CAPÍTULO 3:

1698 Palabras
***** Nunca se había sentido tan impotente en su vida, tal vez era la primera vez que se sentía un simple hombre, y no el poderoso que podía decidir la vida de alguien. La chica había caído completamente inconsciente a sus píes. Estaba toda mallugada, terriblemente golpeada, ensangrentada. Apenas tuvo tiempo a reaccionar, así que sin pensarlo dos veces, la tomó en sus brazos a la chica y le indicó a Rowdy que fueran de inmediato al hospital, estaba toda empapada de sangre no le importó que manchara la limusina alquilada, si la agencia quería podía comprarle una nueva al día siguiente. En el hospital la gente se asustó al verlos llegar, era una ciudad tranquila, y dos hombres tatuados hasta los nudillos, vestidos de traje de alta costura, con una mujer casi muerta en los brazos, y seguidos de más de diez hombres, significaba problemas. Rowdy comenzó a dar las órdenes, y todo el mundo comenzó a moverse como si la tercera guerra mundial hubiese comenzado. Los del servicio médico al ver que ellos no estaban jugando, no tuvieron otra opción que dejar todo lo que estaban haciendo para atender la emergencia recién llegada. Poco tiempo después llegó Arlene llorando destrozada. —Arlene, cálmate —le pidió Rowdy en voz baja. Estaban en la pequeña sala de espera del hospital. El director del mismo; les había pedido amablemente que se quedaran ahí, y que sus hombres permanecieran fuera del recinto. —¡Todo esto es mi culpa! —Lloraba desconsolada. —No es tu culpa, nena. ¿Cómo podías haberlo sabido? —Rowdy la seguía consolando acariciando suavemente el cabello, en su intento por confortarla. En ese momento Ryan se acercó a ellos. —Debes calmarte, Arlene. Si no me veré obligado a decirle a uno de los médicos que te coloque un sedante, y dejarte fuera de combate por unas cuantas horas. Sabía que con su primo Ryan no se podía jugar. Ella lo miró a los ojos. Estaban más fríos que nunca, eso solo significaba una cosa, estaba más que molesto por la situación. Él se había cambiado de ropa, pues había quedado todo manchado de la sangre de Jessica. En ese momento se veía más peligroso que nunca. Con una altura de más de un metro ochenta y siete centímetros, cuerpo altamente trabajado, ojos azules fríos como el hielo, bordeados por unas gruesas y largas pestañas negras, nariz aguileña, pero un poco torcida de un lado, lo que significaba que alguna vez había recibido un golpe y se la habían roto, una barba incipiente de poco días alrededor de una boca grande con labios carnosos, y delineados que eran perfectos para besar, cabello oscuro como la noche muy corto; una camiseta negra que se aferraba a los fuertes músculos de sus brazos tatuados, desde los dedos hasta el cuello, no usaba corona, pero la tinta en su cuerpo significaba una cosa, que era un “rey”, jeans desgastados de cintura baja que se aferraba a sus muslos y trasero, botas de combate. Con una chaqueta de cuero negra que había dejado encima de uno de los sillones de la sala de espera, pero no importaba porque era su familia. Estaría siempre a salvo con él. Así que se levantó y lo abrazó. —Debí haber hecho algo. —Tranquila, cariño. Tu amiga estará bien —acariciaba su espalda esperando que con eso se calmara—. Necesito que me cuentes desde el principio que es lo qué está pasando con esa chica, pero primero me gustaría que dejaras al menos de llorar. —Vamos por un café —sugirió Arlene. Iba escoltada por los dos hombres por el pasillo del gran hospital. Llegaron a la cafetería; la gente se les quedaba mirando y murmuraban. Arlene y Ryan se sentaron en una de las mesas del medio, mientras Rowdy pedía los cafés. —Te siento un poco más calmada —dijo Rowdy cuando puso las tres tazas del humeante líquido sobre la mesa. —Jessica es una buena chica, Ry. Dulce, cariñosa, servicial, no se mete con nadie, tampoco le falta el respeto a nadie. No se merecía una cosa así. —Dicen que trabaja en el café —musitó Ryan. —Sí, desde que aperturamos. Ella es quien me ha ayudado a organizar las cosas. —Es decir que tiene más de un año trabajando con nosotros —agregó Rowdy y Arlene asintió afirmativamente. —Sabes cuál pudo ser el motivo por el cual ella fue golpeada de esa manera, ¿verdad? Arlene suspiró.  —Claro que lo sé Ry, es por eso que me siento culpable, porque no pude hacer nada a tiempo —dijo con pesar. —¿Quién le hizo esto? —preguntó Rowdy con un toque de rabia en su voz. —Su marido. La respuesta fue tan simple, pero ambos hombres parpadearon, porque si ella era todo lo que decía Arlene, por qué entonces, el marido le hizo tal cosa. Ryan no supo porque sintió rabia, al saber que la chica tenía pareja, tal vez era por la atrocidad que el bastardo había cometido con su mujer. Si había algo que él no toleraba era la violencia contra las mujeres, aunque algunas se lo merecían, pero no estaba de acuerdo. Por eso en su negocio la trata de mujeres había sido eliminada. Tuvo al principio muchos enfrentamientos por eso, pero el alegaba que no era un negocio perdurable, la vida productiva humana, solo duraba cuando máximo veinte años, más en ese tipo de negocios. —¿Por qué el bastardo hizo tal cosa? —¡Oh Ryan! Si supieras. Es una plaga de la cual ella no ha podido deshacerse en siete años. —¡¿Cuánto?! —exclamó Rowdy asombrado. —Es hora de que se aleje de su camino, y reciba una lección —agregó Ryan. —¡Nada de eso Ryan!, no podemos interferir —manifestó Arlene nerviosa, pues sabía de lo determinado que era su primo a veces. —¿Prefieres que él la mate, entonces? —cuestionó furioso. —No he querido decir eso —suspiró—, ese hombre tiene secuestrada a su abuela desde hace cinco años, y la amenaza todo el tiempo diciendo que si lo deja la matará. —¡Maldito miserable! —masculló Rowdy, y ahí podía notarse molestia pura. —¿Por qué no me llamaste antes, Arlene? Pudimos haber hecho algo. —Realmente te estaba esperando para contarte, pero como vez… no me dio tiempo. —Entiendo, pero eso no justifica la manera brutal en que él la ha golpeado. —Oliver abusa de ella en todas las formas, la humilla, la golpea, le quita completamente el sobre del salario, y otras cosas que ella no nunca me ha contado, pero sé que deben de haber pasado. —¡Oh rayos! Con que ganas le rompería cada uno de sus huesos —Rowdy hablaba sonando sus nudillos. —Row, no todo puede solucionarse con la violencia, para eso están las leyes. —¿No? ¿Entonces si fueras tu esperarías la justicia divina? —Sí, fuera yo, ya hubiese buscado la forma de pegarle un tiro en la cabeza —soltó de golpe Arlene. —¡Joder! —Ryan se burló—. Gracias a Dios que no te gusta la violencia. —Ryan, no lo conoces. No sabes lo mala persona que es. Me gustaría descuartizarlo y desmembrarlo. —¡Uuyys! No sabía que tenías una parte tan oscura, mujer —Rowdy parecía un poco espantado. —Es mejor que vayamos a ver si ya la operación terminó —intervino Ryan. —Sí, necesito saber que Jessica está fuera de peligro —agregó Arlene. De nuevo iban caminando por el pasillo y Rowdy se acercó a su amigo. —Te noto preocupado por la chica, ¿no es así? —Lo estoy, en mi mente no cabe tanta atrocidad —Ryan se pasó la mano por la cabeza. —Sabes que no debes interferir, ¿estás claro en eso? —Le recordó él. —Sé muy bien lo que debo y no debo hacer, Row. Pero eso no indica que no sienta lastima por la situación de la chica. Ninguna mujer tiene que pasar por algo como esto —contestó Ryan con los dientes apretados de la rabia, al igual que sus puños. —En este caso creo que Ry tiene razón, podemos ayudarla, pero sin inmiscuirnos. —En la cabeza de Rowdy ya se estaba ejecutando un plan. —Antes de que sigan hablando cosas sin sentido, vamos a esperar que la chica salga de ese cuadro crítico en que está —Arlene les pasó por un lado. Cuando llegaron, el doctor estaba casualmente esperando por ellos. —Si están ustedes aquí, me imagino que es porque la chica no tiene ningún familiar —el tono en la voz del doctor era también de disgusto. —Está usted en lo correcto, es mi amiga —inquirió Arlene. —Lo cierto es que no es la primera vez que atiendo a la paciente. Ella antes ha sido recluida aquí, en varias ocasiones, pero nunca ha presentado cargos, pero esta vez no sucederá así. Yo me encargaré de eso —el galeno habló con firmeza. —¿A qué se refiere exactamente? —preguntó Ryan frunciendo el ceño. —Se los explicaré. La paciente presenta graves contusiones antiguas y nuevas, tiene por ahora una en el cerebro que me preocupa, pero que no es del todo grave como lo demás. —¿Lo demás? —esta vez fue Rowdy quién preguntó, abriendo mucho los ojos. —Tiene rota dos costillas, la nariz, el dedo meñique de la mano izquierda con una fisura y lo más lamentable… —Termine ya de decirnos —apuró Arlene y el doctor enarcó una ceja hacia ella por su insolencia. —La hemorragia se produjo por el desprendimiento del útero el cual pudimos remediar con una cirugía de emergencia, ya que es una mujer al principio de la veintena, pero hemos tenido que sacarle parte de los ovarios ya que estaban muy dañados, y de esa forma ella podrá cumplir con el ciclo menstrual, solo le hemos dejado aproximadamente el veinte por ciento del ovario izquierdo, y sesenta por ciento del derecho, lamentablemente es muy difícil para ella que pueda concebir de nuevo de manera espontanea. —Un momento… —intervino Arlene sacudiendo la cabeza, y frunciendo el ceño extrañada— ¿Usted acaba de decir concebir de nuevo? —Sí, la joven estaba completando las cinco semanas de gestación. —Eso en español de la calle… ¿quiere decir que estaba embarazada? —Rowdy no salía de su asombro. —Sí, estaba embarazada, y hasta me atrevo a decir; que puede que ni ella misma lo supiera. —¡Oh pobre Jessica! —exclamó con tristeza Arlene. —Los oficiales de policías estarán de un momento a otro aquí —el doctor se encogió de hombros—, como pueden ver esto no puede pasarse por alto, solo espero que esta vez la chica sea inteligente y lo denuncie, porque puede que la próxima no se salve. —Usted tiene razón en eso doctor —concluyó Ryan. Con esas palabras y asintiendo con la cabeza el doctor se despidió. 
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