Savina Mi primer día de trabajo había sido largo y extenuante, pero había amado cada segundo de ello, la emoción de estar en un lugar tan dinámico y lleno de creatividad hacía que el cansancio se disipara con cada nuevo espacio que exploraba. Alessandro Grimaldi, el dueño de este vasto imperio de diseño, fue quien se encargó personalmente de mostrarme cada rincón del lugar. No era algo que esperaba de alguien de su posición, pero parecía genuinamente interesado en que entendiera no solo cómo funcionaba la empresa, sino también la visión detrás de cada detalle. Comenzamos con un recorrido por los talleres, donde el sonido de las máquinas de coser, el aroma de las telas recién cortadas y la concentración de los artesanos me rodeaban como si fuera el centro de una sinfonía de creatividad.

