porque si bien la manada necesita una reina, pero las personas son mal agradecidas, y no aceptaran a cualquiera para gobernarlas
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