— Aún no puedo superar que ayer dijeras haber visto al chico más lindo en toda tu vida. — comentó burlesca Elisa comiendo de un pastelito en la cafetería de la universidad.
Elisa había estado bastante tiempo tratando de adivinar quién era ése chico con el que me había topado pero, yo no sabía su nombre y mis descripciones risueñas solo provocaban la burla y risa de la morena.
En cambio, Jhonny a su lado no prestaba mucha atención a la conversación que teníamos e incluso se le podía notar algo de incomodidad al hablar de otro chico enfrente de él y en un intento de ignorar nuestra plática, había comenzado a centrar su atención en uno de sus tantos cuadernos esparcidos por la mesa.
Ayer el resto de el día transcurrió tranquilo. Ése chico que se había acercado a mí, Lukas, se había tomado la molestia de mostrándome la universidad e incluso habíamos intercambiado números para hablar y meterme al grupo de la clase. En cuanto al chico lindo misterioso, no lo había vuelto a ver. Al contarle a Elisa sobre él, al cabo de unos minutos nos habíamos rendido con adivinar su nombre por lo que vergonzosamente le habíamos bautizado con el nombre de "chico lindo".
— olvídalo Elisa — negué guardando el cuaderno de apuntes de la clase — Ni siquiera sé quién es. Pensándolo bien, no lo volví a ver más, quizás no sea de ésta universidad.
— Sí pero con algo se empieza. Almenos sabes que alguien que al fin te mueve el piso, existe. — añadió ella encogiéndose de hombros — Y yo que creí que solo le llamabas lindos a los personajes de las películas — rió y un ligero bufido divertido escapó de mis labios. — Y ¿qué hay de ese chico, Lukas?.
— Se acaba de ir. — respondí — se ve una buena persona, y al igual que yo, viene a estudiar — añadí para que no me emparejara con él también.
— claro — soltó con ironía — lo mismo me decía Jhonny.
— ¿Yo qué? — preguntó algo perdido el moreno levantando la mirada de sus cuadernos rayados.
— Nada mi amor — respondió Elisa dandole un corto beso y éste luego de sonreír no se molestó en preguntar más y solo siguió con su lectura.
Me causaba gracia que cada vez que Elisa decía algo que no era tan correcto para su novio, resolvía las cosas dándole un casto beso y, además de verse adorable, causaba un poco de miedo y risa el echo de que pudiese manejar a Jhonny con un solo beso.
¿Cuan enamorada debe estar una persona para que con un solo beso esté a los pies y ordenes de alguien más?
— Bueno — suspiró Elisa volviendo su mirada a mi — ¿Ya pensaste lo que te dije?.
— ¿Qué cosa? — pregunté tratando de recordar de tantas cosas de las que habíamos hablado en éstos dos días.
— Lu. — bufó — de la fiesta — volvió a hablar esperando una respuesta de mi parte.
— ¿Qué estudias Jhonny? — pregunté cambiando de tema y atrayendo su atención.
Jhonny estaba apunto de responder pero Elisa rodó los ojos y bufó sonoramente interrumpiendo.
— Luci, no cambies el tema — retó la pelinegra — vas a ir, no me importa tus quejas.
— ¿Es algo para alguna evaluación? — volví a preguntar al moreno evitando así a mi amiga olímpicamente.
Asintió — sí, de echo el profesor nos dió indicaciones de una evaluación próxima sobre publicidad. — comentó girando su vista a su novia — algo que también debería estar estudiando cierta persona.
Gruñó — Estoy hablando de algo importante, no pueden ignorarme y cambiar de tema cuando hable. — murmuró en berrinche y los labios de el moreno se curvaron en una sonrisa enternecida. — Estudiaré luego pero, la fiesta no va a estar ahí toda la vida, — negó — Luci, tienes que ir, tienes que divertirte, ¿Quién sabes? Quizás te encuentres a tu chico lindo.
Decir que mis mejillas ardían era poco cuando realmente ardía toda mi cara.
— No quiero ir — me quejé sin éxito.
— Por favor, verás que te vas a divertir. — volvió a suplicar dándole una leve palmadita a su distraído novio. — Jhonny, ayúdame.
— Yo tampoco teníamos muchas ganas de ir la verdad — murmuro y ésta vez un golpe más fuerte fue dado por la morena haciendo que éste masajeara su brazo con exagerado dolor.
— ¿Por qué son así? — soltó molesta — Luci, de verdad, te va a gustar. — alargó sus palabras haciendo puchero y mis ojos ligeramente se colocaron en blanco.
— Elisa, no voy a ir. — negué decidida.
Ésta vez no le haría caso, ni ella, ni sus ojitos de perro mojado me iban a hacer cambiar de opinión.
— Anda — insistió arrastrando aún más las letras.
— no, dije que no iría y no iré.
••••.
Yo ni siquiera quería venir..
Ya eran altas horas de la noche, todo estaba oscuro en el club a excepción de unas bajas luces de colores neón que apenas te permitía ver el rostro de las personas, y la música a todo volumen te lograba aturdir.
Hacía una hora que Elisa y Jhonny habían desaparecido dejándome a mí sola en una esquina con una lata de Coca-Cola ya caliente en la mano.
Me disgustaba estar aquí, me disgustaba saber que algo así pasaría e igual me había dejado convencer por la morena pero lo que más de disgustaba era estar con éste incómodo vestido n***o que había elegido Elisa por mí.
Una idea de escapar se me pasó por la mente, pero apenas salí de aquél club fue que caí en cuenta que las llaves de el auto las tenía Jhonny y que a ésta hora no pasaba ningún taxi que pudiese llevarme.
— Por amor a los dios — murmuré viendo la calle sola y fría.
Consideré la idea de irme caminado pero la casa quedaba algo lejos y a pesar de llevar zapatillas mis pies no darían para tanto.
— Oye, preciosa. — llamó una voz balbuceando a mis espaldas. No hacía falta dar la vuelta para oler el alcohol emanar de aquél hombre, lo cual me hizo arrugar un poco la nariz al verlo y comprobar que estaba igual de borracho que muchos en el club. — ¿Por qué andas..s sol..ita? — preguntó acercándose a pasos tambaleantes hasta a mí.
— Amm.. Es que no encuentro a mi amiga, así que ando esperando a que salga — respondí.
Rápidamente sus ojos rojos me escanearon de arriba a abajo haciéndome sentir un poco incómoda. Parecía que iba a hablar pero ni siquiera le dejé pronunciar una palabra y comencé a alejarme dejandolo hablar solo.
Me sentía descortés una falta de respeto hacer aquello pero escuchar que aún hablaba hizo que el sentirme mal no fuese tan grande. Supongo que había de estar tan ebrio que aún creía que estaba con él y más que incomodar algo de vergüenza ajena corrió por mi cuerpo.
Nunca estaría así de borracha, ni aunque mi vida dependiera de ello.
En mi opinión el alcohol solo era una venda en tus ojos y una sustancia maligna que en cierta parte te hacía adicto y te impulsaba a hacer cosas que no quieres hacer.
Mis pies dolía y mi cuerpo ya estaba tan cansado que dudaba poder mantenerme aún de pies.
Estaba a punto de resignarme e irme caminando cuando, al instante, un olor peculiar inundó mis fosas nasales haciendome sonreír involuntariamente.
Era él...
Mi corazón latía con fuerza y en un intento de calmar mi agitada y nerviosa respiración, tragué con fuerza.
No tarde ni un segundo en darme la vuelta y recorrer la zona con mi mirada en busca de ese perfume que ya se había guardado en mi memoria poniéndole una etiqueta como “chico lindo" y aunque desconocía mi valentía al intentar buscarlo con la mirada, ésta se esfumó por completo cuando lo ví.
Aquél chico del cual aún desconocía su nombre se encontraba recostado en la pared fumando de un cigarrillo viendo algo en su teléfono.
Se le veía algo molesto pese a su algo agitada respiración y a como apretaba más de la cuenta aquel papelito enrollado del cual expulsaba grandes cantidades de humo.
Mi molestia de verle fumar pronto había aparecido pero justo cuando estaba por simplemente abandonar mi misión e irme de allí, mis pies tomaron sus propias decisiones y, sin hacerme caso alguno, se movieron solos acercándome a él y dandome la sensación de que su gran y misterioso atractivo eran más fuertes que la atracción de un imán a una débil lámina de metal.
No entendía porqué me acercaba, ni siquiera estaba segura del qué le diría.
Mi corazón bombeaba tanta sangre que sentí que me desmayaría pero, ver unas pocas llaves colgar de la esquelética mano que sostenía su móvil, causó que un leve brillito de alivio cruzara por mis ojos.
Quizás podía pedirle que me acercara a mi casa, quizás podía ayudarme y llevarme a ésta misma.
Justo cuando estuve a unos escasos pasos cerca de él su luminosa mirada, debido a la pantalla de su móvil, se despegó de aquél celular posando esos azules y hermosos ojos en mi pequeño cuerpo, haciéndome sentir aquel escalofríos que había sentido la primera vez que nos topamos.
— hola — fue lo único que lograron pronunciar mis labios logrando que su mirada seria pasara a una confundida — no sé si me recuerdes, yo...
— Se quien eres. — soltó cortante sin dejarme hablar, volviendo a fijar su vista en aquel aparato.
Me sentía una tonta intentando hablarle cuando claramente no le importaba en lo absoluto pero mi pequeña niña en mi interior, a pesar sus cortantes palabras duras que me limitaban a no querer ya pedirle aquél favor, hizo que mi pulso se elevara más de la cuenta al decir que me recordaba.
Me sentía tan tonta, más tonta de lo que estaba acostumbrada a hacer y, con la dignidad intentando ser levantada por mí, solo me resigné a no molestarle.
— Yo..amm... — susurré apenada — solo quería agradecerte por lo de la otra vez.
Murmuré dando media vuelta para marcharme y aquella tonta parte de mi que aún creía que me detendría para hablarme, solo se esfumó al ver que solo había pasado de alto a mis palabras causandole completa indiferencia a las mismas.
Estaba por cruzar la calle cuando una luz de un auto el cual llevaba una música igual de fuerte que aquél club, apareció en el camino haciendome retroceder para que no me atropellara.
El conductor en vez de seguir de largo, como creí que haría, paró su auto en frente de mí y rápidamente bajó la ventana dejando escuchar la música aún más fuerte.
— Guapa, debe tener cuidado al caminar — comentó el hombre al volante.
Era algo viejo y sus dientes estaban teñidos de amarillo muy intensos y el copiloto a su lado, un hombre con la apariencia desgastada igual que el conductor me recorrió con la mirada.
— lo siento — me limité a decir.
Creí que él seguiría de largo pero no fue así puesto a que extrañamente ambos hombres se vieron y sonrieron a la vez causando una leve incomodidad en mí.
— te ves algo solita, ¿Quieres que te llevemos a casa? — preguntó el copiloto — puedes confiar en nosotros.
Rápidamente un rayo de luz al cual podía reconocer como "esperanza" recorrió mis ojos al oír aquella propuesta, quizás aquellos hombres habían sido enviados por una obra divina que se apiadó de mí y mi flojera de no tener que ir caminando, pero justo cuando iba a agracerle para subirme al auto, una gran y fuerte mano me tomó de el brazo halandome hacia él y haciendo que en segundos todo mi rostro se conmocionara.
— ¡¿Qué diablos crees que haces?! — mascullo con notable molestia y confusión aquél chico de hermosos ojos azules.
Tenerlo en tanta cercanía hacía que mi corazón latiera con mucho más fuerza de lo que antes latía, sin contar su fuerte agarre y su mirada que parecía regañarme.
— yo-o —tartamudee asustada.
— ¡Oye!, Déjala que venga con nosotros — gritó el conductor a mi espalda.
Ni siquiera pude llegar a procesar lo que pasaba cuando él me soltó rápidamente y con una velocidad impresionante metió su mano por la ventana de el vehículo y halo al hombre desde el cuello de su camisa, casi sacándolo por completo de el auto y mis ojos de colores mixtos se abrieran grandes por la impresión.
— ¡¿Por qué no mejor vas y te follas a tu amigo hasta que te duela el culo?! Lambehuevos. — soltó completamente molesto logrando hacer que el hombre de el vehículo, asustado, se soltara de el agarre y arrancara rápidamente el auto.
¿Pero qué rayos estaba pasado?
¿Cómo una persona podía hablarle tan feo a alguien a quien no conocía?
— ¡Oye!, ¡ellos iban a llevarme a casa! — reclamé viendo como el auto se alejaba rápidamente por la autopista.
«Adiós esperanzas.»
— ¿Disculpa? — pregunto con algo de indignación viéndome fijamente — Ésos hombres estaban drogados hasta la médula. Desde aquí se olía la hierva.
— ¿Qué?, No — negué confundida — Ellos se ofrecieron a llevarme amablemente.
— Querían aprovecharse de ti.— corrigió viéndome molesto y algo incrédulo —¿Enserio eres así de ingenua o acaso querías acostarte con esos tipos para tener algún tipo de sexo bizarro? Porque de ser así, lamento arruinarte tu noche de sexo.
— ¿Qué?.. no.. yo.. no quería acostarme con nadie — volví a negar sonrojandome por hablar de eso — ¿Cómo iba a saber que estaban drogados? Ni siquiera se a qué huele la hierva — añadí para que rápidamente mis ojos lo vieran interrogantes — ¿Tú cómo sabes a qué huele?.
— Ésto es increíble. — murmuró irónico viendo a otro lado para luego fijar su mirada en mi — realmente eres una ingenua — confirmó negando levemente.
— No soy una ingenua.
— Sí, como digas niña — respondió sarcásticamente — ves a dos hombres en la madrugada, con apariencia dudosa, oliendo a mariguana, queriéndote llevar a tu casa, y tú aceptas. ¿Sabes?, No, no eres ingenua — corrigió — Eres una estúpida.
— ¿Quién te crees que eres para insultarme? — pregunte indignada por sus palabras.
¿Cómo se atrevía a llamarme así?, No era mi culpa no saber a qué huele la hierva, solo creí que eran buenas personas por querer llevarme.
— No hace falta creerme alguien para deducirlo. Cualquier persona con uso de razón al ver esa escena se daría cuenta. — soltó acercándose ligeramente ante mi — incluso podría apostar a que dejarías que yo te llevara a casa a pesar de no saber quién soy — añadió dejándome algo desconcertada. Quería negarme pero, ¿A quién iba a mentirle? iba a pedirle que me llevara antes pero me había arrepentido por su trato — eso supuse. — comentó al notar mi silencio.
— ¿Cómo sabes que no te conozco? — pregunté intentando salvar un poco mi dignidad — te ví en la universidad, pude haberle preguntado a alguien sobre ti.
— De haberlo hecho no me estarías hablando ahora. — se limitó a decir rebuscando entre su bolsillo una pequeña cajita y un encendedor, para luego de sacar un cigarro encenderlo y llevárselo a la boca.
Al instante el humo salió de su boca y ese horrible olor logró hacer que arrugara la nariz disgustada.
Acababa de verlo fumar un cigarrillo, ¿Cuántos fumaba?, No parecía ser un chico que fumase.. pero aquellos hombres tampoco me parecía que estuvieran drogados.
Estaba dispuesto a marcharme hasta que luego de otra calada de el cigarro, volvió a hablar:
— No pretenderás irte sola, ¿O si?.
— Mi amiga anda con su novio, no quiero molestarlos — hice una pausa rendida — sinceramente no los encuentro — confesé.
— Entonces te llevo.
— ¿por qué querrías llevarme? tú mismo lo dijiste no te conozco — traté de negarme con algo de rencor de que me había llamado estúpida.
— Sí bueno, tómalo como una obra de caridad — respondió confundiendome — una niña como tú de seguro y no pasa la noche sola, no quiero que la culpa me invada al ver en las noticias que has muerto.
Sus palabras en cierto modo me hacía sentir tan humillada, siendo tratada como una niña cuando entre ambos él solo parecía ser un poco mayor que yo.
No quería irme con él, principalmente porque acababa de echarme en cara de que era una tonta por querer irme con él, pero estaba tan cansada, era de noche y de seguro Elisa no saldría sino hasta que se acabara la fiesta a las 4am.
No pronuncié ninguna palabra y solo me dispuse a seguirlo hasta que se paró en frente de un auto n***o el cual reconocí al instante.
Era el auto de la universidad, él era de la universidad.
Oh, rayos.
— ¿Vas a subir? — preguntó al verme estática frente a aquél lujoso auto.
Tenía un nudo en la garganta y creo que mi rostro reflejaban lo asustada que estaba.
No se en qué estaba pensando cuando me subí al auto y presioné al instante mi cuerpo en el asiento por el miedo.
Él no arrancaba el auto y los nervios se hicieron más presentes al sentir su profunda mirada puesta en mi, haciendo que mis piernas empezaran a temblar ligeramente.
No quería girar a verle pero eso hice, mi cabeza giró lentamente y mis ojos se toparon nuevamente con los suyos.
¿Cómo alguien tan lindo podía ser un presunto asesino?
— ¿Quieres que te lleve a mi casa? — preguntó de repente erizando mi piel con su ronca voz.
Una propuesta que en otra ocasión la habría tomado como una atrevida, en éstos momentos, cegada por el miedo solo podía hacer que mi corazón doliera intensamente. Iba a matarme, él iba a llevarme a su casa y me mataría.
Sí, era un estúpida, Elisa me dijo que no le hablara y aquí estaba yo en su auto, me raptaria, me drogaria, robaría mis órganos y probablemente me lanzaría a un río.
De seguro encontrarían mi cuerpo, pero cuando intentaran culparle, él saldría de prisión como si nada, gracias a su familia mafiosa.
— ¿Qué? — balbucee.
— No me haz dicho donde vives — sonrió burlón — ¿Cómo se supone que te lleve a tu casa?.
— ah.. — murmuré cayendo en cuenta — déjame en el parque que está a unas cuadras.
Él me miró algo extrañado pero no hizo ninguna pregunta solo puso el auto en marcha y comenzó a conducir en la despejada calle.
Mis manos sudaban ligeramente y cada cierto tiempo le veía de reojo a su definido perfíl.
— ¿Qué cosas te han hablado de mi? — se escuchó su pregunta por todo el auto más él seguía sin girar a verme.
Mi cuerpo permaneció tenso ante su pregunta y sinceramente no sabía si responderle.
— Nada — mentí cautelosamente atrayendo por fin su mirada.
— No veía que temblaras cuando te ibas a montar en el auto con esos hombres. — volvió a hablar el pelinegro — Tienes tanto miedo que prefieres caminar hasta tu casa, de seguro debieron contarte de el asesinato.
El simple echo de escuchar esa palabra hizo que mi piel volviese a experimentar otro escalofríos.
Sabía que si hablaba me trabaria y así fue lo que pasó.
— ¿Tú de verdad haz asesinado a alguien? — me atreví a preguntar torpemente sin esperar alguna respuesta.
Si hubiera asesinado a alguien no era como que si me lo iba a decir.
— Sí — afirmó frío y cortante haciendo que mi miedo incrementara, «¿Qué?» pensé y él volvió a hablar pero ésta vez viéndome — y tú serás la siguiente — soltó con una profunda y terrorífica voz.
Mi corazón bombeaba con más fuerza de lo normal, iba a divisar las opciones para escapar, e incluso pensé en la opción más extremista de lanzarme de el coche, sin embargo, mis pensamientos pasaron tan rápido que de la nada, lo único que me rodeó fue una sofocante oscuridad y, como si mis oídos hubiesen sido tapados, un profundo silencio se hizo presente.