• CAPÍTULO V •

2017 Palabras
El camino a casa era abrumadoramente silencioso, más del que pudiese desear que fuese. Finalmente me había decidido por darle mi dirección para que me llevara a casa y luego de darle ésta, él había puesto en marcha el vehículo y había permanecido extrañamente callado luego de todo lo ocurrido. Creí que pasaría todo el cambio burlándose de mí, sin embargo, todavía apretaba su mandíbula tal y como lo hacía antes de salir, al igual que sus grandes manos adornadas de venas azules a plena vista por su pálida piel, apretaban con firmeza el volante como si éste fuese a resbalarse o de algún modo moverse por si solo, si no le sostenía. No entendía en qué momento aquella mirada que se había estado burlando de mí desde la mañana había cambiado tan repentinamente, e incluso, un pensamiento de que quizás era bipolar o de yo haber dicho algo malo que quizás no fue de su agrado, cruzó por mi cabeza generando algo de culpa. En dado caso de estar molesto, él hizo que me desmayara, había dormido conmigo sin mi consentimiento y para más colmo me había enseñado sus partes. Debía ser yo quien se molestara, todas esas cosas eran mi primera vez y las conservaba para alguien importante en mi vida; menos el desmayo, claro; y quería hacerlas con mi pareja, si algún día llegaba a tener una, no con un chico que probablemente a matado a alguien y goza de la vergüenza ajena de una chica a la que apenas conoce. No sé porqué me desesperaba tanto su silencio, me hacía sentir tan terriblemente culpable que incluso sentía la necesidad de animarle, a pesar de no haberle echo nada. Ni siquiera entendía porqué me enfrascaba y cuestionaba su silencio si en éste instante prefería que no hablase a que lo hiciera haciendome más pasar vergüenza. — Me llamo Luci — solté de repente generando que el volante fuese apretado con más fuerza. — Luci Kambel. — repetí añadiendo mi apellido. Estaba tan confundida y no solamente por como llegaba a comportarme, igualmente él llegaba a confundirme más que a mí misma. Y aún cuando pensé que haría o diría algo más además de apretar el volante, no hizo nada, ni siquiera había volteado a verme, solo siguió manejando ignorandome por completo, lo que me daba a entender que quizás ni le importaba saber éso. — Luci — murmuró casi inaudible al cabo de unos cuantos segundos logrando sorprenderme de que hablase. Rápidamente, al escucharle, giré colocando toda mí atención en él, a diferencia suya que seguía sin verme. Ni siquiera parecía haberme nombrado, era como si mi nombre le diera de qué pensar y solo lo hubiese comentado para si mismo en un escaso susurro. — ¿Si?.. — pregunté cautelosa tratando de generar conversación y salir de ése torturoso silencio. — Tú nombre suena a inocencia, — respondió conectando ésta vez sus azules ojos con los míos por un instante, haciendo que tragase en seco por ello, para luego, éstos mismo volver a posarse en la carretera — te queda el nombre. Quise responderle algo pero mis labios solo se abrieron sin pronunciar nada trangando de analizar lo que diría, y, ésta vez, la que procesaba lento sus palabras era yo. — Hugo.. — susurré de igual forma en la que él lo había hecho atrayendo nuevamente su mirada salvo que yo veía a través de la ventana para no hacer nuevamente contacto visual con él — tú nombre suena a una persona que muestra su aparato reproductivo delante de una chica sin su consentimiento — solté recordando aquello que había pasado hace unos minutos y evitando que él notase mi rubor. A pesar de no verlo, sabía que sonreía, y a pesar de aún estar algo molesta, una corta sensación de alivio recorrió mi cuerpo al cortar aquél ambiente tenso e incómodo que antes se había generado, solo quedaba la vergüenza en mi rostro. — ¿Aparato reproductor? — preguntó burlesco — Eres la primera chica, que le llama al pene, así — confesó haciéndome ruborizar al mencionar aquello. No quería volver a caer en lo mismo hablandole así que solo me limité a ignorar. Él pareció notarlo, y al ver que no hablaría él lo hizo — Dime, Luci, ¿Cómo es que a tu edad no haz tenido relaciones? — preguntó sin recibir respuesta — Algo me dice que eres de las que disfruta calentar y al final no hacer nada — siguió hablando haciendo que mi cara ardiera más y más — ¿o es que tus novios tuvieron paciencia y cuando llegó el momento ya no les diste de comer a los pobres hambrientos? — Nunca he tenido un novio. — solté sacada de mis casillas viendo que no se callaba. Quise decifrar su mirada pero era confuso, su rostro estaba entre sorprendido e incrédulo, pero a la vez un brillo peculiar y algo escalofriante en sus ojos hacían que me moviera incómoda en mi asiento. ¿Saben ésta mirada que les dan los asesinos psicópatas a sus víctimas antes de asesinarlos? Pues en ésto momento sus ojos expresaban ese gran brillo de satisfacción y al verme, solo me hacía sentir como su próxima víctima. — Yo.. ni siquiera he dado mi prime beso — confesé por lo bajo desviando mi mirada avergonzada. — Ésto debe ser una jodida broma -— soltó igualmente estacionando el vehículo, cayendo en cuenta que ya habíamos llegado a mi casa. — ¿Por qué bromearia con algo así? ¿A caso es tan extraño que alguien aún conserve su primer beso?. — Pareces mayor de edad, pareces de 20, estás en la universidad, sí, es raro — respondió haciendo rabiar. — Primero, tengo 19 y segundo, no, no es raro, lo raro es que todos se mueran por dar un beso a una persona que no es o será nada importante en su vida. — ¿Tienes alguna enfermedad contagiosa? — preguntó derepente ignorando mis palabras y haciéndome abrir los ojos indignada. — ¿Qué?, ¡No! — ¿Entonces?, ¿Cómo es que ni siquiera haz dado tu primer beso? — volvió a preguntar rápidamente, cansandome. — yo, no lo sé, yo.. quiero que sea perfecto... Quiero que cuando me den mi primer beso sea especial y el mejor que me den en toda mi vida. — respondí igual de rápido comenzando a aturdirme. Y, como si mis palabras fuesen un suiche de apagado, él permaneció callado ante mis tontas explicaciones y sus ojos me veían directamente a los míos haciendo que me sintiera intranquila. Estaba dispuesta a agradecerle y al fin irme de ése auto, sabía que Elisa debía de estar preocupada por mi, pero al mismo tiempo que mis labios estaban por moverse, sus intensos ojos azules se posaron en éstos y como de un imán un gran impulso inexplicable se acumuló entre nosotros. Todo pasó tan rápido, y al mismo tiempo en que había parpadeado para tratar de deshacer esa sensación, una de sus manos ya estaba enredada en mi cabello atrayendome a él, mientras unos carnosos pero suaves y cálidos labios presionaban los míos. Mi corazón rápidamente comenzó a latir con tanta fuerza que sentí que me desmayaría. Quería alejarme pero sus labios se movían tan bien sobre los míos que incluso mis ojos estaban cerrados dejándome llevar por aquél beso, era como si sus labios hubieran nacido para estar junto con los míos danzando una silencio melodía en silencio, ésto se sentía dar un beso... Mi primer beso.. Fue ahí cuando caí en cuenta y mis manos,como si hubieran tomado vida propia, reaccionaron empujándolo para separarlo de mi. Y, a pesar de yo admitir no ser de violencia y que, extrañamente habría permanecido allí el resto de la tarde, mi mano fue a impactar con todas mis fuerzas en su mejilla logrando hacer que su cabeza se inclinara a un lado seguido de un fuerte sonido a causo de el impacto. — ¡¿Pero qué.. — preguntó molesto girando a ver mi sonrojado y e igual molesto rostro. Ni siquiera le dejé terminar y bajé de el auto con tanta velocidad que me desconocía, y a la misma velocidad que bajé de el vehículo mi mano comenzó a tocar frenéticamente la puerta de la casa sin querer ver a mis espaldas. Mis corazón bombeaba mucha más sangre de lo normal, estaba tan nerviosa, y mis labios se sentían completamente hinchados y hormigeantes haciendo que una extraña idea de que quizás eso sentían las que se operaban los labios, recorriera por mi mente. Estaba tan molesta pero a la vez sentía una extraña sensación de adrenalina como extasiada. Me sentía una completa tonta. Me molestaba que me robara mi primer beso pero a la vez se había sentido tan bien que incluso me hizo pensar en darme la vuelta, disculparme y pedirle que siguiera. — ¡Lu! — exclamó una preocupada Elisa abriendo la puerta de la casa y abalanzandose a abrazarme, al mismo tiempo que el rugir de un coche se escuchaba alejarse a mis espaldas — Dios mío, me tenías preocupada, te llamé pero dejaste el teléfono en casa, iba a llamar a la policía pero tu madre me mataría, ni siquiera pude dormir — comenzó a hablar rápidamente con los ojos comenzando a cristalizarse. — Elisa, estoy bien, descuida — intenté calmarle con éxito devolviendole el abrazo para luego soltarme y entrar en la casa. Al entrar me sorprendió ver todo meticulosamente ordenado, Elisa pareció notar mi confusión y luego de dedicarme una sonrisa apenada, respondió: — Es que me sentí culpable. No dormí nada esperando a que aparecieras y me puse a ordenar para que cuando llegas es no me veas mal. — Creo que voy a tener que perderme de vez en cuando — comenté burlona haciéndola reír. — Luci, enserio me tenías preocupada, ¿Dónde estabas?, ¿Quién te trajo?. A pesar de que intentaba disimular todo lo que podía, no podía decirle todo lo que había pasado, Elisa me había dicho que no me acercara a ése chico y ahora, ¿Cómo le diría que hasta había perdido mi primer beso con él?. — Me quedé dormida en el club — mentí — un empleado me encontró en la mañana y me trajo. Ella me miró confundida y luego de entre cerrar un poco los ojos dudosa sin creerme se cruzó de brazos. — No sabes mentir — confrontó frunciendo el ceño y poniéndome a mí más nerviosa de lo que ya estaba — Además, revisé todo el club de arriba a abajo, hasta el pobre de Jhonny me ayudó, — comentó ella contradiciendo a mis palabras — ¿Qué estás ocultando Luci?. — Nada — balbucee — y no estoy mintiendo — añadí decidida intentando hasta convencerme a mí misma. — Luci, no haces contacto visual cuando mientes, — soltó fastidiada rodando los ojos — estás mintiendo. Te conozco desde que que usábamos pañales, ¿Crees que no sé cuándo mientes? — bien, estaba bien, te diré — dije rendida agachando mi mirada — solo pido, por favor, que no te molestes conmigo. — Lu, — suspiró rendida dedicandome un leve sonrisa alentadora — eres mi mejor amiga, claro que no me molestaría contigo, siempre resolvemos todo juntas, solo que no quiero más mentiras. Al mismo tiempo que hablaba su mano se colocó delicadamente en mi hombro y su cálida sonrisa plasmada en su rostro hicieron que mis nervios se calmaran un poco al igual que mi algo agitada respiración por todo lo que había pasado, e incluso, hizo que al verle considerara contarle cada detalle de lo que había pasado. Siempre he oído y me han dicho que las mentiras tienen patas corta pero, sinceramente, aunque no me guste mentir, ésta vez quería hacerlo. Sabía que aquél rostro de comprensión y la ligera sonrisa de aquella morena solo era una pequeña trampa para que dijese todo y, aunque estaba conciente de ello, de mis labios torturosamente salió todo aquello que no quería mencionar. — Hugo Dussán..
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR