La luna bañaba la guarida principal con una luz suave, iluminando las figuras de Sky y Kael. Sky, aún recuperándose del parto, descansaba en un cómodo lecho de pieles, con Jaden, su recién nacido, acurrucado contra su pecho. Los pequeños ojos de su hijo se abrían y cerraban, mientras Kael, a su lado, acariciaba suavemente su cabello. El latido constante del pequeño corazón de Jaden resonaba como una melodía que llenaba sus días de una felicidad indescriptible. —Recuerdas la noche en que encontramos la antigua cueva —susurró Kael, con los ojos fijos en el fuego crepitante—. Las inscripciones en las paredes hablaban de un niño, un elegido que uniría a todas las criaturas sobrenaturales. Sky sonrió mientras observaba a Jaden dormir plácidamente. —Nunca pensé que esas palabras se referían a

