—Hola, Marta, necesito algo. —¿Quieres que busque a Ana? —No, hazlo tú misma, ¿sabes dónde está el whisky? Asentí con la cabeza sin decir palabra. —Anda, sé buena chica y prepárame un trago, estoy algo nervioso y me irá bien. Le preparé un whisky, con dos cubitos de hielo, como Ana me había contado que le gustaba tomarlo, y con él en la mano me dirigí hacia el cuarto de aseo. El rumor de agua había cesado y me pasó algo que aún ahora considero extraordinario: pensé que así sería más fácil que alguien nos escuchase si follábamos. Una idea loca que hizo que mi sexo se humedeciese. Cuando le tendí el vaso, alguien habló con mi voz y preguntó: —¿Quieres que cierre la puerta? —Tenía unas ganas locas de salir corriendo para prepararme un whisky y tomármelo de un trago. —No, déjala abiert

